“Es Santa Teresa, pero seguiremos llamándola Madre”

“Es Santa Teresa, pero seguiremos llamándola Madre”

Durante la canonización de la «monja de los últimos», Papa Francisco exhortó a la Iglesia a tender la mano a los «prófugos y encarcelados». Más de 100 mil fieles participaron en la ceremonia en la Plaza San Pedro, en uno de los momentos más importantes del Jubileo de la Misericordia

El Papa le reconoce el mérito de haber elevado su voz frente a los «poderosos de la tierra, para que reconocieran sus culpas ante los crímenes de la pobreza creada por ellos mismos». La Madre Teresa, patrona del voluntariado. «Dondequiera que haya una mano extendida que pide ayuda para ponerse en pie, allí debe estar nuestra presencia y la presencia de la Iglesia que sostiene y da esperanza». Servir a los últimos sin esperar un gracias. «Creo que, tal vez, tendremos algunas dificultades para llamarla “Santa Teresa”. Su santidad es tan cercana a nosotros, tan tierna y fecunda, que espontáneamente seguiremos llamándola “Madre Teresa”», afirmó el Papa que ha convertido la misericordia en el programa de su Pontificado.

La Madre Teresa, recordó Bergoglio, «a lo largo de toda su existencia, fue una generosa dispensadora de la misericordia divina, poniéndose a disposición de todos por medio de la acogida y la defensa de la vida humana, tanto la no nacida como la abandonada y descartada. Se comprometió en la defensa de la vida proclamando incesantemente que “el no nacido es el más débil, el más pequeño, el más pobre”». Se inclinó sobre las personas desfallecidas, abandonadas en las calles, reconociendo la dignidad que Dios les dio. Palabras que suenan casi a un “manifiesto” del Año Santo de la misericordia. «No hay alternativa a la caridad: quienes se ponen al servicio de los hermanos, aunque no lo sepan, son quienes aman a Dios».

La Madre Teresa de Calcuta, la monja de los pobres, ya es santa. El Papa pronunció la formula de canonización e inscribió en el «registro» de los santos a la religiosa albanesa Gonxha Agnes Bojaxhiu (1910-1997). Papa Bergoglio pronunció la fórmula en latín e inmediatamente después se escuchó un enorme aplauso de los fieles. Sus reliquias fueron colocadas al lado del altar. «La misericordia fue para la Madre Teresa la “sal” que daba sabor a cada una de sus obras y la “luz” que aclaraba las tinieblas de todos los que ya no tenían ni siquiera lágrimas para llorar su pobreza y su sufrimiento», precisó Francisco. «Su misión en las periferias de las ciudades y en las periferias existenciales —explicó— permanece en nuestros días como testimonio elocuente de la cercanía de Dios hacia los más pobres entre los pobres. Hoy entrego esta emblemática figura de mujer y de consagrada a todo el mundo del voluntariado: que ella sea su modelo de santidad».

«Que esta incansable trabajadora de la misericordia —pidió Francisco— nos ayude a comprender cada vez más que nuestro único criterio de acción es el amor gratuito, libre de toda ideología y de todo vínculo y derramado sobre todos sin distinción de lengua, cultura, raza o religión. Madre Teresa amaba decir: “Tal vez no hablo su idioma, pero puedo sonreír”. Llevemos en el corazón su sonrisa y entreguémosla a todos los que encontremos en nuestro camino, especialmente a los que sufren. Abriremos así horizontes de alegría y esperanza a toda esa humanidad desanimada y necesitada de comprensión y ternura».

Concelebraron con el Pontífice en la Plaza San Pedro 70 cardenales, 400 obispos y más de 1700 sacerdotes. En la homilía dedicada a la fundadora de la Congregación de las Misioneras de la Caridad y de los Misioneros de la Caridad, Francisco subrayó qué es la caridad en concreto: «quienes se ponen al servicio de los hermanos, aunque no lo sepan, son quienes aman a Dios. Sin embargo, la vida cristiana no es una simple ayuda que se presta en un momento de necesidad. Si fuera así, sería sin duda un hermoso sentimiento de humana solidaridad que produce un beneficio inmediato, pero sería estéril porque no tiene raíz. Por el contrario, el compromiso que el Señor pide es el de una vocación a la caridad con la que cada discípulo de Cristo lo sirve con su propia vida, para crecer cada día en el amor».

