Confinarlos hasta que decidan: el peculiar origen del cónclave

Confinarlos hasta que decidan: el peculiar origen del cónclave

La elección de un Papa no siempre fue un cónclave formal y reglamentado. Todo cambió en 1271, tras una elección papal que duró casi tres años. Fue en Viterbo donde se establecieron las bases del proceso de elección papal que aún rige a la Iglesia hoy.

Roma no siempre ha sido la sede del poder del papado. Durante dos períodos notables de la historia de la Iglesia, los papas vivieron fuera de Roma y sirvieron como sucesores de San Pedro lejos de la Ciudad Eterna.

Es el caso del Papado de Aviñón, un período de 68 años en el siglo XIV en el que los pontífices residieron en Francia, tras un conflicto entre el papado y la monarquía francesa.

Pero quizás un período menos conocido y potencialmente más significativo fue el breve periodo en que una pequeña ciudad a solo 90 minutos al norte de Roma se convirtió no solo en la residencia de nueve papas, sino también en la cuna del cónclave tal como lo conocemos hoy.

La Roma del siglo XIII era muy diferente a la que conocemos hoy. Estaba llena de violencia y división. Dos familias, los güelfos y los gibelinos, gobernaban y se disputaban la autoridad para nombrar obispos y abades. Una creía que el gobernante secular tenía el poder, mientras que la otra defendía la autoridad papal.

Como resultado, la ciudad eterna se vio invadida por el conflicto. Se la declaró insegura y el papa Alejandro IV decidió trasladar la sede papal a Viterbo, a tan solo 145 kilómetros al norte de Roma.

La pequeña ciudad ofrecía varias ventajas: su proximidad a Roma, sus vínculos con la familia Güelfa y su muralla circular de cuatro kilómetros. Para los cristianos, Viterbo era importante por su ubicación en la importante ruta de peregrinación llamada la Vía Francígena. Con todas estas ventajas, en 1257, Roma fue abandonada como residencia papal y Viterbo fue adoptada.

Durante 24 años, de 1257 a 1281, el Palacio de los Papas en Viterbo fue la residencia de los pontífices. Fue aquí donde se eligieron nueve hombres para presidir la Iglesia católica. Sin embargo, hasta 1268, el proceso de elección fue muy diferente al actual, mucho más definido y riguroso.

Los historiadores y canonistas generalmente sostienen que, hasta el siglo XIII, el papel papal se desempeñaba como en cualquier otra diócesis, lo que significa que la elección del nuevo Papa la realizaban los obispos vecinos, el clero y los fieles de Roma. Otros argumentan que no fue hasta el siglo IV, después del Papa Silvestre I, que los laicos fueron incluidos en parte del proceso electoral. En ocasiones, los emperadores y monarcas europeos nominaban a un sucesor.

Sin embargo, la idea del cónclave no se concibió hasta la muerte del Papa Clemente IV, lo que marcó un cambio drástico en la forma de elegir a los pontífices.

Confinarlos hasta que decidan

En 1268, la Iglesia se enfrentaba a una sede vacante y a la elección de un nuevo Papa. En ese momento, 19 de los 20 cardenales electores viajaron a Viterbo para participar en la elección del sucesor. Nadie podía imaginar que esta elección se convertiría en el cónclave más largo de la historia de la Iglesia.

Tras un año sin la elección de un nuevo Papa, los ciudadanos de Viterbo tomaron cartas en el asunto. En un intento de presionar a los cardenales para que tomaran una decisión, junto con el capitán del pueblo, Raniero Gatti, los encerraron en el Palacio de los Papas con una llave o "cum clave", de donde deriva la palabra latina "cónclave". Los cardenales, encerrados desde fuera, también fueron limitados a pan y agua.

Finalmente, en septiembre de 1271, tras más de tres años sin pontífice, fue elegido el Papa Gregorio X.

Tras la experiencia de Viterbo, algunos cardenales se dieron cuenta de que el largo y no oficial proceso de elección de Papas estaba obsoleto. El recién elegido pontífice, Gregorio X, publicó una Constitución Apostólica, Ubi periculum, con normas concretas para la selección de un nuevo Papa. Esta constitución apostólica sigue siendo la base del proceso actual que la Iglesia aún utiliza.

El humo blanco que sale de la chimenea de la Capilla Sixtina anuncia la elección de un nuevo Papa. (AFP o licenciantes)

Incluso con la publicación de estas nuevas normas, el nuevo proceso no se adoptó de inmediato. No fue hasta que el papa Bonifacio VIII designó el Ubi periculum como el único medio para elegir un Papa, incorporándolo al derecho canónico.

Con ello, Viterbo, también conocida como la Ciudad de los Papas y sede de la elección papal más larga de la historia, se convirtió en la cuna del cónclave.

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