Unión, conciencia y alegría son el mensaje que se espera

Unión, conciencia y alegría son el mensaje que se espera

El padre jesuita José Luis Caravias, de 80 años, espera que el papa Francisco ayude a que haya más conciencia y preocupación por los pobres. Dijo que en los bañados viven campesinos expulsados de sus tierras y que hoy son explotados. Agregó que muchos están en la miseria, aunque reconoció que el progreso llega de a poco a sus barrios, como el sistema de desagüe cloacal.

Por Juliana Quintana

Descalzo y sin documentos, el 5 de mayo de 1972, el sacerdote jesuita José Luis Caravias fue secuestrado por la policía stronista y tirado hacia Clorinda. Dedicado a organizar y concienciar a obreros del Chaco argentino, abandonó esa localidad y fue a Buenos Aires. Allí conoció a Jorge Bergoglio (papa Francisco), quien en ese entonces era superior provincial de los jesuitas.

Bergoglio acogió y mantuvo a Caravias en la clandestinidad trabajando en las villas miserias argentinas. Eran tiempos difíciles para los jesuitas, y Bergoglio anticipó una encrucijada para los sacerdotes. Le recomendó que abandonara el país. Por ello, el padre Caravias no se cansa de repetir la misma frase: “Me salvó la vida”.

Al caer Stroessner, en 1989, el padre Caravias volvió a Asunción y se asentó en los suburbios de los bañados. Hoy vive en el Bañado Sur, abocándose completamente a la espiritualidad, y en esta entrevista analiza la visita del Papa y sobre los carenciados:

–¿Qué opina de la decisión del Papa de visitar el Bañado Norte?

–Francisco viene a visitar a los bañadenses, que es muy distinto. Él estará en el bañado más grande y más céntrico. En el encuentro estarán representantes de los bañados Norte y Sur, quienes harán escuchar sus preocupaciones al Pontífice.

–¿Por qué cree usted que viene aquí?

–Porque hay una realidad muy importante en Asunción: un 20% vive en los bañados; eso es muchísimo. Estamos seis parroquias en los bañados. En el Norte no hay ninguna parroquia. Todas las acciones tienen un motivo divino y un motivo fáctico. La visita del Papa, en concreto, sabemos que es una visita pastoral, pero tiene una dimensión política.

–¿Cómo ve usted esta dimensión?

–Yo diría que es más social que política. Todos los cristianos tienen una dimensión social, y si alguien no tiene dimensión social no es cristiano. La Iglesia se compromete mucho con todo lo social, porque insistimos en que todos los seres humanos están creados por Dios y a imagen de Dios; tienen una dignidad. Solo así superamos todo racismo y elitismo. Además, Jesús insiste en que Él estará con los pobres, y todo servicio que les hagamos a los mismos se lo hacemos a Él. Casas que no tienen, enfermos. Y todo eso supone una condena del sistema de acaparamiento, por un lado, y de miseria, por el otro. Jesús lo denunció fuertemente ante los profetas. Nosotros tenemos que incidir no solo ayudando a los pobres, sino denunciando la estructura de poder que los hunde. Espero que el Papa denuncie la estructura opresora que domina la política de este país.

–¿Cómo el Papa se enteró de los bañados en Asunción?

–Él ya los conocía hace mucho tiempo. Tuvo contacto con los paraguayos en Buenos Aires, y mucha gente de los bañados va para allá. Esta es la parte del pueblo marginada, despreciada, y él habla mucho de eso. De los despreciados, de los anulados que no solamente se les explota y se los margina, sino que se los ignora. Aquí los problemas graves del fondo de los bañados no se quieren saber, se ignoran. Si no fuera porque algunas veces hay inundaciones, la mayoría de los asuncenos ni siquiera sabrían que existen los bañados, y la mayoría nunca ha entrado acá.

–¿Por qué considera que hay una falta de compromiso y solidaridad?

–Porque a la gente que vive cómodamente le molesta que se le diga que hay gente que no tiene nada. Porque en el fondo, se le está pinchando hacia un compromiso. La manera burguesa de defenderse es insultando, despreciando. Además, por unos cuantos que son ladrones y maleducados generalizan al resto de las personas que viven en la pobreza, pero aquí hay gente muy honrada que trabaja muy bien. Los habitantes del Bañado Norte nos comentaban hace unos días que estaban muy felices viviendo allá.

–¿Usted ve la misma actitud en Bañado Sur?

