El pasado fin de semana el Papa bautizó a dos pequeñas argentinas en una ceremonia privada e íntima en el Vaticano, un gesto que se ha repetido en diversas ocasiones
Por ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZ
Una ceremonia íntima, sin protocolo ni fotógrafos oficiales. Con apenas ocho invitados. Así fue el más reciente bautismo íntimo que celebró el Papa, el sábado 8 de agosto en la capilla de su residencia vaticana. Confirió el primer sacramento a dos pequeñas argentinas, una de ellas la hija recién nacida de un viejo amigo. Un gesto que no es el primero, ni será el último. Porque Francisco ha demostrado que, pese a guiar a la Iglesia universal, no pierde sus costumbres de pastor.
¿El escenario? La Casa Santa Marta. Hasta allí llegaron Lucas Schaerer y Ana Laura De Abreu a presentar a Simona Libertad, de poco más de dos meses de vida. Y a su hermana Charo, de 9 años, que también fue bautizada. El pontífice los recibió cómo un sacerdote más. Él mismo preparó todo para la ceremonia y al final apagó las velas exclamando: “Todavía tengo las costumbres de párroco”.
Schaerer integra La Alameda, esa organización argentina que lucha contra la trata de personas y la esclavitud laboral. Su líder y ahora parlamentario, Gustavo Vera, le presentó a Bergoglio algunos años atrás, cuando todavía era arzobispo de Buenos Aires. Cada vez que se veían los tres siempre aparecía el comentario, medio en broma, medio en serio: “Lucas va a ser cura”, le insistían. Él sólo reía. Pero sus caminos fueron distintos y hoy es padre, jefe de familia.
Cuando Francisco recibió una carta junto con una imagen de la ecografía de Simona, no dudó y le dijo a Vera que quería bautizar a la pequeña. Así lo hizo el sábado, a las cinco de la tarde, en una liturgia breve pero significativa.
“Fue un momento muy emotivo, él preparó todo para el bautismo como un simple sacerdote. También se hizo el certificado oficial y lo firmamos. Nos explicó a todos los pasos que iba dando en el bautismo y a veces jugaba un poco con el humor. Fue muy alegre, después pasamos a un salón contiguo en Santa Marta y ahí mantuvo un diálogo con todos. Se nota que a él le gusta bautizar, evangelizar, seguir bautizando, explicar el sacramento, hablar del compromiso que asumimos los padres y los padrinos”, contó al Vatican Insider Schaerer.
Y agregó: “Fue muy humano y se vio la amistad, demostrada en la apertura que nos dio. Estuvimos más o menos una hora en el salón, más el tiempo en el bautismo. Dedicó mucho tiempo y creo que este gesto fue para la familia de La Alameda, para la gente que trabaja por el otro y por el prójimo, fue una evangelización a gente que él sabe que se está jugando la vida todos los días por una ciudad donde no haya esclavitud, ni laboral ni sexual, donde no haya tráfico de personas. Ese es el mensaje”.
Los padrinos de Simona fueron Mercedes Ninci, periodista, y Fernando Kunkel, amigo de la infancia del padre de la pequeña. También recibió el primer sacramento Charo, de nueve años, que no estaba bautizada. Sus padrinos fueron Maria Paola Tallini y el propio Gustavo Vera, que viajó a Italia invitado por la organización antimafia Libera para dar una conferencia en un viñedo incautado y recuperado, en las cercanías de Nápoles.
“Vos sos mucho más consciente que tu hermana”, le dijo Bergoglio a la pequeña Charo, cuando le explicó la importancia del sacramento que estaba por recibir. Ella y su familia pudieron viajar a Roma gracias a un enorme esfuerzo económico y una colecta entre parientes y amigos.
Para Schaerer, el bautismo no sólo fue un detalle de amistad, también significó una “bendición” al trabajo de los activistas de La Alameda, quienes lo acompañaron cuando –siendo cardenal- realizó misas contra la trata de personas en la Plaza Constitución de Buenos Aires en las cuales apenas participaban 150 personas. Eran otros tiempos y Bergoglio no era popular. Pese a las dificultades, él se mantuvo cercano a los cartoneros y a los costureros que salían de los talleres clandestinos donde se confeccionaba ropa “de marca” que se vendía en costosos negocios de la capital.
“No todos ellos pueden venir pero con este detalle el Papa nos dice que estamos en el camino justo, el camino de luchar por la verdad y la justicia, de fraternizar”, insistió Lucas.
Tras la ceremonia del sábado, Francisco recibió decenas de cartas de diversas parroquias de Buenos Aires: San Cayetano de Liniers, Perpetuo Socorro de Villa Luro y otras. Además recordó con sus invitados historias del barrio de Boedo, donde se conocieron sus padres y nació el club de fútbol de sus amores, San Lorenzo.
Aunque desconocidas, liturgias privadas como esta no son raras para el Papa. Con cierta periodicidad las celebra en Santa Marta. Como cuando bautizó a los hijos de Lucrecia Cardoso, titular del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales de Argentina, el sábado 21 de febrero pasado. Lo hizo a petición directa de la hija de una de sus amigas entrañables, la ya fallecida Alicia Oliveira. En octubre del 2014 hizo lo propio con la segunda hija de Alejandro Marmo, artista argentino y también amigo suyo de vieja data.
Lo explicó bien Schaerer: “Para nosotros es una gran alegría y expresa eso que hizo en La Alameda de bautizar a los hijos de los costureros, esa coherencia que él mantiene a lo largo de sus 78 años de vida demuestra que sigue siendo el Jorge Mario Bergoglio que nosotros conocimos. Hoy no se la cree, no por ser Papa se olvidó de los amigos con los cuales luchó espalda por espalda sino que los mantiene”.
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