El deporte está al servicio de la persona, no de lógicas de poder

El deporte está al servicio de la persona, no de lógicas de poder

Al recibir a los directivos y atletas de la Federación italiana de Voleibol, el Papa en su discurso se inspiró en las fases del juego para reiterar que también en la vida se está al servicio de una meta que hay que alcanzar juntos: Hacer "un muro" no es para ustedes un acto de cerrazón, saltar es un desprendimiento de la materialidad y, por tanto, de los intereses que minan el espíritu deportivo”

 

En el deporte "no sólo existe la dimensión individual, sino que uno forma parte de un grupo" y los jugadores de un equipo "son como los miembros de un cuerpo". En el voleibol, en particular, existe la preparación, el pase al compañero o a la pareja que tiene la tarea de finalizar la acción. Nunca están solos, siempre hay alguien a quien servir". El Papa dirigió esta reflexión a los miembros de la Federación italiana de Voleibol, a quienes recibió esta mañana en el Vaticano. Unas 300 personas a las que Francisco quiso dar algunas indicaciones partiendo, precisamente, de algunos fundamentos de este deporte.

El deporte al servicio de la persona

El Pontífice recordó en primer lugar cómo, junto con la Secretaría general de la Conferencia episcopal Italiana, la Federación de Voleibol trabaja para difundir los valores educativos del deporte en todo el territorio y entre los clubes deportivos:

“Un recorrido en una perspectiva integral que combina la técnica con la posibilidad de dar lo mejor de sí mismo, tanto en la actividad competitiva como en la vida. El deporte, en efecto, debe estar siempre al servicio de la persona y de la sociedad, no de intereses o lógicas de poder”

A continuación, el Papa citó a San Juan Pablo II, precisamente un pasaje de su discurso de octubre del 2000, con ocasión del Jubileo de los deportistas: "La dignidad de la persona humana constituye la meta y el criterio de toda actividad deportiva”.

Saque y recepción

De Francisco les llegó el aliento a proseguir por el camino emprendido, y para ello el Papa utilizó cinco fundamentos del voleibol, empezando por el saque:

“Ante todo, el saque, que es el primer golpe con que inicia el juego. En el juego, como en la vida cotidiana, hay que tomar la iniciativa, asumir responsabilidades, implicarse. ¡Nunca quedarse quietos!”

El deporte puede ayudar mucho a superar la timidez y la fragilidad, a madurar en la conciencia, a ser protagonistas

Importancia del entrenador

Después del saque está la recepción, porque "al igual que hay que estar preparado para recibir la pelota, para dirigirla a una zona determinada, también es importante estar disponible para recibir sugerencias y escuchar, con humildad y paciencia". Francisco recordó entonces lo valiosa que es la figura del entrenador:

“Uno no se convierte en campeón sin un guía, sin un entrenador dispuesto a acompañar, a motivar, a corregir sin humillar, a levantar cuando uno se cae y a compartir la alegría de la victoria”

Se necesitan personas que sean puntos de referencia sólidos, capaces de enseñar a "recibir" bien, identificando los talentos de sus atletas para hacerlos fructificar de la mejor manera posible.

El Papa Francisco habla a los miembros de la Federación italiana de VoleibolSet, ataque y muro

Al recordar que en el deporte y en la vida nunca estamos solos, el Papa les habló de un tercer punto fundamental del voleibol, el colocador:

El pase al compañero o a la compañera que tiene el objetivo de finalizar la acción. Uno nunca está solo, siempre hay alguien a quien servir. No sólo existe la dimensión individual, sino que uno forma parte de un grupo:

“Cada uno está llamado a dar su propia contribución para que se pueda ganar juntos”

"En un mundo en el que hay una carrera por aparecer y emerger a toda costa, en el que el 'yo' se antepone al 'nosotros' – prosiguió diciendo Francisco – en el que se descarta a quienes son débiles e improductivos, el deporte puede ser un signo convincente de unidad, de integración, y puede lanzar un fuerte mensaje de paz y amistad". A continuación, el Papa subrayó que atacar es ciertamente decisivo, pero el deporte está llamado a practicar "siempre un sano agonismo", sin buscar nunca atajos:

“El sacrificio, el entrenamiento y el rigor son elementos indispensables del deporte, mientras que el dopaje, además de peligroso, es un engaño que quita belleza y diversión al juego, lo mancha de falsedad y lo ensucia”

Finalmente "el muro", la defensa. Una palabra sobre la que el Pontífice se detuvo, recordando cómo a menudo tiene un significado muy diferente de lo que la práctica deportiva puede enseñar:

Esta palabra nos hace pensar en los muros de diversos lugares del mundo, signo de división y cerrazón, de la incapacidad de los hombres para dialogar, de la presunción de quienes creen que pueden salvarse solos. En cambio, en el voleibol, cuando se hace un muro, se salta para hacer frente al mate del adversario: este gesto nos ayuda a pensar en la palabra en un sentido positivo.

“Saltar significa despegarse del suelo, de la materialidad y, por tanto, de todas esas lógicas empresariales que minan el espíritu deportivo”

Modelo para los jóvenes

El Papa saludó a la Federación italiana de Voleibol pidiendo a los presentes que sean siempre "testigos de equidad y lealtad", con un pensamiento especial para los más jóvenes:

“Muchos jóvenes los admiran y los animan: son un modelo para ellos, ¡no los defrauden!”

El presidente de la Federación, Giuseppe Manfredi, entregó al Santo Padre la camiseta azul junto con la medalla de oro ganada por la selección masculina italiana en el último Mundial. "Esperando hacer un gesto agradable  – añadió Manfredi – regalamos a los niños del Dispensario Pediátrico de Santa Marta material de vestimenta, así como balones para que puedan jugar y divertirse”.

Además, los dirigentes y los atletas estarán presentes esta noche – para preparar y compartir una comida – en el comedor con los pobres acogidos en el Palazzo Migliori por la Limosnería Apostólica y la comunidad de San Egidio. De la Federación italiana de Voleibol también el regalo de material deportivo y ropa para algunos emigrantes presentes en el Centro Astalli que, en sus países de origen, amaban jugar al voleibol. De este modo "les permitiremos – concluyó Manfredi –volver a cultivar una pasión".

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