Una vez mas nos encontramos en las vísperas de un nuevo año. Una vez más, como cada año, corremos feroces carreras contra el tiempo para comprar los mejores regalos, armar el árbol navideño más luminoso o enviar la tarjeta virtual mas colorida que encontramos. Una vez mas, la desesperación y el nerviosismo ganan las calles y nuestras vidas deseando que las Fiestas terminen pronto… como si Navidad y Año Nuevo fueran exámenes de fin de curso que uno pudiera reprobar.

Este tiempo nos recuerda algo mas trascendental que Papa Noel, que a propósito era un obispo católico llamado San Nicolás y que por cuestiones del destino se transformó en una figura de exportación del marketing navideño norteamericano. Navidad nos recuerda que hace mas de dos mil años nacía Jesús en el mas humilde y sencillo de los establos, rodeado de sus padres y algunos animales. Sin lujos ni fuegos artificiales; sin mesas rebozantes de comida y bebidas su regalo de Navidad es que sintamos estos días como un tiempo de encuentro. 

¿Encuentro con quien? Fundamentalmente con uno mismo para hacer un balance enriquecedor y constructivo de todo lo acontecido durante el año. Aprovechemos para que también nazca en nuestros corazones la “Buena Noticia” y que así como nos encontramos con nosotros mismos, podamos también encontrarnos con aquel que esta a mi lado... pero a veces pareciera que es invisible a mis ojos. Somos un pueblo de Fe y Esperanza por eso confiemos y encomendémonos con humildad a la Sagrada Familia para que en el 2016 podamos sentirnos mas Hermanos de lo que somos.

 Será hasta la semana que viene, Dios mediante, y me despido con las palabras que decía Jesús de Nazaret: “Como quieren que sean los hombres con ustedes, así sean ustedes también con ellos”. Hasta entonces y que la estrella de Belén nos lumine!