Citando el Libro de la Sabiduría, el Papa subraya que «nos presenta nuestra vida como un misterio, cuya clave de interpretación no poseemos. Los protagonistas de la historia son siempre dos: por un lado, Dios, y por otro, los hombres. Nuestra tarea es la de escuchar la llamada de Dios y luego aceptar su voluntad. Pero para cumplirla sin vacilación debemos ponernos esta pregunta. ¿Cuál es la voluntad de Dios en mi vida? La respuesta la encontramos en el mismo texto sapiencial: “Los hombres aprendieron lo que te agrada”. Para reconocer la llamada de Dios, debemos preguntarnos y comprender qué es lo que le gusta. En muchas ocasiones, los profetas anunciaron lo que le agrada al Señor. Su mensaje encuentra una síntesis admirable en la expresión: “Misericordia quiero y no sacrificios”. A Dios le agrada toda obra de misericordia, porque en el hermano que ayudamos reconocemos el rostro de Dios que nadie puede ver».

Al dirigirse a los voluntarios del mundo, el Papa exclamó: «¡Cuántos corazones confortan los voluntarios! Cuántas manos sostienen; cuántas lágrimas secan; cuánto amor derramo en el servicio escondido, humilde y desinteresado. Este loable servicio da voz a la fe y expresa la misericordia del Padre que está cerca de quien pasa necesidad». Francisco reservó para los pobres los mejores sitios para la canonización de la Madre Teresa, los que se encuentran frente al altar papal.

La santificación de Madre Teresa es uno de los grandes eventos del Año Santo de la Misericordia. Una canonización 3.0, grabada, como en los eventos más importantes que organiza el Vaticano, con cámaras 4K ultra hd. La Secretaría para la Comunicación de la Santa Sede, por primera vez y en colaboración con Mc360 photo, se encargó del proyecto «Yo estuve», una imagen panorámica de altísima definición de la Plaza San Pedro, en la que se podrá hacer zoom para ver cada una de las caras de los presentes en la plaza San Pedro. Según el vocero de la Santa Sede, Greg Burke, fueron distribuidos 100 mil boletos para la ceremonia. Y a todos ellos se sumaron las personas que participaron sin boleto desde la Vía de la Conciliación y desde las callecitas aledañas. Los periodistas acreditados para cubrir el evento fueron 600, de los cuales 125 son corresponsales para sitios web, hecho que demuestra el carácter «social» del evento.

Al final de la misa, el Papa recitó el Ángelus, aunque lo interrumpieron los fieles en varias ocasiones con sus aplausos. «En este momento quisiera recordar a todos los que se gastan al servicio de los hermanos en contextos difíciles y peligrosos —dijo el Pontífice. Pienso especialmente en muchas religiosas que dan sus vidas sin ahorrarse. Recemos en particular por la monja misionera española, sor Isabel, que fue asesinada hace dos días en la capital de Haití, un país tan afectado, para el que deseo que cesen tales actos de violencia y que haya mayor seguridad para todos. Recordemos también a otras monjas que, recientemente, ha sufrido violencia en otros países».

Después, Jorge Mario Bergoglio añadió: «mientras nos acercamos a concluir esta celebración, deseo saludarles y agradecerles a todos ustedes que han participado en ella. Sobre todo a las Misioneras y a los Misioneros de la Caridad, que son la familia espiritual de Madre Teresa. Que su Santa fundadora vele siempre sobre su camino y les ayude a ser fieles a Dios, a la Iglesia y a los pobres». El Papa también saludó a las autoridades presentes, «en particular a las de los países más vinculados con la figura de la nueva Santa, así como a las Delegaciones oficiales y a los numerosos peregrinos que vinieron de estos países en esta feliz circunstancia. Que Dios bendiga sus naciones». Y para concluir, «con afecto, les saludo a ustedes, queridos voluntarios y agentes de misericordia. Les encomiendo a la protección de Madre Teresa: que ella les enseñe a contemplar y a adorar cada día a Jesús Crucificado para reconocerlo y servirlo en los hermanos necesitados. Pidamos esta gracia también para todos los que se unieron a nosotros mediante los medios de comunicación en cada rincón del mundo».

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