Carlos Osoro: "Las puertas de la Iglesia son las de una casa paterna y no las de una aduana"

Carlos Osoro:

General de los claretianos: "La Iglesia gana mucho espiritualmente, cuando pierde mucho materialmente"

Por José Manuel Vidal

 "Di que aquí está la vida religiosa de Francisco y que, en Madrid, respiramos desde que llegó Don Carlos". Dos monjas de Valladolid se me acercaron, tras la conferencia del arzobispo de Madrid en la 45 Semana nacional para institutos de vida consagrada. En la inauguración, Don Carlos, con ecos de Francisco, aseguró que "las puertas de la Iglesia son las de una casa paterna y no las de una aduana". Y por el mismo surco discurrieron las demás intervenciones.

Lleno total en el enorme salón de actos de la Fundacion Pablo VI. La semana de la vida religiosa esta ampliamente consolidada, como prueba que esté celebrando su 45 edición y que, año tras año, consiga llenar el aforo de más de 2.000 personas. Este año, además, tiene atractivos añadidos. Primero, el tema: "La vida consagrada con entrañas de misericordia". Y, en segundo lugar, los ponentes. Con nombres tan destacados como monseñor Carlos Osoro, el cardenal Tagle, el cardenal Braz de Aviz o el jesuita Antonio Spadaro, entre otros.

Ayer mismo, en la mesa de presentación estaban el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, el general de los claretianos, Mathew Vathamattan, la presidenta de Confer, María Rosa Rios, el decano de la Facultad de Teología de la Pontificia de Salamanca, Gonzalo Tejerina y el director del Instituto de Vida Religiosa, Carlos Martínez, organizador de la semana. Excusó su asistencia el Nuncio, Renzo Fratini, llamado a capítulo por el Papa a Roma.

En la sala, ambiente de gala y de comunión en una misma visión de Iglesia: la de la primavera de Francisco y la vuelta al espíritu del Concilio. En los asientos, todo tipo de frailes y monjas, con diversos hábitos o sin hábito. Entre los asistentes, el obispo de Tarazona, Eusebio Hernández Sola, o el obispo electo de Mondoñedo-Ferrol y ex presidente de Confer, Luis Ángel de las Heras. Un arco iris de colores de la vida consagrada española. O, como dijo monseñor Osoro, "una visión inclusiva y católica de la vida consagrada en España".

Y comenzó la rueda de intervenciones y de saludos. Cortos y enjundiosos. Rompió el fuego la presidenta de la Confer (que sustituye en el cargo al obispo electo de Mondoñedo-Ferrol), María Rosa Rios, que agradeció precisamente a Luis Ángel de las Heras su "servicio y el modo de realizarlo, como un hermano sencillo".

Según la hermana María Rosa Rios, "la vida religiosa en España quiere ser agradecimiento y donación, testigo y agente de misericordia, para hacer presente la bondad y la ternura de Dios". Porque, "las obras de misericordia son nuestra pasión y están en el centro de nuestra vida y de nuestra misión".

Largo aplauso para la primera presidenta de la Confer, mientras sus palabras traen al auditorio evidentes ecos del Papa Francisco. Ecos que continúan en el saludo del decano de la Facultad de teología de la Pontificia de Salamanca, Gonzalo Tejerina. "La misericordia está de actualidad, porque es la misma entraña de la vida cristiana", dijo.

Tras apostar por "repensar la relación entre vida consagrada y misericordia", el padre agustino aseguró que precisamente en ella "está la fecundidad y la credibilidad de la Iglesia y de la vida religiosa, siempre que se renueve su práctica en nombre de aquel que pasó por el mundo haciendo el bien".

Comunidades religiosas interculturales

Con la sala ya caldeada, intervino el general de los claretianos, el asiático Mathew Vathamattan, para lanzar a la vida religiosa tres invitaciones: Mirar al pasado con gratitud, vivir el presente con pasión, siguiendo la llamada de Francisco, y dar testimonio de comunidades interculturales.

El superior claretiano insistió sobre todo en el "vivir el presente con pasión" y "con alegría", como pide el Papa, porque "nuestra misión es vivir y contagiar alegría y esperanza en el mundo de hoy herido e hiriente".

Trasmitir alegría y esperanza desde "el poder de la impotencia", sin "descorazonarnos, como hacemos a menudo, porque no tenemos relevo o porque no cosechamos éxitos en nuestra obras". Ésta es, según el padre Vathamattan, "la tentación de la mundanidad espiritual de la que el Papa se lamenta tan a menudo".

A su juicio, la vida consagrada no puede perder nunca de vista que "Dios elige a los pequeños y a los últimos. Eligió a David y no a Goliat, a María y no a Cleopatra". Y advirtió que "la Iglesia gana mucho espiritualmente, cuando pierde mucho materialmente". Es el poder de la impotencia y del desvalimiento.

En este sentido, invitó a la vida consagrada a proclamar a fondo "el testimonio de las comunidades interculturales", dado que la vida religiosa es cada vez más multiétnica y multicultural, con claros rasgos asiáticos y africanos. Sin que la interculturalidad se convierta "en una mera táctica de supervivencia", sino en "vida en comunión en medio de la diversidad". Para dar ejemplo al mundo también en eso.

Tras la ovación al general Vathamattan, el turno del organizador del evento, Carlos Martínez Oliveras, que presentó las distintas ópticas desde las que se va a abordar, en la semana, la temática de la misericordia y la encuadró en la actualidad. Con referencias "a la brutal masacre de Pakistán o de Bruselas", al asesinato de las misioneras de la Caridad en Yemen y a la desaparición del hermano Tom, hasta la crisis de los refugiados en el Egeo. En este marco, se irán desgranando los distintos aspectos de la vida religiosa "experta en comunión, en misericordia y en humanidad".

