El presidente del episcopado, monseñor José María Arancedo, sostuvo que el reciente Sínodo de la Familia no ha cambiado la doctrina sobre la indisolubilidad del matrimonio y recalcó que se deberá trabajar sobre la preparación para el sacramento. También consideró que la agilidad en las nulidades matrimoniales ayudará a resolver la situación de muchos divorciados en nueva unión que no pueden comulgar y subrayó que es importante “recuperar el sentido salvífico y misional de la familia cristiana”.
El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor José María Arancedo, regresó al país luego de participar de la asamblea general del Sínodo de los Obispos que debatió en Roma acerca de la vocación y la misión de la familia en el mundo de hoy. A través de un video, el prelado brindó detalles de las principales reflexiones de los padres sinodales.
Monseñor Arancedo consideró que el Sínodo de la Familia “•es una buena noticia” en el mundo de hoy, aquejado por tantos males. No obstante, destacó que la Iglesia haya querido privilegiar el tema de la familia para comprender “las causas de muchos éxitos y de muchos fracasos”, y subrayó que la familia “no es algo ajeno, sino algo constitutivo de nuestro ser”, porque “estamos llamados a vivir el amor y a crecer”.
El arzobispo santafesino recordó que el Sínodo reflexiona siempre a partir de su “carta orgánica”, que es el Evangelio. “Ahí está el sentido de lo que es el hombre, que fue creado varón y mujer, y fue llamado al encuentro en el amor y a la fecundidad. Cristo lo eleva a sacramento, y de ahí la indisolubilidad, la unidad, la fecundidad, valores que pertenecen al matrimonio y a la familia. Eso la Iglesia no lo cambia, pero hay que vivirlo hoy, y eso marca para la Iglesia un momento de reflexión y de pensamiento”.
Para el presidente del episcopado, el Sínodo tuvo un primer momento de escucha y reflexión a partir de valiosos testimonios. “Vimos que la familia no puede ser algo más en la vida del hombre, y tal vez por eso debemos dar una preparación al matrimonio, que tal vez nunca se ha dado suficientemente”, observó.
“Para el matrimonio hay que prepararse”, insistió. “La vida del matrimonio conlleva la responsabilidad de los esposos en la transmisión de la vida y la paternidad responsable. La Iglesia respeta ese espacio en la intimidad y de responsabilidad de los esposos, ponderando los medios naturales que están en el marco creativo de Dios, pero siempre dando lugar al espacio a la conciencia del hombre”, agregó.
Monseñor Arancedo también se refirió al tema de la comunión para los divorciados en nueva unión: “En esto, la Iglesia no ha dado una norma en general. No ha dicho que los divorciados vueltos a casar pueden comulgar. Sí se ha propuesto un camino de reflexión, de conocimiento, de acompañamiento de la Iglesia a ese esposo o a esa esposa, pero no hay una norma general”.
Para el arzobispo, en este tema incidirán mucho los recientes decretos o motus propriosdel Santo Padre, que urgen a agilizar los trámites sobre nulidades matrimoniales. “Así, muchas personas podrían volver a comulgar, porque su matrimonio ha sido nulo. No es que la Iglesia hace un ‘divorcio express’, no, porque la Iglesia no puede disolver una unión. Pero sí hay uniones que no son matrimonio por fallas o incapacidades. Esto va a ayudar mucho en ese contexto”.
Monseñor Arancedo recordó que el Sínodo no emite un documento, sino que genera propuestas al Santo Padre para que él piense, elabore y, si cree oportuno, dé una exhortación apostólica para marcar las orientaciones pastorales para el matrimonio. “Se habló de la vocación y de la misión del matrimonio, y por eso de la familia. Lo importante es recuperar el sentido salvífico y misional de la familia cristiana”, resumió.+
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