¿Dios nos quiere pobres?, responde el Papa Francisco

¿Dios nos quiere pobres?, responde el Papa Francisco

El Pontífice contra la teología de la prosperidad que venden los mercaderes de la fe: Dios no quiere sobornos  

 

 

El papa Francisco insiste que el amor de Dios es sin fondo, gratuito, y por eso se debe donar a los demás desinteresadamente. “En nuestra vida espiritual siempre tenemos el peligro de resbalar sobre el pago, siempre, incluso hablando con el Señor, como si quisiéramos dar un soborno al Señor. ¡No! ¡La cosa no va por allí!” (21.10.2013). 

 

El mensaje no es la de de elegir la pobreza en sí misma, sino la de usar los bienes que Dios nos da para ayudar a los que lo necesitan. Las personas sufren por el dilema entre servir al dios dinero o llevar una vida plena de amor desinteresado y al servicio de los demás. 

“El Señor nos enseña cuál es el camino: no es el camino de la pobreza por la pobreza. ¡No! Es el camino de la pobreza como instrumento, para que Dios sea Dios, ¡para que Él sea el único Señor! ¡No el ídolo de oro! Y todos los bienes que tenemos, el Señor nos lo da para hacer que el mundo vaya adelante, para que la humanidad siga adelante, para ayudar, para ayudar a los demás”. (Homilía de Santa Marta 21.10.2013). 

El papa Francisco en sus homilías de Santa Marta predica sobre ese mal silencioso y constante en la vida de las personas: la falta de gratuidad, que golpea sin respeto hasta a la gracia de la fe que no se paga: el apego al dios dinero destruye a las personas y a las familias. Francisco denuncia la codicia, incluso por parte de mercantes de la fe. 

Galería fotográfica La cosas que valen la pena, no tienen precio 

Por eso, insiste con el mensaje de la Palabra del Señor: “Estad atentos y manteneos lejos de toda codicia, porque aunque uno esté en la abundancia, su vida no depende de lo que posee”. De hecho, un dicho oriental dice: puedes comprar una casa, pero no un hogar, puedes pagar por sexo, pero no hacer el amor, puedes comprar un título, pero no el conocimiento y menos la sabiduría, puedes comprar compañía, pero no la amistad y la lealtad.

Francisco denuncia los estragos en las relaciones personales y familiares de esta mentalidad codiciosa que no da el justo peso a las cosas: “¡Cuántas familias destruidas por el problema del dinero: hermano contra hermano, padre contra hijo…! Esto es lo primero que hace un ser apegado al dinero, ¡destruye! Cuando una persona está apegado al dinero, se destruye a sí misma, ¡destruye a la familia! 

Galería fotográfica La codicia, mala consejera 

¡El dinero destruye! Te atrapa. El dinero sirve para llevar a cabo muchas cosas buenas, muchos trabajos para desarrollar la humanidad, pero cuando tu corazón se coge así al dinero, te destruye” ( 21.10.2013). 

Por ejemplo, en el Evangelio, el hombre que pide a Jesús que intervenga para resolver una cuestión de herencia con su hermano o el joven rico que no tuvo el valor de seguirlo porque su amor a los bienes materiales era más fuerte.  El Pontífice lamenta que el dinero como medio, se ha vuelto una divinidad con varios brazos malévolos, omnipotente, que esclaviza la vida y la reduce al consumo egoísta. 

Además, sostiene que los bienes deben usarse para ayudar a los demás. Por eso, la codicia destruye a las relaciones con los demás. Lamenta que existan mercaderes de la fe que piden dinero a cambio de oraciones y dones espirituales. Exhorta a sus sacerdotes a no exigir dinero a cambio de los sacramentos que son gratuitos (11.06.2019). 

Galería fotográfica La codicia, lleva a la idolatría

Jesús advierte de mantenerse alejado de la codicia. “Y esto es lo que hace el mal: la codicia en mi relación con el dinero. Tener más, tener más, tener más… Te lleva a la idolatría, ¡destruye tu relación con los demás!”. No el dinero en sí, sino el comportamiento, que se llama codicia. Esta codicia también te enferma, porque te hace pensar solo en función del dinero” ( 21.10.2013). 

El Papa explica que la codicia es una enfermedad porque destruye con el virus de la “idolatría, porque va por el camino contrario al que Dios ha hecho con nosotros. San Pablo nos dice que Jesucristo, que era rico, se hizo pobre para enriquecernos. Este es el camino de Dios: la humildad, el abajarse para servir. Sin embargo la codicia te lleva por el camino contrario: tú, que eres un pobre hombre, te haces a ti mismo Dios por la vanidad. ¡Es una idolatría!” (ídem). 

No todo se soluciona con dinero 

Francisco recuerda que Jesús dice cosas duras al respecto. “Nos dice que no se puede servir a dos señores: o Dios o el dinero. Nos dice que no nos preocupemos, que el Señor sabe lo que necesitamos” y nos invita “al abandono confiado en el Padre, que hace florecer los lirios del campo, y da de comer a los pájaros”. 

En este sentido, menciona al hombre rico de la parábola que continua pensando solo en riquezas, pero Dios le dice: “Necio, ¡esta noche se te pedirá la vida!”. “Este camino contrario al camino de Dios es una necedad, te lleva lejos de la vida, destruye toda fraternidad humana”.

Galería fotográfica La vida espiritual es gratuita 

El Papa es directo e insta a dar gratuitamente. Y este mensaje lo dirige especialmente “para nosotros, los pastores de la Iglesia”, “para no vender la gracia” (Homilía de Santa Marta 11.06.2019). 

Una práctica que “hace tanto mal”, cuando se encuentran pastores que hacen negocios con la gracia de Dios: “Yo haré esto, pero esto cuesta tanto, esto otro tanto…”. La gracia del Señor es gratuita y “tú debes darla gratuitamente”.

El Señor no recibe sobornos 

El dinero no resuelve todo, ni siquiera aplana los malos comportamientos ante Dios. “Esta relación de gratuidad con Dios es lo que nos ayudará después a tenerla con los demás, tanto en nuestro testimonio cristiano como en el servicio cristiano y en la vida pastoral de los que son pastores del pueblo de Dios. Haciendo camino. La vida cristiana es andar. Predicar, servir, no “servirse de”. Sirvan y den gratis lo que gratis han recibido. Que nuestra vida de santidad sea este ensanchar el corazón, para que la gratuidad de Dios, las gracias de Dios que están allí, gratuitas, que Él quiere dar, lleguen a nuestro corazón. Que así sea” 

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