El cura que hablaba bajo y hoy es Papa

El cura que hablaba bajo y hoy es Papa

Algo ha cambiado en 40 años.

Por ESTEBAN PITTARO

Algunas películas abocadas a explicar la vida del papa Francisco sintetizan su paso por el Colegio Máximo de San Miguel como años exclusivamente dedicados a la supervivencia del conflicto que enfrentaba al gobierno militar con las guerrillas. Pero ese no era el Padre Bergoglio que percibían los niños y adolescentes de San Miguel.

A las misas del sábado a la noche en el Colegio Máximo llegaban vecinos de varias partes. No porque no hubiese otras parroquias en San Miguel. A no más de un kilómetro está la catedral de San Miguel, y a un poquito más de distancia parroquias de José C Paz, de San Miguel, de Muñiz, de Bella Vista… Pero eran años de vivas predicaciones y de vivos coros en la casa de formación de los jesuitas.

El padre Moyano, el principal encargado de celebrar esa misa, ocasionalmente era reemplazado por otro cura, entre ellos uno que hacía que los primeros bancos de la capilla del primer piso se ocuparan rápidamente. No para estar más cerca del “curita”, según su aspecto, sino para escucharle. Porque el padre Jorge Bergoglio hablaba muy bajo.

Relata María, hoy abuela y en esa época adolescente, que sus misas no eran aburridas. Pero simplemente hablaba muy bajo; y eso contrastaba por ejemplo con el completo coro entre cuyos instrumentos había incluso bombos.

Entre los niños y adolescentes que iban a sus misas se tejían muchas interpretaciones, entre otras que a este cura no le gustaba hablar en público…

Pero también eran años complicados como muestran las películas, y algo percibían los niños… Y la línea de Bergoglio, como de los otros sacerdotes que predicaban la misa del domingo en la capilla del Máximo por aquellos años convulsionados, era la de predicar el amor al enemigo, el amar al que no piensa lo mismo.

Ese mensaje resuena aún hoy entre quienes en aquella época no llegaban a la edad adulta y recuerdan casi de manera literal esas frases de los sermones.

Uno de los curas jesuitas, por predicar con intensidad ese mensaje, según recuerdan por San Miguel, debió mudarse a Uruguay, a la frontera con Brasil. En algunos libros y filmes se evocan las discusiones entre los sacerdotes por su grado de implicación en el conflicto que atravesaba la Argentina…

Pero para los vecinos de San Miguel que consultamos y que no eran parte activa del conflicto, eran ante todo curas, sacerdotes cercanos a las familias, con las que comían e incluso veraneaban, cariñosos con los niños, que les enviaban notas con golosinas entre otros detalles.

Durante cerca de diez años el padre Bergoglio fue uno de los principales celebrantes de las Misas del Máximo, o de la parroquia que bajo su conducción los jesuitas fundaron en una de las calles laterales a la que da el inmenso predio del colegio. Era el cura que hablaba muy bajo pero no aburría pronunciando máximas que aún hoy se recuerdan.

Los que eran niños y adolescentes en aquella época lo recuerdan por ser el cura al que parecía que no le gustaba hablar en público. Algo cambió en estos 40 años. Los niños ya son padres, los adolescentes empiezan a ser abuelos, y el cura que hablaba bajo hoy es Papa y puede predicar sin sonrojarse ante cientos de miles de personas.

Comentá la nota