El Papa: no privaticemos la salvación como hacen las élites

El Papa: no privaticemos la salvación como hacen las élites

Homilía en la casa Santa Marta: Dios salva a los hombres uno por uno, con «nombre y apellido», pero todos forman parte de un «pueblo», y se equivocan los que se interesan solo por el proprio «grupito»

Los hombres son salvados singularmente por Dios, no individualmente, pues cada uno, «con nombre y apellido», forma parte de un pueblo, de una parroquia, de una comunidad. Por este motivo se equivocan los cristianos que creen que la salvación es para sí y para el proprio «grupito», compuesto por personas que «piensan que son buenos cristianos», pero han «privavatizado la salvación» como sucede en ciertas «élites eclesiales». Este fue el argumento principal de la homilía que Papa Francisco pronunció esta mañana en la capilla de la Casa Santa Marta. 

Comentando la Carta de San Pablo a los hebreos, Francisco, según indicó la Radio Vaticana, afirmó que Jesús es «la vía nueva y viva» que debemos seguir, con las formas y modalidades que «Él quiere». Hay, por el contrario, formas erróneas de vida cristiana, «modelos equivocados» que no hay que seguir, como, por ejemplo «privatizar la salvación». 

«Es cierto, Jesús nos ha salvado a todos, pero no genéricamente. A todos, pero a cada uno, con nombre y apellido», prosiguió Jorge Mario Bergoglio. «Y esta es la salvación personal. Yo fui salvado verdaderamente, el Señor me vio, dio su vida por mí, abrió esta puerta, esta nueva vía para mí, y cada uno de nosotros puede decir: “Para mí”. Pero existe el peligro de olvidar que Él nos ha salvado singularmente, pero como parte de un pueblo. En un pueblo. El Señor siempre salva en el pueblo. Desde cuando llamó a Abraham, le promete hacer un pueblo. Y el Señor nos salva en un pueblo. Por ello, el autor de esta carta dice: “Prestemos atención los unos a los otros”. No hay una salvación solo para mí. Si yo concibo así la salvación, me equivoco; yerro el camino. La privatización de la salvación es una vía errónea».

Según el Pontífice argentino, son tres los criterios para no privatizar la salvación: «La fe en Jesucristo, que nos purifica», la esperanza que «nos hace ver las promesas y seguir adelante» y la caridad: es decir prestar atención los unos por los otros, para estimularnos recíprocamente en la caridad y en las buenas obras». Por ejemplo, «cuando yo estoy en una parroquia, en una comunidad (cualquiera que sea), yo estoy allí, yo puedo privatizar la salvación y estar allí solo un poco socialmente. Pero, par ano privatizarla, debo preguntarme a mí mismo si hablo, si comunico la fe; si hablo, si comunico la esperanza; si hablo, si hago y comunico la caridad. Si en una comunidad no se habla, no se animan los unos a los otros en estar tres virtudes, los elementos de esa comunidad han privatizado la fe. Cada quien busca la propia salvación, no la salvación de todos, la salvación del pueblo. Y Jesús ha salvado a cada uno, pero en un pueblo, en una Iglesia». 

El autor de la Carta a los Hebreos, prosiguió el Papa «da un consejo “práctico” muy importante: “no desertemos de nuestras reuniones, como algunos tienen costumbre de hacer”». Esto sucede «cuando estamos en una reunión – en la parroquia, en el grupo – y juzgamos a los demás», «hay una especie de desprecio a los demás. Y esta no es la puerta, la vía nueva y viva que el Señor ha abierto, ha inaugurado». «Desprecian a los demás; desertan de la comunidad total; desertan del pueblo de Dios; han privatizado la salvación: la salvación es para mí y para mi grupito, pero no para todo el pueblo de Dios. Y esta es una equivocación muy grande. Es lo que llamamos y vemos: ‘las élites eclesiales’. Cuando en el pueblo de Dios se crean estos grupitos, piensan que son buenos cristianos, también – quizás – tienen buena voluntad, pero son grupitos que han privatizado la salvación». 

«Dios – subrayó el Papa – nos salva en un pueblo, no en las élites, que nosotros con nuestras filosofías o nuestra forma de entender la fe hacemos. Y estas no son las gracias de Dios ». Y por ello invitó a preguntarse: «"¿Tengo yo la tendencia a privatizar la salvación para mí, para mi grupito, para mi élite o no deserto de todo el pueblo de Dios, no me alejo del pueblo de Dios, y siempre estoy en la comunidad, en la familia, con el lenguaje de la fe, de la esperanza y el lenguaje de las obras de caridad?”».

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