Hace apenas cinco años, la pequeña comunidad judía de Porto, Portugal, estaba tan necesitada de dinero que no podía permitirse el lujo de corregir las profundas grietas del techo mohoso de su sinagoga, era demasiado pobre como para contratar a un rabino de tiempo completo debido a su pequeño tamaño de 50 miembros y la escasez de donantes en un país preso de una grave crisis financiera.
Recientemente, la situación de la comunidad mostró un cambio de tendencia, acogiendo el evento más grande de su historia reciente, que atrajo a cientos de personas de todo el mundo al nuevo hotel casher de la ciudad y a la sinagoga recién renovada.
La comunidad también cuenta con un nuevo museo judío y una mikve (baño ritual); asimismo, hay planes para construir una tienda casher, una guardería judía y una escuela.
El dinero proviene de una afluencia masiva de turistas judíos que coincidieron con la aplicación del derecho al retorno de los judíos sefarditas y sus descendientes a Portugal. “Esta ley no sólo nos dio nuevos fondos, sino que nos puso en el mapa mundial”, convertido al judaísmo ortodoxo. Rápidamente se pasó de un pequeño grupo de personas que luchaban por existir a una congregación acomodada con una posición local e internacional. Nunca pensé que viviría para ver esto”, comentó Emmanuel Fonseca.
Hasta ahora, únicamente tres de las cientos de solicitudes de ciudadanía han sido aprobadas, expresa León Amiras, abogado israelí que maneja la solicitud de ciudadanía y es presidente de la Asociación de Inmigrantes de América Latina, España y Portugal, que atribuye a complicaciones burocráticas conectadas con las últimas elecciones de Portugal.
El abogado espera que las cientos de solicitudes sean aprobadas durante el presente año.
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