«Dios está enamorado de nuestra pequeñez»

«Dios está enamorado de nuestra pequeñez»

Francisco en la homilía de Santa Marta: «Todos nosotros conocemos las caricias de los papás y de las mamás, cuando los niños están inquietos por un susto: ‘No temas, aquí estoy; yo estoy enamorado de tu pequeñez; me enamoré de tu pequeñez, de tu nada’. ¡Esta es la misericordia de Dios!». Que la fe, «en su paternidad y en su misericordia nos haga un poco más misericordiosos con los demás»

Por ANDREA TORNIELLI (NEXTA) - CIUDAD DEL VATICANO

Dios está enamorado de nuestra pequeñez. Lo dijo esta mañana Papa Francisco en la homilía de la misa celebrada en la capilla de la Casa Santa Marta, según indicó la Radio Vaticana.

Estaban presentes también los cardenales del «C9», el consejo que ayuda al Papa en la reforma de la Curia y en el gobierno de la Iglesia universal, que se reúne de hoy a sábado para examinar los próximos pasos de la reforma. Francisco subrayó que la misericordia es como una caricia, como un abrazo de un papá o de una mamá que consuela y da seguridad a su niño.

El Papa comentó la lectura del Libro de Isaías, el monólogo en el que Dios explica las razones por las que eligió a su pueblo, «no porque fuera grande o potente», sino «porque era el más pequeño, el más miserable de todos». Dios, efectivamente, dijo Papa Francisco, «se enamoró de esta miseria, se enamoró justamente de esta pequeñez». Y en este monólogo con su pueblo «se ve este amor», un «amor tierno, un amor como el del papá o el de la mamá, cuando» hablan con el niño que de despierta por la noche «asustado por un sueño». Y lo tranquiliza: «Yo te tengo por la derecha, tranquilo, no temas».

«Todos nosotros conocemos las caricias de los papás y las mamás -dijo Francisco-cuando los niños están inquietos por un susto: 'No temas, aquí estoy; yo estoy enamorado de tu pequeñez; me enamoré de tu pequeñez, de tu nada'. Y también: 'No temas de tus pecados, yo te quiero tanto; yo estoy aquí para perdonarlos'. ¡Esta es la misericordia de Dios!»

Después el Papa recordó el ejemplo de un santo que hacía muchas penitencias. El Señor le pedía siempre más hasta que el hombre dijo que ya no tenía nada que darle y Dios le respondió: «Dame tus pecados».

«El Señor quiere tomar sobre sí nuestras debilidades, nuestros pecados, nuestros cansancios. Cuántas veces Jesús hacía sentir esto y luego: ‘Vengan a mí, todos ustedes que están fatigados, cansados, y yo les daré descanso. Yo soy el Señor tu Dios que te tengo por la derecha, no temas pequeño, no temas. Yo te daré la fuerza. Dame todo y yo lo perdonaré, te daré la paz’». Estas «son las caricias de Dios, estas son las caricias de nuestro Padre, cuando se expresa con su misericordia».

Nosotros, que nos ponemos tan nerviosos «cuando una cosa no va bien», añadió Francisco, nos ponemos «impacientes», pero Él nos dice: «‘Pero, tranquilo, metiste la pata, sí, pero tranquilo, no temas, yo te perdono’». Esto es lo que significa, explicó el Papa, lo que dice el Salmo: «El Señor es misericordioso y grande en el amor». Nosotros, continuó, «somos pequeños, Él nos ha dado todo. Nos pide solo nuestras miserias, nuestras pequeñeces, nuestros pecados, para abrazarnos, para acariciarnos».

«Pidamos al Señor —concluyó el Papa— que despierte en cada uno de nosotros y en todo el pueblo la fe en esta paternidad, en esta misericordia, en su corazón. Y que esta fe en su paternidad y en su misericordia nos haga un poco más misericordiosos con los demás».

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