Catequesis del Papa Francisco sobre su viaje apostólico a África

Catequesis del Papa Francisco sobre su viaje apostólico a África

El Papa Francisco dedicó su catequesis de la Audiencia General de este miércoles 8 de febrero a su reciente viaje apostólico en África, en donde visitó la República Democrática del Congo y Sudán del Sur.

“He dicho dos palabras: la primera es negativa, ‘¡basta!’, ¡basta de explotar África! La segunda es positiva: ‘juntos’, juntos con dignidad y respeto recíproco, juntos en el nombre de Cristo, nuestra esperanza”, señaló el Santo Padre.

A continuación, la catequesis que pronunció el Papa Francisco:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

La semana pasada visité dos países africanos: la República Democrática del Congo y Sudán del Sur. Doy las gracias a Dios que me ha permitido realizar este viaje, deseado desde hace tiempo. Dos “sueños”: visitar al pueblo congoleño, custodio de un país inmenso, pulmón verde de África y segundo del mundo junto a la Amazonia son los dos pulmones del mundo. Tierra rica de recursos y ensangrentada por una guerra que no termina nunca porque siempre hay quien alimenta el fuego. Y visitar al pueblo sursudanés, en una peregrinación de paz junto al arzobispo de Canterbury Justin Welby y al moderador general de la Iglesia de Escocia, Iain Greenshields: fuimos juntos para testimoniar que es posible y necesario colaborar en la diversidad, especialmente si se comparte la fe en Cristo.

Los primeros tres días estuve en Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo. Renuevo mi gratitud al presidente y a otras autoridades del país por la acogida que me reservaron. Inmediatamente después de mi llegada, en el Palacio Presidencial, pude dirigir el mensaje a la nación: el Congo es como un diamante, por su naturaleza, por sus recursos, sobre todo por su gente; pero este diamante se ha convertido en motivo de contención, de violencias, y paradójicamente de empobrecimiento para el pueblo. Es una dinámica que se encuentra también en otras regiones africanas, y que vale en general para ese continente: continente colonizado, explotado, saqueado.

Frente a todo esto he dicho dos palabras: la primera es negativa, “¡basta!”, ¡basta de explotar África! He dicho otras veces que en el inconsciente colectivo está el “África va explotada. ¡Basta con esto!”, he dicho eso.

La segunda es positiva: juntos, juntos con dignidad y respeto recíproco, juntos en el nombre de Cristo, nuestra esperanza e ir hacia adelante. No explotar e ir hacia adelante insieme.

Y en el nombre de Cristo nos hemos reunidos en la gran Celebración eucarística. También en Kinshasa hubo otros encuentros. En primer lugar, con las víctimas de la violencia en el este del país, la región que desde hace años está desgarrada por la guerra entre grupos armados manejados por intereses económicos y políticos. No pude ir a Goma. La gente vive en el miedo y en la inseguridad, sacrificada en el altar de negocios ilegales. Escuché los testimonios impactantes de algunas víctimas, especialmente mujeres, que depositaron a los pies de la Cruz armas y otros instrumentos de muerte. Con ellos dije “no” a la violencia y a la resignación, “sí” a la reconciliación y a la esperanza. Han sufrido tanto y continúan sufriendo.

Después me reuní con representantes de diferentes obras de caridad presentes en el país, para darles las gracias y animarlos. Su trabajo con los pobres y para los pobres no hace ruido, pero día tras día hace crecer el bien común. Sobre todo con la promoción, las iniciativas de caridad deben ser siempre promocionales, no solo para la asistencia, sino para la promoción, asistencia si, pero promoción.

Un momento entusiasmante fue con los jóvenes y los catequistas congoleños. Fue como una inmersión en el presente proyectado hacia el futuro. Ciertamente es así en el plano anagráfico, pero más aún en sentido espiritual: ¡pensemos en la fuerza de renovación que puede llevar a esa nueva generación de cristianos, formados y animados por la alegría del Evangelio! A ellos les indiqué cinco caminos, a los jóvenes: la oración, la comunidad, la honestidad, el perdón y el servicio. A los jóvenes del Congo les dije: éste es su camino: la oración, vida comunitaria, la honestidad, el perdón y el servicio. Que el Señor escuche el grito que invoca paz y justicia.

En la Catedral de Kinshasa me reuní con los sacerdotes, los diáconos, los consagrados y las consagradas y los seminaristas. Son muchos y son jóvenes, porque las vocaciones son numerosas. Una gracia de Dios. Les exhorté a ser servidores del pueblo como testigos del amor de Cristo, superando tres tentaciones: la mediocridad espiritual, la comodidad mundana y la superficialidad. Son tentaciones, yo diría, universales, para los seminaristas y para los sacerdotes ¿no es cierto? La mediocridad espiritual, cuando un sacerdote cae en la mediocridad es triste, la comodidad mundana, es decir, la mundanidad, que es uno de los peores males que puede caer a la Iglesia y la superficialidad.

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