Las antiguas huellas judías en Madrid

Las antiguas huellas judías en Madrid

Por Jorge Rozemblum

Jorge Rozemblum, director de Radio Sefarad de España nos brindará una columna sobre actualidad e historia de España y el judaísmo.

La primera evidencia histórica sobre Madrid data del siglo IX, cuando el emir cordobés Muhammad I levanta una fortaleza junto al río Manzanares. Donde hoy se encuentra la catedral de la Almudena.

En los alrededores se fue creando una población que recibió el nombre de Magerit, cuyo significado en árabe es “tierra rica en agua”.

Ya en el año 1053, un judío llamado Simeón Ibn Saúl escribía una carta a su hermana notificándole el fallecimiento de dos correligionarios de esa pequeña localidad.

Por la misma época y del mismo modo, un comerciante judío de Badajoz, Ismail ben Ishak, redactó también unas letras desde Siria a un amigo de Egipto. Le requería información sobre un mercader judío que debía hacerle entrega de una misiva de sus familiares. Sin embargo, había variado su ruta, retornando a Madrid, su lugar de residencia.

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A partir de estas dos referencias epistolares, el rastro sobre la comunidad judía de Madrid se desvanece hasta el 1202. Fue cuando el Fuero de Madrid concedido a la villa por el rey Alfonso VIII alude a cuestiones relacionadas con la población judía de la villa.

Poco después, también aparece reflejada la aljama (el barrio judío) en el llamado repartimiento de Huete de 1290. Evidencia (de acuerdo a la cantidad exigida) una presencia muy exigua de judíos en comparación con las aljamas de Toledo, Ciudad Real, talavera o Guadalajara.

Como el resto de la península en 1391, la judería de la ciudad sufrió los efectos de un pogromo. Pero se fue recuperando en parte durante el siglo que aún mediaría hasta la expulsión en 1492, alcanzando en 1485 su máximo esplendor.

En cuanto a la localización del barrio judío, en principio se situaba cerca de la fortaleza, en torno al Castillo, cerca del actual Palacio Real.

Tras la expulsión, hay autores que sitúan una nueva judería en los arrabales de entonces y lo que actualmente es el barrio de Lavapiés. Siendo su epicentro la calle de la Fe que hasta el 1453 se habría denominado calle de la Judería o calle de la Sinagoga.

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Ubicándose dicho templo donde hoy día se alza la Iglesia de San Lorenzo.

Pero estas opiniones han sido superadas, pues carecemos de pruebas documentales que así lo constaten, además de saber que el barrio de Lavapiés no era en la Edad Media sino una zona bastante poco poblada.

También se ha planteado que el muro de la judería de Madrid se extendía entre la Torre del Vinagre y Puerta Cerrada. Tampoco hay pruebas que lo corroboren.

La hipótesis más fiable apunta, no obstante, a que los judíos habitaron el Madrid medieval de forma bastante dispersa y dinámica. Esto es por lo menos hasta el año 1480 en el que se dictan las leyes de segregación forzosa de minorías en las Cortes de Toledo.

El Edicto del 31 de marzo de 1492 firmado por los Reyes Católicos sobre la expulsión de los judíos de Castilla y Aragón da fin a la presencia pública y organizada de esta comunidad.

No será hasta mediados del siglo XIX, y más concretamente a raíz de la promulgación de la Constitución de 1869 -que autoriza la libertad de cultos e, indirectamente, deroga el edicto de expulsión- cuando comiencen a entrar de nuevo judíos en España.

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Los recién llegados, de origen centroeuropeo, son mayoritariamente representantes de firmas industriales y bancarias europeas. En un lento goteo, van recalando en las principales capitales españolas durante los últimos años del citado siglo y los primeros del XX. No constituyen una comunidad judía cohesionada y organizada. Hasta que, con el estallido de la Primera Guerra Mundial, lleguen a la capital española refugiados judíos de distintos países que, junto a los centroeuropeos y marroquíes asentados anteriormente, conforman la primera comunidad judía moderna en Madrid e inauguran su sinagoga en el año 1917.

Su reducido número se irá incrementando con la afluencia de nuevos contingentes atraídos por las expectativas de apertura y progreso. Trae la instauración de la Segunda República,  como así también el éxodo de judíos alemanes que produce la toma del poder por los nazis en 1933.

Este núcleo, al que se unen desplazados de la Segunda Guerra Mundial y exiliados de los nuevos países del Este, dará lugar a la constitución de la segunda comunidad madrileña en 1949.

Esta reducida comunidad, de variado origen, experimentará su incremento más significativo a partir de 1956, fecha de la independencia de Marruecos.

La emigración de los judíos sefardíes del norte de África, iniciada a raíz de la constitución del Estado de Israel en 1948, se incrementa sustancialmente con la desaparición del Protectorado Español de Marruecos. Es percibida por gran parte de éstos como el inicio de un nuevo escenario menos habitable. Tanto por la limitación de las oportunidades económicas que supone la ruptura con la antigua «metrópolis», como por el temor de que la política antisemita desarrollada por otros países árabes con motivo de la creación de Israel se extienda al nuevo reino de Marruecos.

Jorge Rozemblum

Director de Radio Sefarad

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