Padres Somascos: Vivir en comunidad, como los primeros cristianos...

En el año 2004, tuve la posibilidad de compartir varios días en una casa de seminaristas que integra la Orden de los Padres Somascos. Jóvenes italianos, polacos, colombianos, nigerianos, noruegos  y estadounidenses, compartieron su vida con un puñado de argentinos buscando hospedaje accesible en Grotaferrata, en la zona de Castelli Romani. De cara a las fiestas, vale la pena conocer la vida de San Jerónimo Emiliani, su fundador, tan parecida a la conversión de Francisco de Asís...

Luego de asear el cuarto, a las 6 de la mañana, todos como hermanos nos encontrábamos en la sala principal para la misa. Luego, el desayuno compartido y el inicio de la jornada. Los seminaristas, en una combi, salían hacia Roma para estudiar en las diferentes universidades, nosotros, un grupo de argentinos, tomábamos el micro y luego el tren que nos dejarían en Roma Termini, para otro día de caminata por la ciudad eterna.

ALGO DE HISTORIA...

Un noble, de vida lujosa y superficial, se convierte en soldado y guerrero. Allí, en el campo de batalla, descubre los horrores de los que es capaz el hombre. Dolor, conversión y promesa.

Girolamo regresa de la guerra, convertido y activo. Organiza orfanatos, casas de asilo a los sacerdotes, opción total por y para los pobres, nacen los Padres Somascos.

La muerte prematura del Santo, en 1537, supuso para la Compañía un momento de crisis: seguir adelante y pilotar la barca o volver cada uno por donde había venido (había, entre sus seguidores, laicos, sacerdotes diocesanos e incluso religiosos). La crisis pudo superarse gracias a la aprobación diocesana concedida, en 1538, por el entonces obispo de Bérgamo.

Ante las dificultades concretas para trabajar en algunas ciudades, Pablo III concedió, en 1540, la aprobación apostólica, que les permitía nombrar superiores y redactar unas constituciones.

LOS POBRES DE SOMASCA 

En sus primeros años, la Congregación se dedicó casi exclusivamente al cuidado de los huérfanos, alcanzando en este campo una verdadera especialización. Del 1547 al 1555, dado que no se resolvían algunos problemas jurídicos, los servidores se unieron a los Teatinos, aunque, contemporáneamente, los primeros compañeros de Jerónimo -Lanzi, Carpani, los dos Gambarana...- no desistieron en ningún momento en su empeño por desarrollar una ingente labor de promoción de la Compañía. 

Y entonces entendieron que para tener continuidad era necesario pasar de cofradía preconciliar a congregación religiosa. 

Fue San Pío V quien concedió a los pobres de Somasca el rango de Orden Religiosa, el 6 de diciembre de 1568. 

LA ORDEN DE LOS PADRES SOMASCOS TOMA FUERZA EN EUROPA...

 Esta nueva situación jurídica trajo a la Congregación un considerable desarrollo: surgieron las obras de Piacenza, Siena, Alessandria, Napoli, Macerata y Lodi.

Además, la experiencia de los Somascos en el campo de la formación hizo que se les encomendara la gestión de los nuevos Seminarios, recientemente instituidos por el Concilio de Trento, y ayudaron a muchos obispos a poner en marcha estas instituciones (por ejemplo en Venecia, el seminario patriarcal en 1579 y el ducal en 1590...). Después vinieron los colegios: el Colegio Gallio, de Como,  en 1583 (hoy el colegio religioso más antiguo de Europa), y el famoso Colegio Clementino de Roma, para nobles, en 1595.

Y a pesar de cierta oposición, se abrieron también algunas escuelas públicas. La actividad docente significó un hito importante para la Congregación durante todo el 1600, llegando a ocuparse de ella casi la mitad de las casas. En 1650 los Somascos eran 486, de los cuales 147 hermanos legos y 41 agregados; éstos emitían votos privados y vivían en comunidad, exactamente igual que los religiosos. En esa misma fecha, los Somascos ejercían también la cura de almas y el ministerio pastoral en once parroquias. Y a pesar de ser relativamente pocos los sacerdote, doce de ellos fueron consagrados obispos.

SAN JERÓNIMO EMILIANI, UN SANTO QUE SE SALE DE LA RAYA...

Nace en 1486, en el seno de una noble familia veneciana. Tras una juventud bien aprovechada, en 1531, sin dejar de ser laico, decide abandonarlo todo para dedicarse a una misión muy especial: la de compartir su suerte con los pobres y vivir con los huérfanos.

En plena reforma católica, se formaespiritualmente bajo el influjo de la Cofradía del Divino Amor y de personas de la talla de San Cayetano Thiene (fundador de los teatinos) y Gian Pietro Carafa, que sería después Pablo IV.

Muy pronto Jerónimo destaca entre los cofrades del Divino Amor, en Venecia, como un hábil organizador de las obras de caridad de la ciudad (el Hospital de los Incurables, el taller para huérfanos del barrio de S. Rocco). Por este motivo, varios obispos de Lombardía - norte de Italia - le piden que reorganice en sus diócesis las actividades caritativas.

Entorno a él surge un numeroso grupo de colaboradores, muchos de los cuales deciden incluso compartir su modo de vida. Y nace así la Compañía de los servidores de los pobres, hoy llamados Padres Somascos.

Jerónimo muere en Somasca -Lecco, norte de Italia- el 8 de febrero de 1537, vencido por la peste contraída asistiendo a los enfermos, durante una de las muchas epidemias que asolaron el Valle de San Martín. Fue su último acto de amor: dar la propia vida, conforme al mandamiento de Jesús.  

LA "PATERNIDAD DE GIROLAMO"...

"Paternidad" es la palabra que mejor condensa la experiencia carismática de San Jerónimo. Huérfano desde los 10 años, tras una juventud desordenada vive una experiencia fuerte de conversión. Angustiado por el peso de sus pecados, descubre a los pies de Cristo Crucificado el amor misericordioso y paternal de Dios. Con su amor a los huérfanos, con los cuales quiso "vivir y morir", se convertiría en el mejor testigo de esa paternidad.

"VOLVER A LAS FUENTES DE LOS PRIMEROS CRISTIANOS"

El verdadero motor de la experiencia espiritual de Jerónimo, nacida en plena reforma católica, es su ardiente deseo de "llevar a la Iglesia al estado de santidad" de las primitivas comunidades cristianas. En ellas se inspiraban las comunidades de huérfanos que él abría. Su celo por la reforma de la Iglesia fue tan intenso que él mismo compuso una oración para pedir por ella, que rezaba y hacía rezar a diario.

FINAL, DOLOR, GLORIA Y SANTIDAD...

Las últimas palabras de Jerónimo, poco antes de morir, son para sus compañeros un testamento que condensa no sólo su experiencia espiritual sino también un verdadero itinerario de vida cristiana:

«Seguid el camino de Cristo Crucificado,

renunciad al mundo,

amaos los unos a los otros,

servid a los pobres».

Una vida de caridad para con los pobres se apoya siempre en una comunidad de hombres o mujeres que viven el mandamiento del amor, teniendo a Dios como único fin y como razón de ser, el amor de Cristo en su máxima expresión: la cruz.

Los padres somascos conjugan hoy en el presente la formación propia, los hogares para seminaristas de todo el mundo, que llegan a Italia a estudiar, la actividad educativa, la ayuda concreta a comunidades con necesidades y el albergue de peregrinos. Y allí, en esos hogares, se respira el espíritu de aquellos primero cristianos, con su vida en comunidad, compartiendo todas las actividades de la casa, y la misa diaria...

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