El padre Lucas Salcedo tiene 39 años, el seminario lo hizo en Buenos Aires, en Villa Devoto, hace ocho años que es sacerdote, estuvo en Arrecifes, en las parroquias de Conesa y Rojo y colaborando en San Nicolás. En 2015 fue aceptado por Francisco como misionero de la Misericordia; viajó por Argentina, Bolivia y Perú.
Roberto D. Cámpora
EL NORTE lo entrevistó en la casa familiar del barrio Golf Club, en un alto de su misión de la Misericordia, tiene el pelo largo y rastas pero un hablar tranquilo y detallista. Da gusto hablar con él. Comenzó diciendo “soy oriundo de San Nicolás, sacerdote de esta diócesis y en el año 2015 el papa Francisco envió una carta, una bula, donde invitó a aquellos sacerdotes que quisieran a sumarse a ser misioneros de la Misericordia. Tomé ese escrito y consulté con el obispo, en ese momento Mons. Héctor Cardelli, quedamos de acuerdo en poder participar, envié mis datos a Roma, de Roma me recibieron y aprobaron como misionero. En total cinco curas de la Argentina y soy el único de la Diócesis”.
Consultado sobre cuántos clérigos fueron invitados por el Santo Padre, Lucas contestó que “alrededor de mil; estuve con Francisco en febrero, esa fue la invitación, y a partir de ahí, ese miércoles de ceniza se nos dio el envío, o sea a todos los misioneros se los envía, y justamente esa fue la intención del Papa, que para el Año de la Misericordia, eso fue el año pasado, como signo de esa acogida y de esa cuestión paternal y maternal que quiere mostrar la Iglesia, íbamos a ser signos de arrepentimiento, de confianza, de apertura y de, sobre todo, signos de misericordia, de un Dios que abraza y que se acerca a todos sin excluir a nadie”.
Luego contó que “voy a Roma entonces, en febrero, ahí recibo el envío del Papa y a partir de ese momento quedamos a disposición de los obispos del mundo, cada obispo nos tenía que llamar, igualmente teníamos la libertad de movernos y eso fue lo que hice. Estuve en el año de la Misericordia, recorriendo algunos lugares de la Argentina y también estuve en Bolivia y en Perú. Un poco el criterio que el Papa nos invitó a tener era ir a lo que él llama ‘periferias existenciales’, o sea los lugares más alejados. Elegí algunos lugares geográficos y también se dio la coincidencia de poder contar con algunos obispos, por eso visité Jujuy y la diócesis de Río Gallegos. Estuve en San Pedro de Jujuy, toda la semana santa, y lo principal del ministerio contaba primero con la confesión, la reconciliación. Sacerdotes dispuestos a confesar y a mostrar un Dios que no se cansa de perdonar. Por eso nos sentábamos durante muchas horas a confesar, esa fue una experiencia muy fuerte, muchas horas de confesión y en cada confesión este signo de amor y de perdón que Dios nos regala. Y aparte de eso visitas propias de las obras de misericordia; en Jujuy tuve la oportunidad de visitar la Comisaría, el Hospital, como signo de misericordia; geriátricos, hogares de niños, comedores, también formaron parte de la misión. Y en algún momento predicación, predicar y confesar, pero más que todo el signo era la reconciliación”.
Potestades
Aclaró también que “a partir de esto, simplemente de ponerse a confesar, invitando a todos a este perdón que el Papa nos regaló, también las mismas potestades que tiene él para perdonar, o sea los pecados reservados a la Santa Sede, son perdones especiales que el Papa se reserva para sí pero que en el año de la misericordia el Santo Padre quiso que nosotros tuviéramos esa potestad para también mostrar el perdón, que no quede nadie afuera y también nos dio cierta potestad de jurisdicción, o sea que podíamos ir a cualquier parte del mundo para ejercer este ministerio”.
