“La Cruz no es solo un distintivo, va sobre los hombros donde hace daño”

“La Cruz no es solo un distintivo, va sobre los hombros donde hace daño”

Francisco en Santa Marta: el crucifijo no solo es un símbolo de pertenencia, sino signo del Amor infinito de Dios por los seres humanos

Por DOMENICO AGASSO JR.

 

El crucifijo no debe llevarse solo como un simbolo de pertenencia, sino como signo del Amor infinito de Dios por los seres humanos de todos los lugares y tiempos. La Cruz no solo es un distintivo, hay que llevarla «sobre los hombros, donde hace daño». Lo afirmó Papa Francisco hoy, 4 de abril de 2017, durante la misa matutina en la capilla de la Casa Santa Marta, según indicó la Radio Vaticana. 

 

En el Evangelio de la Liturgia de hoy, Jesús dice a los fariseos tres veces: «Morirán en sus pecados», porque tenían los corazones cerrados y no comprendían ese misterio que era el Señor. «Morir en el propio pecado es una cosa fea», dijo el Papa. 

 

Y después, en el dialogo con ellos, Jesús recuerda: «Cuando hayan elevado al Hijo del hombre, entonces sabrán lo que Yo soy y que no hago nada por mí mismo». La referencia de Jesús a lo que sucedió en el desierto, narrado por la Primera lectura, cuando el pueblo que no podía soportar el camino «se aleja del Señor» y «habla mal de Moisés y del Señor». Llegan entonces las serpientes que muerden y provocan la muerte. Entonces, el Señor le dice a Moisés que haga una serpiente de bronce y que la eleve en un asta: todos los que hubieran sido mordidos y la miraran se habrían curado. La serpiente es el «simbolo del diablo», «el padre de la mentira», «el padre del pecado, ese que ha hecho que peque la humanidad». Y Jesús recuerda: «Cuando yo seré elevado por lo alto, todos vendrán a mí». Este es el misterio de la Cruz, dijo Francisco: «La serpiente de cobre curaba», pero «era signo de dos cosas: del pecado hecho por la serpiente, de la seducción de la serpiente, de la astucia de la serpiente; y también era señal de la Cruz de Cristo. Era una profecía», explicó el Papa. La Cruz no es simbolo de pertenencia, sino memoria de Dios que se hizo pecado por amor. Por ello Jesús «se hizo pecado», como dice San Pablo, y tomó sobre sí todas las suciedades de la humanidad, se hizo elevar para que toda la gente herida por el pecado lo viera. Y los que no reconocen en ese hombre elevado «la fuerza de Dios que se hizo pecado para curarnos» morirán en el propio pecado. 

 

«La salvación solo proviene de la Cruz, pero de esta Cruz que es Dios hecho carne. No hay salvación en las ideas, no hay salvación en la buena voluntad, en el deseo de ser buenos… No. La única salvación está en Cristo crucificado, porque solo Él, como la serpiente de bronce, significaba, fue capaz de tomar todo el veneno del pecado y nos ha curado allí. Pero, ¿qué es la Cruz para nosotros? Sí, es el signo de los cristianos, es el símbolo de los cristianos. Y nosotros hacemos el signo de la Cruz, pero no siempre lo hacemos bien, a veces hacemos así… Porque no tenemos esta fe en la Cruz. Otras veces, para algunas personas es un distintivo de pertenencia; “Sí, yo llevo la cruz para hacer ver que soy cristiano”. Está bien eso, pero no solo como distintivo, como si fuera un equipo, el distintivo de un equipo: como memoria de Aquel que se hizo pecado». 

 

Y otros llevan la cruz como un adorno, algunos llevan cruces con piedras preciosas para que las vean, recordó Francisco. «Dios dijo a Moisés: “Quien vea la serpiente será curado”. Jesús dice a sus enemigos: “Cuando hayan elevado el Hijo del hombre, entonces sabrán”. Los que no ven la Cruz así, con fe, morirán en los propios pecados, no recibirán esa salvación». 

 

Entonces, la Iglesia propone un dialogo con el misterio de la Cruz, recordó el Papa: «Hoy la Iglesia nos propone un dialogo con este misterio de la Cruz, con este Dios que se hizo pecado, por amor hacia mí. Y cada uno de nosotros puede decir: “Por amor hacia mí”. Y podemos pensar: “¿Cómo llevo yo la Cruz? ¿Como un recuerdo? ¿Cuando hago el signo de la Cruz estoy consciente de lo que hago? ¿Cómo llevo yo la Cruz? ¿Como un adorno? ¿Como una joya, con muchas piedras preciosas, de oro…? ¿He aprendido a llevarla sobre los hombros, donde hace daño? Que cada uno de nosotros —concluyó Bergoglio— vea al Crucificado, vea a este Dios que se hizo pecado para que nosotros no muramos en nuestros pecados y responda a estas preguntas que he sugerido». 

 

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