«No a los vigilantes de la salvación, el amor de Dios es gratuito»

«No a los vigilantes de la salvación, el amor de Dios es gratuito»

El Papa en Santa Marta: no hay que dejarse engañar por los «doctores de la ley», que limitan los horizontes del Señor; existen los Mandamientos, pero la síntesis es «amar al prójimo»

Por DOMENICO AGASSO JR

ROMA 

Reducen los horizontes del Señor, y además empequeñecen el amor de Dios. Son los doctores de la ley que actúan como vigilantes de la salvación divina, y el Papa invitó a tener cuidado con ellos en la Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa Santa Marta, según indicó la Radio Vaticana. 

«Una de las cosas más difíciles de entender, para nosotros los cristianos, es la gratuidad de la salvación en Jesucristo». Papa Francisco desarrolló su homilía recordando que san Pablo encontró grandes dificultades para que los hombres de su tiempo comprendieran que esta era la verdadera doctrina: «la gratuidad de la salvación».

«Nosotros – observó el Pontífice – estamos acostumbrados a oír que Jesús es el Hijo de Dios, que vino por amor, para salvarnos, y que murió por nosotros. Pero lo hemos oído tantas veces que nos hemos acostumbrado». Cuando entramos en el misterio de Dios de «este amor sin límites», añadió, nos quedamos «maravillados» y, a veces, «preferimos no entenderlo». Hacer lo que Jesús nos dice que hagamos, continuó el Pontífice, «es bueno y se debe hacer», pero esta es «mi respuesta a la salvación que es gratuita, que viene del amor gratuito de Dios».

«Jesús parece un poco obsesionado contra estos doctores de la ley, porque les dice cosas fuertes. Jesús les dice cosas fuertes y muy duras. ‘Ustedes se han quedado con la llave del conocimiento, ustedes no han entrado, y a los que querían entrar, se lo impidieron, porque ustedes se llevaron la llave’, es decir, la llave de la gratuidad de la salvación, de ese conocimiento». 

Y estos doctores de la ley, prosiguió Francisco, «sólo pensaban que respetando todos los mandamientos podía uno salvarse, y quien no lo hacía estaba condenado». Así, «estrechaban los horizontes de Dios y hacían el amor de Dios pequeño, pequeño», a la «medida de cada uno de nosotros». Esta, añadió, es «la lucha que tanto Jesús como Pablo hacen para defender la doctrina».

Claro, observó, están los mandamientos, pero la síntesis de todo es «amar a Dios y amar al prójimo». Y con esta «actitud de amor», afirmó el Papa, «estamos a la altura de la gratuidad de la salvación, porque el amor es gratuito». «Si yo digo ‘ah, te amo’, pero tengo un interés detrás – advirtió – eso no es amor, eso es interés». 

«Y por esto Jesús dice: ‘El amor más grande es este: amar a Dios con toda la vida, con todo el corazón, con toda la fuerza, y al prójimo como a ti mismo’. Porque es el único mandamiento que está a la altura de la gratuidad de la salvación de Dios. Y luego añade Jesús: ‘En este mandamiento están todos los demás, porque llama (hace todo el bien) a todos los demás’. Pero la fuente es el amor; el horizonte es el amor. Si cierras la puerta y te llevas la llave del amor, no estarás a la altura de la gratuidad de la salvación que has recibido. Esta lucha por el control de la salvación (solo se salvan estos, los que hacen estas cosas) no acabó con Jesús y Pablo».

Este año, recordó Francisco, se celebran los 500 años del nacimiento de Santa Teresa de Ávila que festejamos hoy. Una mística, una mujer, afirmó, a la que «el Señor le dio la gracia de comprender los horizontes del amor» y «también ella fue juzgada por los doctores de su tiempo». Cuántos santos, afirmó, «fueron perseguidos por defender el amor, la gratuidad de la salvación, la doctrina. Muchos santos. Pensemos en Juana de Arco». 

Esta lucha, añadió, «no termina, también es una lucha que llevamos dentro. Y nos hará bien hoy preguntarnos: ‘¿Creo que el Señor me ha salvado gratuitamente?’. Y también, ‘¿Creo que no me merezco la salvación? ¿Y, si merezco algo, es por medio de Jesucristo, y de lo que Él ha hecho por mí?’. Hagámonos hoy estas preguntas, sólo así seremos fieles a este amor tan misericordioso: amor de padre y de madre, porque también Dios dice que Él es como una madre con nosotros; amor, horizontes grandes, sin límites, sin limitaciones. Y no nos dejemos engañar por los doctores que limitan este amor».

Comentá la nota