Agregó el padre Lucas que “aproveché entonces esas periferias geográficas, estuve en algunas existenciales, en distintos lugares del país”. Preguntado sobre el alcance de las ‘existenciales’, explicó que “no tanto la periferia como un lugar geográfico sino la gente más marginada, puede ser que estés en pleno centro pero podés ser el más marginal, son las personas que están más lejos en el orden social pero también en el orden religioso, pero especialmente en lo social, los más excluidos, los más necesitados”.
Después agregó que “tuve la gracia de estar rezando en distintos lugares, la villa 31, en alguna escuela, colegio…todo en la Argentina”.
Santuarios
“Y después también visité como lugares de gracia especial, santuarios. El santuario de Luján, el de la Virgen del Valle en Catamarca, el de la Virgen de Itatí en Corrientes. Aproveché las novenas, son grandes momentos de gracia, lugares muy populares, donde hay gran cantidad de gente que concurre y esa es la gran oportunidad donde se da el perdón, a través de esta presencia de María que es tan fuerte en nuestra patria pero también en toda Latinoamérica”.
Viajes
Luego contó sus salidas del país “visité Bolivia durante un mes, en el santuario de Copacabana, la virgen de Copacabana que es la reina de Bolivia, y visité en la novena también la virgen de Urcupiña, que es otra advocación de la virgen en Bolivia, también internacional y tiene muchos devotos, ubicada en Cochabamba. Lo mío a Bolivia fue, aprovechando que me gusta viajar de mochilero, agrandar la experiencia, viajar, fue el tour de la experiencia, viajar en colectivo, a dedo, me quedaba en los lugares de novena, confesaba todo el tiempo, después pegaba alguna vueltita y nuevamente enganchaba con la otra novena”.
A Perú
En otra etapa el padre Salcedo dijo “viajé a Perú, a Lima, en la novena de Santa Rosa de Lima, que es la primera santa latinoamericana, la primera santita que tenemos en nuestra tierra y a la que los peruanos le tienen mucha devoción; tuve la gracia de estar en su santuario, confesando a mucha gente, luego fui a Cuzco, en la fiesta del señor de Huanca, hay muchas devociones particulares en Perú y esta es una muy fuerte, enriqueciendo con las visitas y con otros idiomas, ya que estuve escuchando confesiones en quechua (risas)”.
Finalizó la primera etapa de su relato diciendo que “luego pegué la vuelta, fui a La Pampa, Córdoba y otros lugares”.
Segunda etapa
Preguntado sobre cómo continúa la misión afirmó que el “20 de noviembre de 2016 terminó el año de la misericordia, el 21 Francisco envió otra carta agradeciéndonos el servicio prestado a los misioneros de la misericordia, invitándonos a que siguiéramos, que el signo del jubileo a través de los misioneros no termina, sino que se abriera hasta que él lo disponga. Así que se nos renovó la potestad que teníamos en relación a los pecados y a las faltas, y se no invitó a seguir misionando”.
Como un descanso pasó las fiestas con su familia “pasé unas vacaciones en mi casa, pasé todo el año viajando”.
Interrogado sobre qué seguía ahora y sí las opciones las elige él, contestó que “o lo hablo o lo voy decidiendo en el año, dependiendo de la providencia”.
Sumó a la conversación que “tengo algunas invitaciones, me quedó visitar Ushuaia, el conurbano bonaerense, hablaré con algunos obispos para organizar la misión ahí y eso me llevaría bastante tiempo, hay mucha población y mucha necesidad, ahora sería más concentrado, tengo esos dos objetivos”.
En cuanto a viajar al extranjero “tengo la invitación de Bolivia y Perú, especialmente en Perú porque Santa Rosa cumple 400 años, un centenario bastante importante y me han pedido colaboración, pero eso lo veré más adelante”.
Al preguntársele cuando comienza de nuevo la misión, afirmó que “en febrero comienzo la segunda etapa de misionero de la misericordia, es el título que nos da el Papa”.
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