Cara a cara de Francisco y Bonafini

Cara a cara de Francisco y Bonafini

Durante la entrevista con la dirigente de las Madres de Plaza de Mayo el Papa dijo que “por el momento” no puede viajar a Argentina

Por Nello Scavo 

Ciudad del Vaticano

“Le dije que nos habíamos equivocado con él, como nos equivocamos con Néstor (Kirchener)”. A pesar de la edad y los achaques, Hebe de Bonafini conserva el coraje de decir lo que piensa. Y si en el pasado no le había escatimado ataques a Jorge Mario Bergoglio, con la misma decisión le pidió perdón al Pontífice y no le ocultó todas sus críticas contra el presidente Macri.

El encuentro en el Vaticano no tuvo un carácter político. El mismo Francisco se ocupó de neutralizar cualquier intento de instrumentalización: “Si (Hebe de Bonafini) me usa o no me usa no es mi problema”. Esas fueron las palabras que escribió el Papa en un mail que envió a un amigo argentino y fueron difundidas por la agencia Telam. “Parece que la piedra del escándalo es que yo reciba a la señora Bonafini. Sé bien quién es, pero mi obligación de pastor es la de comprender con mansedumbre”, sigue diciendo el Papa en el mensaje, cuyo destinatario, según Telam, no quiere ser citado.

Bergoglio agrega que “esta señora, desde la plaza (de Mayo), me insultó varias veces con artillería pesada pero a una mujer a quien le secuestraron los hijos y no sabe cómo y cuánto tiempo los torturaron, cuándo los mataron y dónde los enterraron, no le cierro la puerta. Lo que veo allí –sigue diciendo- es el dolor de una madre. Si me usa o no me usa no es mi problema. Mi problema sería no tratarla con la mansedumbre de pastor”, subraya el Papa.

Un cara a cara en la línea de la misericordia. Una actitud que, inevitablemente, tendrá repercusiones y no solo en Argentina. Porque Francisco y Hebe al abrazarse han desarticulado la cultura de la sospecha, la que divide y contrapone. El ex embajador argentino en el Vaticano, Eduardo Valdés, dijo a Télam que “Francisco es puente”. Y el dirigente peronista Julio Bárbaro afirmó que el encuentro ha sido “un símbolo de unificación”.

Anticipar el futuro no es una empresa fácil, pero el anterior arrepentimiento de Estela Carloto y el pedido de perdón que ahora llega de Hebe de Bonafini ofrecen a la Argentina la histórica oportunidad de hacerse cargo de su pasado sin miedo de afrontar las verdades más incómodas. A menos que la política, en vez de promover relaciones constructivas, decida sembrar nuevas discordias.

Bonafini declaró que había criticado al presidente Mauricio Macri delante del Papa por sus políticas  que definió “liberales”. Francisco se limitó a escucharla, sin expresar su opinión al respecto. Ambos estaban “muy conmovidos” y se abrazaron, durante las dos horas que pasaron en Santa Marta. Eso fue lo que contó Hebe, de 87 años, aclarando que ella y el Papa no hablaron de los desaparecidos. Solo se tocó ese tema cuando Francisco le preguntó a Bonafini sobre sus tres hijos desaparecidos. “Yo soy madre de treinta mil, soy madre de todos ellos. Pero no vine aquí para hablar de los desaparecidos ni de mi situación personal –afirmó-, sino de la situación de la Argentina”. Bonafini le contó al Papa sobre los recientes “aumentos de la luz, del agua, del gas, de los medicamentos, de la atención médica, tanto que hoy un maestro ya no se lo puede permitir”. Y repitió varias veces “esto es violencia”. “Se está creando un clima –le dijo al Papa- en el que la gente está sin trabajo, las fábricas cierran a favor de las importaciones provenientes desde China”. Como es propio de ella, Bonafini no hizo descuentos: “El pan subió de 15 a 40 pesos. Si las cosas siguen así, corremos el riesgo de que otra vez la gente salga a asaltar supermercados”.

Un panorama con muchas sombras, sobre el cual Bergoglio, que siempre está cuidadosamente informado sobre la situación de su amado país, no expresó ninguna opinión. “El fue muy cariñoso –agregó Bonafini. Pasaron cosas muy importantes que nos demuestran que Francisco está con el pueblo”.

Durante el encuentro el Papa también dijo a Bonafini que por el momento no puede visitar Argentina. Algo de Hebe ha quedado en el Vaticano y no sería raro que el encuentro no quede asentado solo en el registro de visitantes. Bonafini le regaló al Papa uno de los pañuelos blancos que usan las “madres”. Y tal vez este pañuelo pase a ser también uno de los símbolos universales del Jubileo de la Misericordia.

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