COP21; el ecumenismo de la Creación, pero en París todavía no hay ningún acuerdo

Las palabras de Bartolomeo y del Papa, el compromiso de las Iglesias cristianas en la defensa del medioambiente. Pero, mientras tanto, no se ha llegado a ningún acuerdo; las negociaciones entrarán en la recta final en los próximos días, por lo que todo es posible

Por FRANCESCO PELOSO - CIUDAD DEL VATICANO

Después de la primera semana de negociaciones, el acuerdo global necesario para invertir la dirección en materia de emisiones contaminantes todavía no llega. Pero, si este es el vaso medio vacío de la Cop21, la conferencia mundial sobre el cambio climático que se está llevando a cabo en París (del 30 de noviembre al 11 de diciembre), también es cierto que a partir de ahora las negociaciones entrarán en una fase crucial; es decir, los próximos días serán decisivos para entender si los gobiernos del mundo ofrecerán una oportunidad al planeta y a las futuras generaciones.  

Bartolomeo y Francisco   

La acción diplomática de las Iglesias cristianas, que actuaron juntas y en sintonía en eso que se podría definir «el ecumenismo de la Creación», estuvo acompañada por un fuerte impulso y por un llamado crítico a los gobiernos. Los dos líderes religiosos que más se han comprometido en esta batalla son, evidentemente, Papa Francisco y Bartolomeo I, el Patriarca ecuménico de Constantinopla (Estambul). Entre otras cosas, se llevó a cabo una celebración ecuménica solemne por la defensa de la Creación el 3 de diciembre de este año en la Catedral parisina de Norte-Dame. El Patriarca Bartolomeo no pudo estar presente personalmente como estaba previsto, por motivos de seguridad, pero no dejó de enviar un mensaje: «El Patriarcado ecuménico –indicó el líder ortodoxo– no deja de repetir, con las demás Iglesias cristianas y en particular con nuestro hermano Papa Francisco, que la protección del medioambiente debe ser un objetivo ecuménico común. La oración que elevamos hoy al Señor es que los líderes del mundo se comprometan a encontrar un acuerdo que permita limitar al máximo el cambio climático».  

Pero Bartolomeo, cuya sensibilidad ecológica es bien conocida, también indicó en otro texto difundido en estas horas que, «a diferencia de las generaciones anteriores, no tenemos pretextos. Todos tenemos los datos y los recursos al alcance de la mano. Sin embargo la crisis que nos encontramos tiene menos que ver con el medioambiente que con la manera en la que nosotros percibimos y tratamos al mundo». Estamos tratando a la Tierra, dijo Bartolomeo, de una manera inhumana, como si Dios no existiera. Por ello es tan grande la responsabilidad de los líderes políticos reunidos en París, incluso a la luz de los recientes y dramáticos eventos que se verificaron en la ciudad de las luces.  

Papa Francisco, después de haber despertado a la opinión pública mundial en relación con los temas del clima y la pobreza con su encíclica «Laudato si’», inauguró en cierto sentido la COP21 desde Nairobi, en Kenya. De hecho, pronunció un discurso en la sede africana de la ONU que se especializa en las cuestiones medioambientales. Después, durante el vuelo de regreso a Roma, tras su viaje a África, dijo: «estamos al límite de un suicidio, por usar una palabra fuerte, y yo estoy seguro de que casi todos los que están en París tienen esta conciencia y quieren hacer algo. El otro día leí que en Groenlandia los glaciares han perdido miles de millones de toneladas. En el Pacífico hay un país que está comprando otro país para mudarse, proque dentro de 20 años ya no existirá. Tengo confianza en esta gente, en que haga algo. Espero que así sea y rezo por ello».  

Y en esta dirección también se está moviendo la diplomacia vaticana. Entre otras cosas, intervino en París el Secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, para comunicar el deseo del Pontífice de que la cumbre sobre el clima «pueda concluir con la adopción de un acuerdo global y transformador que tenga una clara orientación ética, que transmita fuertes señales para todos los actores involucrados y que adopte una visión de largo plazo consistente», para lograr conseguir los tres objetivos que ya ha indicado en diferentes ocasiones la Iglesia: «aliviar el impacto del cambio climático, combatir la pobreza, hacer florecer la dignidad del ser humano». Y no es poca cosa.  

Todavía no hay acuerdo, pero…  

¿A dónde han llegado los trabajos del la conferencia? El Ministro del Exterior francés, Laurent Fabius, explica el estado de la cuestión: «todavía no hay nada», no hay ningún texto común «que lleve al acuerdo». A decir verdad, parece que hay por el momento dos textos, pero entre los puntos que requieren el consenso surge un nudo espinoso, es decir cómo lograr distinguir los países desarrollados de los países en vías de desarrollo; todavía no queda claro cómo podrían ser financiados los segundos.  

Entre las cuestiones pendientes está la necesidad de que los países ricos inviertan en los países pobres para transmitir conocimientos y tecnologías limpias, capaces de sostener el esfuerzo de transformación de la economía bajo el perfil del respeto del medioambiente. Y también, por su puesto, están las protestas y las preguntas de naciones y pueblos pobres o marginados, que no tienen responsabilidades particulares en el cambio climático, pero que sufren gravemente sus consecuencias. Sin embargo, según Fabius, «si los primeros días de las negociaciones han sido un poco lentos, ahora estamos en los tiempos previstos. El espíritu del compromiso permite avanzar». Parecería que no todo está perdido, es más la recta final de las negociaciones podría ser decisiva.  

El compromiso de las grandes ciudades   

Mientras tanto también llegan algunas señales positivas. Ya se han suscrito muchos compromisos a lo largo de estos días a nivel parcial, con respecto a cuestiones particulares o a realidades geográficas limitadas. Y en esta vertiente se emarca la significativa postura de los alcaldes de las mayores ciudades del mundo, que quisieran un planeta alimentado solo con energías renovables, según el compromiso que suscribieron. Y así, se han reunido desde la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, hasta el primer ciudadano de Nueva York, Bloomberg, al margen de la conferencia sobre el clima COP21, con más de mil alcaldes que adoptaron una declaración común en la que se comprometen a alimentar sus ciudades al 100% con energías renobables antes de 2050. La declaración final del encuentro, que define el cambio climático «un desafío común», indica: «continuar con la trayectoria actual y con el mismo nivel de emisión de gases de efecto invernadero tendrá consecuencias desastrosas para nuestros hijos, para el clima y para la biodiversidad. Actuar por el vlima es la única vía posible». El texto fue firmado por muchos de los alcaldes de las principales ciudades del mundo: Londres, Madrid, Sídney, Río de Janeiro, Bamako, Accra, Seúl, Bruselas, Milán, Estocolmo, Chicago...  

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