Sanar los vínculos familiares

Sanar los vínculos familiares

Si no lo hubiera experimentado en primera persona, pensaría que es brujería. A mis ya 32 años he vivido muchas cosas. Sin duda alguna he aprendido a sacarle provecho a la vida ¿Qué vida? La que me ha tocado vivir y la que poco a poco fui construyendo, hoy es la vida que elijo tener.

¿Estamos condenados? es una pregunta que no pocas veces sale en conversaciones que pasan de ser triviales a profundas. No sé si hay respuesta. Hay cosas que nos condenan pero otras que nos brindan oportunidades para vivir en libertad. Por esa razón no me atrevería a ser tan categórica. Estoy convencida de que vamos eligiendo lo que nos pasa cuando... deseamos que pase. Esto último poco tiene que ver con "El Secreto" el libro de Rhonda Byrne, superventas en el 2006 que me recomendaron leer y que me pareció un poco "venido del más allá" (lo dejé a la mitad pero desde que lo hojeé, cuando tengo que encontrar aparcamiento repito mentalmente una y otra vez: "quiero encontrar sitio", y lo encuentro).

Quisiera sin embargo reflexionar en alto acerca de lo que podría ser la historia de cualquiera e inspirar, a quien lea, a analizar sus relaciones con la familia y amigos más cercanos para, del modo en el que uno más a gusto se sienta, y con el método que mas identificado se encuentre, sanar los vínculos.

¿Quién no ha tenido roces con sus padres? En la adolescencia, en el momento de elegir carrera, novio, piso, país...  ¿Y con un hermano/a? Si somos mayores porque creemos que la propia experiencia puede valer, si es al revés porque pensamos que podemos darles "cancha" acerca de la época que están viviendo porque en relación a las nuevas generaciones X, Y y Z , nos parece que están a años luz. Los abuelos tampoco salen ilesos de esta reflexión. Los hay estupendos, que marcan el tipo de "abuelazgo" al que aspiramos el día de mañana y los hay que son el claro ejemplo de lo que "no queremos" ser. Los hijos son motivo de unión en la pareja pero también de infinitas discusiones y sin duda alguna son quienes, en gran parte de los casos, se convierten en alarmas e indicadores que señalan la urgencia de  "empezar a trabajar".

Cuando las relaciones no son sanas el corazón se deteriora y la energía se consume. Eso nos hace estar por debajo de nuestro potencial como personas íntegras en cuerpo y alma. Por eso la importancia de entender la grandeza (y delicadeza) de la salud mental. Hay que cuidarla más que la física y hoy en día la sociedad invita a que sea al revés. Ojo con eso!

Para tener una buena salud mental es importante limar astillas y restablecer vínculos. Sobre todo con nuestra familia más directa y cercana. Ninguna de las asperezas que podamos tener pasan inocuas por la vida. Ser conscientes de eso nos hace responsables. No perdamos la capacidad y la oportunidad que cada uno tiene de hacerlo. Merece la pena y sin duda alguna, se logra una felicidad más plena.

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