El cardenal Quevedo: “Urge paz entre la Iglesia y Duterte”

El cardenal Quevedo: “Urge paz entre la Iglesia y Duterte”

Por el bien de Filipinas, los obispos deben reconciliarse con el presidente «sheriff», que está modificando la geopolítica regional.

PAOLO AFFATATO

Un ramito de olivo para el Presidente Rodrigo Duterte. Es lo que, mediante Vatican Insider, le ofrece el cardenal filipino Orlando Quevedo, arzobispo de Cotabato, ciudad de la isla de Mindanao, en el sur del archipiélago y en donde Duterte gobernó como alcalde la ciudad de Davao durante 22 años.

El presidente de Filipinas, elegido en mayo de este año, es el hombre del momento a nivel internacional. Se ganó los reflectores de los medios de comunicación por sus «pedanterías» y por los epítetos poco gentiles dirigidos a Obama, a la ONU e incluso a Papa Francisco. Durante su reciente visita como jefe de Estado a China, anunció «la separación de Filipinas de los Estados Unidos», pero después se echó atrás parcialmente al volver a Manila.

De cualquier manera, en la visión de Duterte, Filipinas (que hasta 1946 eran territorio estadounidense y sólido aliado regional de Washington) «ya no serán una colonia» y pretenden acercarse (en una operación geopolítica que modifica los equilibrios del tablero del Pacífico) a Pekín y posteriormente a Moscú.

Que el presidente (ajeno a los tradicionales clanes familiares que durante décadas tuvieron el poder político y financiero en el archipiélago) sea un personaje, por decir poco, excéntrico y sin aplomo diplomático es evidente.

También la Iglesia católica ha sufrido su exuberancia, su popularidad y su manera de salirse de los esquemas. Durante la campaña electoral, algunos obispos pronunciaron palabras muy duras para descalificar a Duterte entre los electores, comparándolo con Pol Pot y con el diablo en persona. Y solo lograron obtener como resultado insultos del mismo tono por parte del presidente.

Ahora, la campaña lanzada para «limpiar» las calles de la nación de los traficantes y vendedores de droga (que hasta el momento ha provocado más de 3 mil víctimas, puesto que el enfoque más socorrido entre los agentes de policía es el del “grillete fácil”) ha suscitado nuevas y legítimas preocupaciones entre los ambientes católicos institucionales. La «guerra fría» entre la Iglesia y la cúpula del Estado continúa.

A pesar de ello, el cardenal Quevedo tiene una clara convicción: «Creo que la Iglesia y el Presidente Duterte tienen que hacer la paz. La paz y el bien de la nación comienzan con este camino de acercamiento. Nuestra postura es bien conocida: es una “colaboración crítica” con el gobierno. Lo hemos insistido como Conferencia Episcopal. El paradigma de “ataque y contraataque” no nos pertenece y no favorece a nadie».

Los pasos que propone Quevedo son muy concretos: «Se podría enviar a una delegación de obispos a parlamentar con el Presidente. Creo que mejor hombre para construir un puente en esta fase delicada sería Rómulo Valles, actual obispo de Davao, la ciudad de Duterte. Se necesita una pizca de buena voluntad recíproca, pero estoy convencido de que se trata de un camino que se debe recorrer».

Para explicar el enfoque de la Iglesia, el cardenal filipino pone un ejemplo: «Tomemos temas como la lucha contra la droga, contra la corrupción, contra el terrorismo. Como católicos, nos sentimos parte activa de esta campaña, que es moralmente correcta, evidentemente, y pretende la promoción del bien común. Por ello, haremos lo mejor que podamos para colaborar y dar una contribución para detener estos males, por el bienestar y el desarrollo de la sociedad».

«La actitud es crítica en cuando a los métodos adoptados —explicó Quevedo—, pero es una crítica constructiva, puesto que la brújula es el respeto de la dignidad y de los derechos fundamentales de cada hombre. Esperamos que la campaña contra la criminalidad pueda proseguir con métodos diferentes. Por ejemplo, sin matar a los sospechosos y sin ajusticiar a personas sin un proceso».

Específicamente, en relación con la campaña en contra de los traficantes de droga, hay que distinguir los diferentes tipos de homicidios: «En muchos casos, cuando la policía procede a arrestar a alguien, los sospechosos disparan: entonces los agentes responden al fuego y esta es legítima defensa. Por otra parte existen bandas de “vigilantes” que no han sido bien identificadas. Gente que lleva a cabo homicidios premeditados, a sangre fría. Estos están contra el Estado de derecho y en contra de la legalidad, esta es justicia sumaria. Hay que defender el derecho de todo ciudadano a la justicia, según el recorrido constitucional».

¿Será posible el acercamiento a un Presidente que ha insultado al Papa y que ha dicho que los obispos son unos «hipócritas»?. «Probablemente —concluyó Quevedo—, el presidente Duterte quiso responder a provocaciones. El cardenal Luis Tagle, yo y la mayor parte de los obispos nos quedamos fuera de las escaramuzas personales. Tengo confianza: sabremos superar este momento difícil».

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