Relación Papa-Presidente: Indicios de que no pasa por buen momento

Relación Papa-Presidente: Indicios de que no pasa por buen momento

Por actitudes propias y de sus colaboradores, Alberto Fernández la fue dilapidando. El último síntoma: un saludo del pontífice por el 25 de Mayo por demás frío y distante, y que el Gobierno decidió no hacer público. Pasos en falso que cambiaron el clima.

Sergio Rubin

La relación del presidente con el Papa Francisco no pasa por el mejor momento. El último síntoma lo constituyó la reciente carta de salutación del Papa al mandatario por el 25 de Mayo, que es una tradición de la diplomacia vaticana. Si bien ese texto es siempre bastante protocolar, quienes tuvieron acceso a él consideran que este año lo es aún más. “Destila una gran frialdad”, afirman.

Un hecho igualmente sintomático es que el Gobierno esta vez no difundió la carta. Y las gestiones de Clarín para obtenerlo fueron infructuosas. Es cierto que por estos días el funcionamiento de la administración pública esta reducida al mínimo por el confinamiento a raíz de la pandemia, pero la carta llegó antes del último DNU y además los partes de prensa se difunden por mail y las redes.

El empeño que puso Alberto Fernández para la aprobación de la legalización del aborto en medio de la pandemia -con sus consecuencias de muertes y agravamiento de la situación social- disgustaron al pontífice, más allá del proyecto en sí mismo. Así como que el Gobierno le atribuyera falazmente su deseo de que se lo votara cuanto antes.

Al Papa tampoco le cayó bien -según sus allegados- que el presidente le solicitara una audiencia en el marco de su reciente viaje a Europa para lograr apoyos en la renegociación de la deuda con el FMI y el Club de Paris. Es que Francisco hace rato que viene ayudando. Además, la herida por la aprobación del aborto aún esta abierta.

De hecho, un importante obispo argentino se reunió dos veces con altos funcionarios de la Cancillería para transmitirle el anhelo de Roma de que postergara el pedido. Lo cierto es que la audiencia terminó siendo breve -de apenas 25 minutos- y protocolar. Todo un mensaje al mejor estilo de la depurada diplomacia vaticana.

Desde entonces, el oficialismo protagonizó hechos que no ayudaron. El más reciente fue un tuit del canciller en el que lamentaba que el gobierno colombiano no haya permitido el ingreso de Juan Grabois como parte de una delegación para verificar la situación de los derechos humanos en el país, sumido en graves revueltas.

Específicamente, en Roma no se entiende por qué Felipe Solá incluyó una mención a que Grabois es miembro del ministerio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral del Vaticano, ya que no viajó en representación de ese organismo, y haya involucrando a la Santa Sede en una movida sobre un asunto muy delicado.

“Un canciller no puede cometer ese error”, dicen. Además de que blandir la participación de una figura tan polémica en la Argentina como Grabois en un organismo vaticano aviva las críticas al Papa por haber aceptado su nominación, más allá de que fue una propuesta de los movimientos populares de la región.

Tampoco resultó feliz en Roma que referentes del oficialismo hayan difundido un pronunciamiento en el que le piden al Gobierno que no haga pagos de la deuda con el FMI y el Club de París durante la pandemia en momentos en que Francisco -por pedido del presidente- está ayudando en la renegociación.

“Fue algo completamente oportuno”, consideraron, si bien puede tomarse la declaración como una actitud de consumo interno. Tampoco se ve bien que el ministro de Economía, Martín Guzmán, haya quedado debilitado luego de que el cristinismo y La Cámpora impidieron que echara a un subsecretario.

Guzmán venía recibiendo el apoyo de Francisco en su ardua tarea de renegociar la deuda. Dos semanas antes del paso del presiente por el Vaticano, él mismo había sido recibido por el Papa y compartido una hora de reunión, además de estar en la Pontificia Academia de Ciencias Sociales exponiendo su estrategia.

El desconcierto en El Vaticano no es menor respecto al Gobierno argentino ante todas estas situaciones, por no sumar otras más internas pero no menos relevantes. En especial, que el clima de confrontación no disminuye -y esto también involucra a sectores de la oposición-, pese a que el presidente se había comprometido a “unir a los argentinos”.

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