Quedaban dos momentos álgidos en la tarde-noche de inauguración de la Semana de la vida religiosa. El primero, con la esperada intervención del arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, al que el organizador de las jornadas presentó como "el obispo que es padre, hermano y amigo desde que llegó a Madrid". Y desencadenó una larga ovación de aprobación a sus palabras.

Los tres transplantes de Carlos Osoro

Don Carlos fue directo al grano: "Sois el escaparate de la misericordia del Señor. Sois la misericordia en la vida de la Iglesia". Y, a continuación, citando a Francisco, propuso la alegría y la misericordia como las "vigas maestras" de la vida religiosa.

Y para reforzar esas vigas maestras, el arzobispo de Madrid ofreció el camino de "tres transplantes". El primer transplante, el de ojos. Para tener unos ojos como los del Dios que grita: 'He visto la opresión de mi pueblo'.

Un segundo transplante de corazón, porque "no hay kerigma ni anuncio sin mirar a los otros y volver al corazón del Evangelio: el amor y la caridad". Es decir, se trata, de "tener el corazón de Cristo y entusiasmarnos por vivir el Evangelio, que no es una caridad a la carta, sino el Reino de Dios".

Por último, el tercer transplante que pidió monseñor Osoro es "el cambio de banco y de moneda". Porque, "para meternos con pasión en las circunstancias vitales de la gente, necesitamos cambiar la moneda de nuestra propia vida y ponerla al servicio del gran banquero que es Dios".

Tras explicar con pasión los "tres transplantes", Osoro abordó la relación entre la Iglesia y la misericordia. A su juicio, "la misericordia es el eje fundamental para la reforma de la Iglesia", que tiene que conducirla hacia "una pastoral sin miedo a la bondad y a la ternura".

Porque "la ternura no es la virtud de los débiles", sino la característica principal de la Iglesia, "que es madre y sale a curar a los heridos". Porque, como decía Pablo VI, "al mundo hay que salvarlo desde dentro" o, como dice el Papa Francisco, "la Iglesia es el lugar de la misericordia gratuita".

Y así continuó su conferencia el arzobispo de Madrid, con el tono ardiente y apasionado del que se lo cree y del que vibra con los mensajes de Francisco, cuyos ecos resuenan continuamente en sus palabras: "La Iglesia es una madre, una casa de puertas abiertas a la participación y a los sacramentos".

Y Don Carlos insistía: "Las puertas de la Iglesia son las de una casa paterna y no las de una aduana" y "las puertas de Jesús jamás están cerradas, porque, para Dios, nadie es excluido y los excluidos del mundo son sus preferidos". Y añadió: "Seamos valientes, para entrar por esta puerta de la misericordia que es Cristo". Y el arzobispo de Madrid concluyó contando su visita el Jueves santo, durante casi todo el día, a una cárcel de Madrid, entre las lágrimas y las confesiones de los presos, a los que repetía: "Jesús viene a arrodillarse ante vosotros".

Antonio Spadaro, entrevistador del Papa

Ovación atronadora de una vida religiosa que vuelve a encontrar un pastor de puertas abiertas y con entrañas de diálogo, cercanía y misericordia. Y, tras una pausa, la culminación de la inauguración con la conferencia del jesuita Antonio Spadaro, director de la prestigiosa revista de la Compañía, Civiltá Cattolica', primer entrevistador del Papa y que pasa por ser uno de sus asesores aúlicos de Bergoglio, aunque a él no le gusta el término.

Con este pedigrí 'franciscano' y jesuita, es fácil deducir que el padre Spadaro se sintió a sus anchas con la conferencia que le habían asignado, titulada "Francisco, el Papa de la misericordia". Comenzó´diciendo que "si Bergoglio no confiase en la misericordia, no habría aceptado su elección papal".

Entrando en materia, el jesuita italiano, experto en Ciberteología, comenzó desgranando el primer punto básico de su conferencia sobre el Papa: "La misericordia se manifiesta en el tiempo", es decir "con obras y no con palabras" y "dentro de un proceso temporal más que en un espacio".

Según Spadaro, "para Bergoglio, la misericordia es una proximidad, fruto de un proceso realizado ante todo por Dios que espera, que nos precede, que 'primerea". De ahí que el Papa esté convencido que el "camino de la Iglesia y de cada uno de nosotros es la espera y la paciencia de Dios". Por eso, el Papa "no sólo realiza actos, sino que abre procesos".

Una misericordia que el papa conjuga siempre con la justicia y "ambas requieren conversión". Una misericordia, además, "antídoto contra la ideología de la Iglesia cerrada". Una misericordia que tiene sus tiempos: "La misericordia y el pasado: el olvido del mal", "la misericordia en el presente: urgencia de salvar la vida" y "la misericordia y el futuro: la paciencia de la terapia".

Spadaro abordó a continuación "las formas de la misericordia" del Papa: Desde la física de los abrazos y los apretones de manos, hasta la empatía mental, pasando por "la consolación del corazón" y todo a "imagen del Buen Pastor".

Por último, el jesuita abordó el apartado de "la misericordia como omnipotencia y eternidad", porque, como dice la Biblia "Dios es misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad".

Y señaló que, con la convocatoria del Año de la Misericordia, el Papa "evita que la fe se encalle en los arenales de la ideología religiosa y comunica el verdadero rostro de Dios". Y otra atronadora ovación selló su conferencia, como un signo más de que el auditorio comulga plenamente con las tesis misericordiosas del Papa de la misericordia.

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