El Buen Pastor de Kazajistán

El Buen Pastor de Kazajistán

El gobierno kazajo está muy a favor del diálogo interreligioso. Mira cómo en el pueblo de Zhanashar los misioneros católicos establecen vínculos con sus vecinos musulmanes

El llamado a la oración resuena desde la mezquita del pueblo de Zhanashar, en el sur de Kazajistán. 

Por callejuelas bordeadas de viejas empalizadas azul cielo, en el corazón de un barrio de viviendas modestas, se llega a una casa corriente, con una cruz en la puerta: es la capilla del Buen Pastor.

«Elegimos este lugar, pobre, que recibe poca atención del resto del mundo, porque es el tipo de lugar que preferimos», explica sor Irene, misionera de la Consolata, originaria de Mozambique. 

Con otras tres monjas y dos sacerdotes, acompaña a los veinte fieles de la parroquia. Un pequeño rebaño, como los católicos en Kazajistán, un país musulmán en un 70%, donde representan sólo el 1% de los 19 millones de habitantes.

«Vivimos como una gran familia»

Se acaba de instalar un parque infantil en los terrenos de la parroquia. «¡Es fantástico! El 90% de los niños que juegan provienen de familias musulmanas”, dice el padre Shimon, un joven párroco de Polonia

«Todos aquí saben que la Iglesia católica está abierta a todos. La gente sonríe, no se asusta con nuestra presencia. Así vivimos como una gran comunidad, una gran familia«.

Se realizan otras acciones. «Enseño guitarra a jóvenes y dirijo una pequeña banda de rock«, dice el padre Ladislav, originario de Corea del Sur, que celebra sus 15 años de sacerdocio. 

Medicina para todos

La hermana Ziporah, de Kenia, da cuatro lecciones de inglés cada semana para jóvenes de 4 a 20 años. 

Los jueves también vienen los frailes y hermanas franciscanos que practican la medicina coreana para la comunidad. 

«Muchas personas locales están recibiendo terapia para mejorar su salud», dice la hermana Claudia, colombiana. 

Las diversas iniciativas llevadas a cabo por los misioneros en Zhanashar benefician no sólo a su veintena de fieles sino también a la mayoría de sus vecinos musulmanes. Son un verdadero testimonio de una Iglesia católica abierta y dialogante.

«Siento la presencia del Buen Pastor»

«También siento lo mucho que la gente se preocupa por nosotros. De ellos también recibimos el amor de Dios», testimonia de nuevo sor Claudia.

Y habla de las abuelas que piden a sus nietos que guarden silencio cuando pasan frente a la comunidad en oración. Y de las muchas personas que los invitan a tomar un té en su casa o les piden que oren por ellos. 

La monja añade: «Siento verdaderamente la presencia del Buen Pastor«, el mismo que está representado detrás del altar, en la capilla: Jesús, rodeado de sus ovejas, en un paisaje de estepas típico de Asia Central.

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