El Papa: que cada parroquia sea misionera, no a miedos y clausuras

El Papa: que cada parroquia sea misionera, no a miedos y clausuras

En la Audiencia a Propaganda Fide, subrayó que el mundo secularizado, aunque acoge «los valores evangélicos del amor, de la paz y de la sobriedad», desconfía de Jesús

Por IACOPO SCARAMUZZI

CIUDAD DEL VATICANO

Cada parroquia debe hacer propio el estilo misionero, «el Espíritu Santo transformará a los fieles acostumbrados en discípulos, los discípulos desencantados en misioneros, sacándolos de los miedos y clausuras, y proyectándolos a todas las direcciones, hasta los confines del mundo».

Lo dijo Papa Francisco en la audiencia a la plenaria de la Congregación Para la Evangelización de los Pueblos (Propaganda Fide), el dicterio vaticano responsable de la jurisdicción en las tierras de misión. Francisco subrayó que la misión es «una fuerza capaz de transformar la Iglesia en su interior antes que la vida de los pueblos y de las culturas». 

«La Iglesia es sierva de la misión», explicó Francisco. «Desde hace tiempo está en marcha un reequilibrio entre la Iglesia y la misión. No es la Iglesia la que hace la misión, sino que es la misión la que hace la Iglesia. Por ello, la misión no es el instrumento, sino el unto de partida y el fin. Durante los últimos meses, su Dicasterio hizo una investigación sobre la validez de las jóvenes Iglesias, para entender cómo hacer más eficaz la obra de la ‘missio ad gentes’, considerando también la ambigüedad a la que se expone a veces en la actualidad la experiencia de fe. El mundo secularizado, de hecho, aún acogiendo los valores evangélicos del amor, de la justicia, de la paz y de la sobriedad, no demuestra igual disponibilidad hacia la persona de Jesús; no lo considera el Mesías, ni el Hijo de Dios. Como máximo lo considera un hombre iluminado. Separa, pues, el mensaje del Mensajero, el don del Donador. En esta situación de desprendimiento, la ‘missio ad gentes’ funge como motor y horizonte de la fe. 

Es vital, prosiguió el Papa citando la «Evangelio gaudium», que en el presente momento la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin dudar, sin repulsión y sin miedos. La misión, de hecho, es una fuerza capaz de transformar la Iglesia desde su interior antes que la vida de los pueblos y de las culturas. 

 «Por tanto —insistió Bergoglio—, que cada parroquia haga propio el estilo de la missio ad gentes. De este modo, el Espíritu Santo transformará a los fieles rutinarios en discípulos, los discípulos desapegados en misioneros, sacándolos de los miedos y de las cerrazones y proyectándolos hacia cada dirección, hasta los confines de la tierra». El enfoque «kerigmático» a la fe, es decir su anuncio, «tan familiar entre las jóvenes Iglesias», debe tener espacio «también entre las Iglesias de antigua tradición». 

Después de destacar que los primeros evangelizadores, como los apóstoles Pablo y Bernabé no disponían de un Dicasterio misionero como ahora, el Papa Francisco les agradeció la labor que realizan diciendo textualmente: «Les agradezco su trabajo de animación y cooperación misionera, con el que recuerdan a toda las Iglesias que, si están constreñidas en sus propios horizontes, corren el riesgo de atrofiarse y apagarse. La Iglesia vive y crece “en salida”, tomando la iniciativa y haciéndose prójimo. Por eso ustedes animan a las comunidades a ser generosas también en los momentos de crisis vocacional» 

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