Cuáles son los cuatro secretos que Dios no sabe, según Francisco

Cuáles son los cuatro secretos que Dios no sabe, según Francisco

“Dios no puede entender cuatro cosas: no sabe cuántas congregaciones de monjas hay; lo que piensan los jesuitas; cuánto dinero tienen los salesianos… ¡Y de qué se ríen los focolares!”, expresó ante miembros del movimiento fundado por Chiara Lubich.

A diez días de cumplir 87 años, el Papa Francisco celebró esta mañana los 80 años de los focolares, sin apenas secuelas de su bronquitis. El hecho de que el pontífice se haya reunido con ellos en el Palacio Apostólico es signo de que los médicos le habrían dado luz verde para salir de la Casa Santa Marta, y que la recuperación sigue su curso.

Por otro lado, Bergoglio habría recuperado su voz. Hasta tal punto que no solo habría pronunciado el discurso preparado, sino que, como suele ser habitual en él, rompió el guión previsto varias veces para compartir algunas confesiones y darle un toque más personal al encuentro.

Es más, habría dado muestras de que su humor sigue intacto, porque incluso compartió un chiste sobre los focolares, bajo la mirada atenta de su presidenta, Margaret Karram -a la que el pontífice llama cariñosamente “la cardinalessa”-y del copresidente y sacerdote abulense Jesús Morán.

“Siempre me gusta recordar que están muy cerca del secreto de Dios, de los cuatro secretos de Dios”, dejó caer con ironía Francisco. Inmediatamente después relató: “Dios no puede entender cuatro cosas: no sabe cuántas congregaciones de monjas hay; lo que piensan los jesuitas; cuánto dinero tienen los salesianos… ¡Y de qué se ríen los focolares!”.

Francisco arrancó las carcajadas de los presentes en la sala como broche final a un discurso en el que profundizó en el ser y hacer de este movimiento, y en el que reconoció su labor y entrega en todos los ámbitos de la sociedad.

En otro momento de su alocución, al elogiar a la fundadora, Chiara Lubich, se detuvo en el momento actual. “Les tengo que hacer un confidencia”, expuso el Papa. “Cuando fui a Redipuglia en 2014 con motivo del centenario de la Primera Guerra Mundial y vi ese cementerio, lloré, lloré. ¡Cuánta destrucción! Y cada 2 de noviembre voy a celebrar a algún cementerio y veo las edades de los soldados: 22, 24, 18, 30… veo todas las vidas destrozadas. ¡Que pare la guerra. Y la guerra no termina”, relató, al tiempo que invitó al movimiento eclesial a convertirse en sembradores de paz.

“En la guerra todos pierden, todos. Sólo los fabricantes de armas ganan. Y si no fabricaban armas durante un año, el hambre en el mundo podría terminar. Este es terrible. Tenemos que pensar en este drama”, compartió; una idea en la que insiste en cada uno de los foros en los que participa.

Después de esta reflexión espontánea, el Papa volvería a dejar los papeles a un lado para lanzar un mensaje personal de adviento a los presentes frente a la mundanidad espiritual: “Estad en vela, estad atentos”.

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