¿La desclasificación que dispuso el Papa ayudará a aclarar el tema de los desaparecidos argentinos? Diálogo a dos voces con Remo Carlotto y Gil Lavedra
Por Ignacio Grimaldi
La presidente de la Asociación de familiares de detenidos y desaparecidos por razones políticas, Lita Boitano, informó que el Papa Francisco está decidido a proceder a la desclasificación de los archivos de la Iglesia relacionados con los hechos que ocurrieron entre 1976 y 1983 en Argentina. La señora Boitano, madre de dos hijos desaparecidos, no tiene dudas de que allí se puede encontrar material que ayude a la identificación de los desaparecidos y a recuperar niños robados. “En aquellos años de terrorismo de Estado los familiares denunciábamos las violaciones de derechos humanos que se cometían en Argentina y escribíamos cartas al Vaticano. Debe haber constancia de esa información”. Lita Boitano ha asegurado que el Papa Francisco está decidido a levantar el secreto que todavía pesa sobre una parte de los archivos vaticanos. No solo eso, afirmó también que el Papa piensa publicar “un documento de autocrítica sobre la Iglesia” en los años de la dictadura. “Me dijo que está preparando un documento sobre el tema”, declaró a una radio argentina cuando retornó a su país. Planteó también la hipótesis de que el texto podría estar terminado “más o menos dentro de un mes”. El secretario privado del Papa, Monseñor Guillermo Karcher, de la Secretaría de Estado, confirmó prácticamente todo lo dicho, salvo el detalle más explosivo, el documento en preparación sobre el que nadie había oído hablar, afirmando que “la Secretaría de Estado ya comenzó a trabajar en el tema de la desclasificación de los archivos del Vaticano relacionados con la dictadura argentina”. No hizo ninguna referencia a la demora, solo aclaró que “va a llevar tiempo, para que las cosas se hagan bien”. Es nada menos que una operación de glasnost cuarenta años después del golpe de Estado que instaló una junta militar en el gobierno del país sudamericano.
Las afirmaciones de Lita Boitano –y sobre todo las del estrecho colaborador del Papa- se siguen con suma atención en Argentina. El Presidente de la Comisión de derechos humanos de la Cámara de Diputados, Remo Carlotto, admitió que sentía “gran esperanza” por lo que estaba haciendo el Papa. La Conferencia Episcopal argentina en su conjunto prefiere no hacer comentarios hasta que el Pontífice no haya manifestado públicamente sus intenciones.
Uno de los jueces del proceso contra las Juntas Militares de la dictadura argentina, el ex diputado Ricardo Gil Lavedra, en diálogo con Tierras de América recordó que en aquellos años los familiares de las víctimas recorrían las parroquias con la esperanza de conocer la suerte de sus desparecidos. Es probable que varios párrocos o sacerdotes hayan a su vez informado al nuncio vaticano en el país, y ellos a la Santa Sede. “La Iglesia no puede no tener información”, confirma Gil Lavedra.
Remo Carlotto, hijo de la presidente de la comisión de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, resume las dos actitudes que en su opinión estaban presentes en la institución eclesiástica en los años más duros de la represión militar. La de quienes ocupaban altos puestos jerárquicos, que “acompañaban la acción criminal del Estado y bendecían los aviones de la muerte” y el de aquellos que hicieron lo posible para salvar vidas. Carloto destaca entre estos últimos la figura de monseñor Enrique Angelelli, que a su vez también fue víctima de la dictadura. Gil Lavedra concuerda, y señala entre los “cómplices” a monseñor Christian Federico von Wernich, capellán de la Policía de la Provincia de Buenos Aires en los años del “Proceso de Reorganización Nacional, condenado a cadena perpetua en 2007. A pesar de eso, el ex diputado niega que la Iglesia en cuanto tal haya cometido crímenes y prefiere hablar de “responsabilidad por omisión”. Si los archivos no se abrieron hasta hoy “es porque no hubo voluntad de hacerlo”. Gil Lavedra, ex Ministro de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, tiene confianza y considera que la Iglesia “aportará nuevos elementos” en la búsqueda de la verdad. “La justicia necesita la verdad”, afirma, “y hasta que no tengamos la verdad, tampoco podrá haber justicia plena”. El ex diputado afirma que a 32 años del fin de la dictadura todavía quedan muchas cosas por saber, tanto sobre el destino de los desaparecidos como de los niños sustraídos a sus legítimos padres, por lo general asesinados. “Que se conozca a fondo todo lo que ha ocurrido puede evitar que vuelvan a ocurrir hechos tan atroces”.
Gil Lavedra es prudente cuando se trata de evaluar las consecuencias de la apertura de los archivos en los procesos que todavía están en curso en Argentina o sobre eventuales procesos nuevos que podrían iniciarse. “Sería aventurado hacer evaluaciones al azar sin tomar primero conocimiento de los elementos nuevos que contienen los archivos”. Remo Carlotto insiste a su vez en la importancia de un indemnización a los familiares de los desaparecidos y en que los eventuales procesos que se abran en base a la información que aporte el Vaticano se lleven a cabo en Argentina. El hijo de Estela de Carlotto relaciona estrechamente la desclasificación de los archivos sobre la dictadura con la llegada de Jorge Bergoglio al papado. “Ha traido un cambio en la mirada de la Iglesia”. Por fin “se está dando respuesta a más de 30 años de democracia en Argentina”. Recordó después el asesinato de su hermana Laura, secuestrada en la ciudad de Buenos Aires a fines de 1977, y las torturas que sufrió su padre: “El olvido no cura las heridas; solo el conocimiento de la verdad puede hacerlo”.
El 5 de agosto del año pasado Remo Carlotto supo que había sido identificado el hijo de su hermana Laura. “Sentí que por fin se había completado la mesa familiar, donde siempre había una silla vacía”. Está contento de haber mantenido la promesa que hizo “sobre la tumba de Laura”. También reconoció que en estos años se ha hecho mucho trabajo, pero todavía falta, “y en eso la Iglesia tiene un rol importante”. Señala tres líneas de acción que deben ser simultáneas: “La memoria, para que lo ocurrido no vuelva a repetirse, la verdad como acto de reparación y la justicia como señal para el conjunto del pueblo argentino de que no existe la impunidad”. La decisión inédita del Papa Francisco de abrir los archivos vaticanos es una luz de memoria, verdad y justicia que ilumina las páginas más oscuras de la historia argentina.
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