"Unámonos en la consagración ante la amenaza a la paz mundial"

"La Iglesia está fuertemente llamada a interceder por el fin de la guerra que causa sufrimientos cada día más terribles en la martirizada población ucraniana", dice Francisco. El rezo será este viernes a las 17, hora italiana, en la basílica de San Pedro.

El Papa ha enviado una carta a todos los obispos y los fieles del mundo para que se unan al acto "de consagración de la Humanidad y de Rusia y de Ucrania al Corazón inmaculado de María" y pidan el final de la guerra en Ucrania, "que está causando sufrimientos cada día más terribles en esa martirizada población, amenazando incluso la paz mundial".

"La Iglesia, en esta hora oscura, está fuertemente llamada a interceder ante el Príncipe de la paz y a estar cerca de cuantos sufren en carne propia las consecuencias del conflicto", dijo Francisco en la misiva publicada el miércoles para invitar a participar en los actos "de penitencia" y "consagración" que se celebrarán el próximo viernes en la basílica de San Pedro.

"Quiere ser un gesto de la Iglesia universal, que en este momento dramático lleva a Dios, por mediación de la Madre suya y nuestra, el grito de dolor de cuantos sufren e imploran el fin de la violencia, y confía el futuro de la Humanidad a la Reina de la paz", explica Francisco en su misiva.

El Vaticano también publicó la oración del acto de consagración que se rezará en esa ocasión.

En ella, Francisco pronunciará ante la Virgen: "Hemos olvidado la lección de las tragedias del siglo pasado, el sacrificio de millones de caídos en las guerras mundiales. Hemos desatendido los compromisos asumidos como Comunidad de Naciones y estamos traicionando los sueños de paz de los pueblos y las esperanzas de los jóvenes".

"Líbranos de la guerra, preserva al mundo de la amenaza nuclear", reclama uno de los pedidos que el Papa hará junto a obispos de todo el mundo desde las 17 locales (13 de Argentina).

"Nos hemos enfermado de avidez, nos hemos encerrado en intereses nacionalistas, nos hemos dejado endurecer por la indiferencia y paralizar por el egoísmo", señalará el papa.

En la ceremonia de consagración que el pontífice realizará paralelamente a la que en Fátima llevará a cabo el limosnero papal, el cardenal Konrad Krajewski, y que se repetirá en iglesias de todo el mundo, Francisco agregará: "Hemos perdido la humanidad, hemos estropeado la paz. Nos hemos vuelto capaces de todo tipo de violencia y destrucción. Necesitamos urgentemente tu ayuda materna".

La consagración al inmaculado corazón de María surge de los Secretos de Fátima, las revelaciones que la Virgen entregó a los tres pastores en la localidad portuguesa de Fátima en 1917.

La Virgen, según el segundo misterio, exigió la consagración de Rusia, que aquel año empezaba la revolución que desembocaría en su etapa soviética, o de lo contrario el país "difundiría sus errores por el mundo promoviendo guerras y persiguiendo a la Iglesia".

El Papa Pío XII ya realizó este acto hacia Rusia el 7 de julio de 1952 en su Carta Apostólica "Sacro vergente anno" y el 21 de noviembre de 1964 Pablo VI lo renovó en el marco del histórico Concilio Vaticano II.

"APRENDÍ EL ODIO A LA GUERRA"

Este miércoles, durante la audiencia general que encabezó en el Vaticano, el Papa calificó como "de muerte" a "las noticias de las personas que huyen, muertas, heridas, tantos soldados caídos de una parte y la otra".

"Pedimos al señor de la vida que nos libere de esta muerte de la guerra. Con la guerra todo se pierde, todo. No hay victoria en una guerra, todo es derrota", señaló el pontífice en la celebración que encabezó en el Aula Pablo VI del Vaticano.

"Que el señor nos haga entender que la guerra es una derrota de la humanidad, que nos libere de esta necesidad de autodestrucción", reclamó Francisco, quien el martes tuvo una conversación telefónica con el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski.

"Rezamos para que los gobernantes entiendan que comprar armas y hacerlas no es la solución al problema. La solución es trabajar juntos por la paz", enfatizó en esa dirección.

También durante la audiencia, el Papa recordó cómo aprendió de su abuelo ex combatiente en la Primera Guerra Mundial "el odio y la rabia a la guerra".

"Es él quien me transmitió este enfado, porque me habló del sufrimiento de la guerra y esto se aprende no en los libros sino de esta manera, pasándolo de abuelos a nietos. Esto es insustituible, la transmisión de la experiencia de vida de los abuelos a los nietos", explicó.

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