Celebrarán los 30 años de la canonización de la primera santa chilena

Celebrarán los 30 años de la canonización de la primera santa chilena

El sábado 25 de marzo, se realizará una misa en el santuario de Auco en acción de gracias por Teresa de los Andes, la primera chilena y carmelita americana declarada santa.

El obispo de San Felipe (Chile), monseñor Gonzalo Bravo, presidirá una misa en el santuario de Auco el próximo sábado 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación, para celebrar los 30 años de la canonización de Teresa de los Andes, la primera chilena y la primera carmelita americana en subir a los altares.

El rector del santuario -ubicado en la comuna de Rinconada (provincia de los Andes)-, padre Rodrigo Segura Orrego, invitó a los peregrinos a agradecer a Dios por el “hermoso regalo que nos ha dado en la santidad de Teresita de los Andes”.

En el mensaje, emitido a través de un video, el sacerdote también comenta que lo que sucederá próximamente es una oportunidad para pedirle a la santa “que siga siendo ese faro luminoso para toda la humanidad”.

Santa Teresa de Los Andes nació en 1900 como Juanita Fernández Solar y, desde los 6 años, asistía con su madre casi diariamente a misa. Su único anhelo era comulgar, lo cual pudo hacer por primera vez en 1910. Desde ese momento, lo hacía de forma diaria, además de tener un intenso diálogo con Jesús. A los 14 años recibió el llamado del Señor y eligió, para cumplirlo, el carisma carmelita. A los 17 años expuso su ideal carmelita de “sufrir y orar” y, con pasión, defendió su vida contemplativa, que el mundo «tacha de inútil». Le dio alegría saber que su sacrificio serviría para mejorar y purificar al mundo.

Como carmelita, tomó el nombre de Teresa de Jesús, y no alcanzó a vivir ni un año entero en el convento, ya que murió el 12 de abril de 1920.

Fue beatificada por san Juan Pablo II en Chile, el 3 de abril de 1987, y canonizada por el mismo pontífice en Roma, el 21 de marzo de 1993.

El papa polaco decía hace 30 años, el día de su canonización: “Dios ha hecho brillar en ella de modo admirable la luz de su Hijo Jesucristo, para que sirva de faro y guía a un mundo que parece cegarse con el resplandor de lo divino. A una sociedad secularizada, que vive de espaldas a Dios, esta carmelita chilena, que con vivo gozo presento como modelo de la perenne juventud del Evangelio, ofrece el límpido testimonio de una existencia que proclama a los hombres y mujeres de hoy que en el amar, adorar y servir a Dios están la grandeza y el gozo, la libertad y la realización plena de la criatura humana. La vida de la bienaventurada Teresa grita calladamente desde el claustro: ¡Solo Dios basta!”.

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