"La única solución es el diálogo entre israelíes y palestinos"

Lo sostiene el patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, al exhortarlos a “hacer suya la vocación abierta, multirreligiosa y multicultural" de la ciudad santa. Graficó la situación como "una expresión de odio que lleva tiempo ardiendo".

“Jerusalén es el corazón del problema y esta vez ha sido la chispa que ha incendiado el país. Esta crisis indica que esta metodología no funciona y que no se puede imponer ninguna solución sobre Jerusalén”. Así se expresó a través de un comunicado el administrador apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, en relación con la escalada de tensión entre Israel y Palestina.

Pizzaballa calificó la situación como “una explosión de odio que lleva tiempo ardiendo” y que “también está implicando a las ciudades mixtas de Israel”.

“Este es el resultado de años de lenguaje político violento, de cultura y política de rechazo al otro, de desprecio”, lamentó el patriarca, al hacer un llamamiento a la creación de una nueva alianza de personas de buena voluntad para reconstruir las relaciones rotas.

En medio de un feroz enfrentamiento entre el ejército israelí y Hamás en la franja de Gaza, que está alcanzando un grado de violencia no visto desde 2014, la solución propuesta por Pizzaballa “sólo puede ser fruto del diálogo entre israelíes y palestinos, que deben hacer suya la vocación abierta, multirreligiosa y multicultural de la ciudad”.

A pesar de que todo surgió de la ya conocida cuestión de Shekh Jarrah, que se presenta como un tema legal legal, para el patriarca “es evidente que también se trata de una decisión política para seguir ampliando los asentamientos judíos en Jerusalén”. “Es una decisión que rompe el ya muchas veces roto equilibrio entre las dos partes de la ciudad y es una fuente de tensión y dolor”, expresó el clérigo nacido en Bérgamo, Italia.

Lo dicho sobre Jerusalén, según Pizzaballa, es extensible a toda la cuestión israelo-palestina, que debe volver “al centro de la agenda internacional”. El conflicto, que de momento se ha saldado más de 200 muertes entre la población civil palestina (unos 60 son niños), 58.000 personas desplazadas y medio millar de edificios dañados, es, como bien recuerda el patriarca "una herida abierta y dolorosa, oculta, pero nunca curada".

“El pueblo palestino —recuerda Pizzaballa— lleva años esperando una solución digna, un futuro pacífico y sereno, en su tierra, en su país. Para ellos, en cambio, parece no haber lugar en el mundo y, antes de poder vivir dignamente en su casa, son continuamente invitados por las distintas cancillerías a esperar un futuro desconocido y continuamente postergado”.

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