El descubrimiento de origen musulmán que ha aparecido en el subsuelo de Huesca: «Podría haber 98 más»

El descubrimiento de origen musulmán que ha aparecido en el subsuelo de Huesca: «Podría haber 98 más»

El pasado musulmán de la ciudad de Huesca, como el de muchas otras ciudades españolas, es de sobra conocido pero ha sido ahora, y durante unos trabajos de demolición, cuando ha salido a la luz parte de ese legado que continuaba escondido en el subsuelo de la capital altoaragonesa.

 

Doce siglos después, Huesca sigue escondido bajo tierra los restos de lo que un día fue la ciudad de Wasqa, el nombre musulmán que recibió por aquel entonces la capital de la provincia oscense. Aunque la historia se conoce y parte de la muralla lleva años formando parte del paisaje oscense, no es tan común poder apreciar los restos de los torreones que en el siglo IX delimitaban el asentamiento de Wasqa.

Estos días, durante los trabajos de demolición de un edificio de la ronda de Montearagón, situado frente al albergue municipal y colindante con la antigua muralla, ha sido cuando se han descubierto los restos de un torreón musulmán.

Los trabajos actuales van a permitir conectar el mirador sobre la muralla con la ronda de Montearagón, generando un nuevo punto de unión entre el paseo y el entorno del colegio San Vicente, e integrando la parte alta de la ciudad (donde está el Seminario o el Ayuntamiento) con la zona baja.

Los técnicos que están llevando a cabo estos trabajos ya esperaban poder hallar restos de la Huesca musulmana, pero no por esperado resulta menos emocionante para los arqueólogos implicados en el proyecto. «Este hallazgo corresponde a uno de los 99 torreones que formaban parte del recinto amurallado que rodeaba la ciudad de Huesca en el siglo IX», confirmaba el arqueólogo responsable de la supervisión de los trabajos.

El origen de la fortificación se remonta al año 801, cuando la ciudad fue refundada sobre los restos de la antigua Osca romana. La muralla de Wasqa, levantada con robustos sillares de arenisca, llegó a tener un perímetro de casi dos kilómetros, con cerca de un centenar de torres defensivas que la convertían en un baluarte casi inexpugnable.

Este cinturón defensivo protegía la medina, el corazón de una ciudad que floreció como un importante centro administrativo y militar. Su trazado, con puertas monumentales como la de Montearagón, evidencia la avanzada ingeniería militar de la época andalusí y su perfecta adaptación al terreno.

Los expertos en patrimonio destacan que la muralla es más que una simple estructura defensiva; es un documento histórico que narra el origen multicultural de la capital oscense. «Es el símbolo de la Huesca andalusí que pervive en el siglo XXI», afirman, subrayando su valor como eje vertebrador de la identidad local.

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