Cardenal Hollerich: El camino sinodal iniciará una nueva primavera de ecumenismo

Cardenal Hollerich: El camino sinodal iniciará una nueva primavera de ecumenismo

El cardenal, Relator General en la próxima Asamblea del Sínodo de los Obispos de octubre próximo, habló en la Asamblea sinodal de las Iglesias asiáticas que se celebra en Bangkok: en la era del individualismo, la experiencia de la casa común de la humanidad se debe arraigar.

Por Alessandro De Carolis

Asia "es el continente menos individualista del mundo", es muy consciente del valor de la "comunidad", mucho más que Europa. Pero Asia es también la tierra con "el mayor número de especialistas" en tecnología, y el riesgo ligado al exceso de digitalización es el del "individualismo". Por tanto, es aquí donde la Iglesia puede y debe incidir con un testimonio de tipo sinodal que muestre por su especificidad la belleza de una convivencia real, frente a ciertas relaciones mediadas por una pantalla. El cardenal Jean Claude-Hollerich, arzobispo de Luxemburgo y Relator General en la próxima Asamblea del Sínodo de los Obispos, en octubre, cierra con este ejemplo su intervención ante la Asamblea sinodal de las Iglesias de Asia que concluyó en Bangkok.

Sínodo, acuerdo entre “instrumentos”

El cardenal pronunció un conciso discurso de tres puntos, empezando por el concepto de "sinfonía" evocado el primer día de trabajo. "Sinfonía", dijo, "significa que muchos instrumentos diferentes, con sonidos diferentes, producen juntos un bello sonido" y para llegar a ello se requiere "una cierta disciplina, de lo contrario no funciona". "La conversión sinodal -continuó- es cómo debemos afinar nuestros instrumentos" a Cristo, lo que "significa poner un poco atrás nuestro ego", porque "no hay sinodalidad sin humildad".

El valor del bautismo

Esta humildad, prosiguió el cardenal Hollerich, conduce en consecuencia a la posibilidad de "trabajar juntos" y el camino sinodal aparece mejor por lo que es, es decir, un camino hecho por "bautizados", por tanto, de todas las confesiones cristianas. El cardenal dijo que ve en este aspecto otra ventaja de la sinodalidad: "Siento que habrá una nueva primavera del ecumenismo basado en el bautismo. Porque antes estábamos muy atascados en la comunión. Y luego nos atascamos. Con el bautismo -y en el credo hablamos de bautismo, no de comunión- redescubrimos un momento de identidad que es muy importante para ser cristiano". Y así como el Sínodo de Roma "comenzará con la vigilia ecuménica de oración en Taizé", sería "hermoso -fue el deseo- que en cada diócesis hubiera una oración ecuménica para el comienzo del Sínodo".

Como hermanos de una misma casa

El tercer punto lo dedicó el arzobispo luxemburgués a "un texto de la sinodalidad que -señaló- nunca se ha entendido así: la creación del hombre y de la mujer". A veces, señaló, se ha interpretado "de una manera muy personalista: el hombre fue creado, yo fui creado". Luego en el sentido de 'hombre y mujer - matrimonio, familia', que es 'muy hermoso, muy verdadero' - y sin embargo, señaló el cardenal Hollerich, a ese mismo texto se le puede dar 'una interpretación sinodal', a saber, que 'la humanidad fue creada' y 'nosotros como Iglesia somos parte de esa humanidad y estamos llamados a servirla'. Por tanto, resumió, "una Iglesia sinodal es una Iglesia misionera de Cristo, que anuncia el Evangelio y sirve al mundo". Esto no lo es todo, porque si no servimos al mundo, nadie creerá en el anuncio del Evangelio que hacemos'. El Papa, concluyó el cardenal, ofrece una gran ayuda con sus encíclicas Laudato si' y Fratelli tutti a la comprensión de lo que significa "servir a la creación, a la Madre Tierra", y hacerlo "junto - Fratelli tutti - con las otras religiones".

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