–Sí. La mayoría no se quiere ir. Hace 30 años que viven acá. Pero la pregunta es ¿por qué vienen acá? Básicamente, porque la mayoría son campesinos a quienes echaron de sus tierras. Por diversos motivos, los empujaron para que perdieran sus tierras. Y las familias que venden sus tierras, ¿a dónde van? A buscar trabajo en las capitales. Asunción, Ciudad del Este. ¿Y dónde se van a instalar? Las capitales tienen precios astronómicos. Vivir aquí es muy baratito. Aquí no hay propiedad, no hay terrenos baldíos, el sistema que rige es el derecho de ocupación.

–¿Qué pasa con los que viven cerca de arroyos?

–Antes, aquí no había gente porque no había campesinos expulsados de sus tierras. Cuando vine a Paraguay, hace más de 50 años, los campesinos se casaban y tenían tierras. Hace 30 o 40 años no había gente en los bañados. Ahora sucede que en los bordes de los arroyos hay terrenos baldíos donde se asientan estos campesinos desalojados. Entonces, apenas sube el nivel del río, esa gente ya está inundada. Pero eso no debería de existir; existe porque los han presionado. La gente tiene que tener un terreno donde asentarse.

–¿Qué sucede con la basura cuando se inunda el Bañado Sur?

–Los arroyos siempre han sido el basural de Asunción. Hay más inundaciones por las lluvias que por la subida del río. Antes, cuando aquí casi no había gente, el arroyo se colmaba y cambiaba de cauce. Hoy, el arroyo eso no lo puede hacer porque está amurallado y lleno de casas; entonces sube. Estos arroyos que vienen del desagüe normal de Asunción trae mucha basura porque arrastra arena normal, pero también porque arrastra la basura de los ciudadanos. Cateura ya tiene 18 metros de montículos de basura y esto sigue subiendo más.

–¿Cree que habrá cambios en el comportamiento o en la actitud de la sociedad con la venida del Papa?

–Creo que no; seguiremos igual. La visita del Papa es un acontecimiento. Viene un personaje famoso. Hay mucha expectativa, demasiada. A lo mejor, alguna persona se vuelve un poquito más solidaria, pero de que cambien las acciones... no, y tampoco él viene para eso. Sirve un poco de consuelo, algo de esperanza, de concientización. Las causas de que existan estos suburbios de miserias son causas socioculturales, económicas, políticas, no religiosas. Esta es una visita religiosa, se puede traer un poco de consuelo.

–¿En qué cree que cambia esta visita con respecto a la de Juan Pablo II?

–En tiempos de Stroessner tuvo mucha fuerza la visita del Papa porque la coyuntura era especial. Eso no significa que el Papa cambiara a Stroessner. Hubiera caído igual, pero quizás Juan Pablo II le dio un último empujoncito. Yo no creo que eso pase, aunque sí espero que denuncie el sistema económico capitalista que domina en este país.

–¿Qué diferencias hay entre las villas argentinas y los bañados?

–No estuve mucho tiempo allí. Bergoglio me ayudó a salir, y estoy seguro de que me hubieran matado si hubiera entrado más por allá. Aquí, los bañados tienen la particularidad de que son inundables y poblados principalmente por campesinos.

–¿Les proveen algún tipo de ayuda? ¿Quiénes y qué tipo de apoyo?

–Escuelas parroquiales o de Fe y Alegría, principalmente. Ayudas estatales, muy pocas. Si se protesta mucho, ahí dan un poquito pero el mínimo, porque no quieren que progrese mucho esto; tienen que desalojarlos. La ayuda está muy partidizada. Eso se nota muchísimo este año, aun más que hace 20 años. Nosotros asistimos mucho a guarderías y una muy especial que es la de Conin. Ahí alimentan a los niños e instruyen a los padres.

–¿Usted vio algún progreso del barrio en los últimos 10 años?

–Sí, bastante. Han construido casas bien hechas, tenemos red cloacal.

–¿Qué mensaje querrían transmitirle al Papa los chicos del bañado?

–Ninguno. Ni saben lo que es. No hay milagrerismo. Es un espectáculo. Este país tiene mucho espectáculo. Hay cierta alegría, cierto consuelo. Esperamos que diga (el Papa) algo interesante. Ojalá deje un poco más de conciencia; ese sería mi deseo. Un poco de más unión en la gente, que se manifestará debilitando este capitalismo monstruoso que nos oprime a todos, ayudando a que el pueblo se libere un poco más.

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