«Apesta a encerrado en el redil si no se busca la oveja perdida»

«Apesta a encerrado en el redil si no se busca la oveja perdida»

Papa Francisco durante la Audiencia general: Dios no conoce nuestra actual cultura del descarte. Por la mañana dijo al Royal Institute for Interfaith Studies de Jordania: diálogo con palabras, corazones y manos

Por IACOPO SCARAMUZZI - CIUDAD DEL VATICANO

El Papa dedicó la Audiencia general de hoy a explicar la conocida parábola evangélica del pastor que deja a 99 ovejas en el redil para ir a buscar en el desierto a la única que se había perdido. «Debemos reflexionar a menudo sobre esta parábola porque en la comunidad cristiana siempre hay alguien que falta y que se fue dejando un sitio vacío», comentó Francisco. «A veces esto es desanimados y nos hace creer que se trata de una perdida inevitable, una enfermedad sin remedio. Y entonces corremos el peligro de encerrarnos en un redil, en donde no habrá olor a ovejas, ¡sino que apestará a encerrado!». Antes de la Audiencia en Plaza San Pedro, el Papa recibió a una comisión del Royal Institute for Interfaith Studies de Jordania y habló sobre un diálogo que debe construirse con las palabras, los corazones y las manos.

El Papa explicó que esta parábola «es narrada por Jesús para hacer entender que su cercanía con los pecadores no debe escandalizar, sino al contrario provocar en todos una seria reflexión sobre cómo vivimos nuestra fe. La narración ve por una parte a los pecadores que se acercan a Jesús para escucharlo y por otra a los doctores de la ley, los escribas que sospechan y que se alejan de él por su comportamiento. Se alejan estos, porque Jesús se acerca a los pecadores».

Preocupado por esa única oveja, dijo el Papa, parece «olvidar a las otras 99. Pero en realidad no es así. La enseñanza que Jesús quiere darnos es más bien que ninguna de las ovejas se debe perder. El señor no puede resignarse a la pérdida de una sola persona. La acción de Dios es la de quien va a buscar a los hijos perdidos para después hacer fiesta y alegrase por haberlos encontrado de nuevo. Se trata de un deseo irrefrenable: ni siquiera 99 ovejas pueden detener al pastor y mantenerlo encerrado en el redil. Él —prosiguió Bergoglio— podría pensar: ‘Pero, hago el balance: tengo 99, perdí una, pero no es una gran pérdida’. No, él va a buscarla a esa, porque cada una de ellas es muy importante para él y aquella es la que tiene más necesidad, la más abandonada, la más descartada; y él va buscarla. Todos hemos sido avisados: la misericordia hacia los pecadores es el estilo con el que actúa Dios y a tal misericordia es absolutamente fiel. Nada ni nadie podrá distraerlo de su voluntad de salvación. Dios —dijo el Papa— no conoce nuestra cultura del descarte, en Dios esto no tiene lugar. Dios no descarta a ninguna persona; Dios ama a todos, busca a todos… ¡Todos! Uno por uno. Él no conoce esta palabra: ‘descartar a la gente’, porque es todo amor y todo misericordia. El rebaño del Señor —dijo el Papa— siempre está en camino: no posee al Señor, no puede ilusionarse con apresarlo en nuestros esquemas ni en nuestras estrategias. El pastor será encontrado en donde la oveja se perdió. Hay que buscar al Señor en donde Él quiera encontrarnos, ¡no en donde pretendemos encontrarlo! De ninguna otra manera podrá recomponerse el rebaño, solo siguiendo la vía que ha trazado la misericordia del pastor. Mientras busca a la oveja perdida, Él provoca a las otras 99 para que participen en la reunificación del rebaño. Entonces no solo la oveja cargada sobre los hombros, sino todo el rebaño seguirá al pastor hasta su casa para hacer fiesta con amigos y vecinos».

Reflexionar a menudo sobre esta parábola, pensando también en el «buen ladrón», fue el consejo de Francisco finalizando la catequesis en italiano, porque en la visión de Jesús «nadie está definitivamente perdido», sino que son «ovejas que deben ser reencontradas». La perspectiva del Señor es, pues, «dinámica, abierta, estimulante y creativa», y nos empuja a salir en la búsqueda para emprender un camino de fraternidad. «Cada uno de nosotros - concluyó - es esa oveja que el Señor lleno de misericordia ha querido cargar sobre sus hombros para llevarla a casa y, al mismo tiempo, cada uno hemos sido llamados a recoger junto al Buen Pastor a toda la grey, para participar todos de su alegría. Que Dios los bendiga».

Durante los saludos finales en las diferentes lenguas, el Papa se dirigió, entre otros, a los familiares y amigos de los integrantes de la Guardia Suiza, que prestarán juramento el próximo viernes, y a los colaboradores de las parroquias de la arquidiócesis de Mónaco de Baviera.

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