El arzobispo de Córdoba lamentó la falta de diálogo entre la dirigencia y que en sus discursos "pulule el palabrerío". "Falten palabras significativas, hay un rejunte de monólogos", cuestionó, y se olvida -dijo- que la política "es el bien del otro".
El arzobispo de Córdoba, Ángel Rossi, quien este sábado será formalmente creado cardenal por el Papa Francisco en la basílica de San Pedro, aseveró que "faltan mensajes de esperanza hacia el pueblo en la campaña" de cara a las elecciones generales del próximo 22 de octubre en la Argentina.
El purpurado electo lamentó que "pulule el palabrerío" y "falten palabras significativas" en un marco en el que "se ha perdido" lo que denominó como "la gran política" y en el que predominan los "chusmeríos de conventillo".
"Parte de lo que estamos viendo en la Argentina es fruto de un desencanto y de una desesperanza muy grande", consideró el arzobispo, jesuita, en una entrevista con Télam en el Vaticano, en la que, no obstante, remarcó que se debe "ir adelante, con la esperanza a pesar de la realidad".
-En las próximos días se cumple un nuevo aniversario de la publicación de la encíclica 'Fratelli Tutti', en la que el Papa dedica un capítulo entero a la política como "alta forma de caridad" y a la importancia del diálogo, como planteó ya Pablo VI. ¿Cómo analiza esto en lo que es hoy el debate político en el país?
-Hay muchas palabras pero no hay diálogo. Pulula el palabrerío, pero faltan palabras significativas, hay un rejunte de monólogos. Además, el tema muchas veces es cómo pisarle la cabeza al otro, qué palabra uso para ser más fuerte que el otro. Para que haya diálogo tiene que haber escucha, y la escucha implica la humildad de que el otro pueda decir algo que a mí me haga bien, o que me pueda servir. Se ha perdido la gran política, en la Argentina y en el mundo, como dice el Papa. Hay un nivel de chusmerío de conventillo, de forma respetuosa a los conventillos. La política es el bien del otro, cuando se usa como un bien personal es la definición de corrupción.
-El lema del próximo Jubileo, en 2025, será "Peregrinos de esperanza". ¿Cree que faltan mensajes así en la campaña?
-Faltan mensajes de esperanza hacia el pueblo en la campaña. Parte de lo que estamos viendo en la Argentina es fruto de un desencanto y de una desesperanza muy grande. Que no está perdida la esperanza, sino debilitada. La gente sencilla por lo general conserva la esperanza, y eso es lo que hay que rescatar Es siempre hacia adelante. Mientras que la desesperanza y el desencanto generan resentimiento y luego la violencia, sentarse en un sillón e insultar. Tenemos que revisar nuestro desencanto, tenemos que ir adelante con la esperanza a pesar de la realidad.
-Su trabajo también ha estado enfocado al combate a la droga y el juego. ¿Cómo califica hoy a estas problemáticas?
-La droga y el juego son dos dramas in crescendo en el país. Con la droga vemos un crecimiento alarmante en todos los ámbitos. Da la sensación de que nos desborda, ya que hay niveles que van de lo doméstico a las responsabilidades de los Gobiernos e internacionales también. Esto no existiría si no hubiera una red de complicidades, una cadena de miserabilidad en la que quizás el que va preso es el menos culpable, el que tiene hambre al que por mover un poco de droga le dan unos cuantos dólares, y se termina convirtiendo en una tentación casi lógica
Y con el juego lo mismo: en Córdoba, por ejemplo, no hay casinos, pero con el juego online cada persona tiene un casino en su teléfono celular. Eso es algo que está haciendo mucho daño, incluso en los colegios, con chicos que se endeudan. Frente a la fragilidad y la pobreza, la gente juega y luego se vuelve adicción. Son flagelos que hemos gestado todos y en el que todos tenemos responsabilidad y que ojalá se pueden moderar y suavizar, más allá de que la función de la Iglesia a veces no sea resolver los temas, pero sí aportar a la educación y prevención. Son las cosas que imitamos mal de los países grandes, las cosas miserables que les copiamos.
Comentá la nota