El obispo pidió por la patria y por los enfermos de dengue

El obispo pidió por la patria y por los enfermos de dengue

En su alocución final, el Obispo Luis Urbanc se mostró agradecido por la protección de María del Valle y destacó que “hemos estado clamando por nuestra Patria que se encuentra sumida en una profunda oscuridad, desencanto y descontento de muchos, cansancio de otros, inescrupulosidad de no pocos, impaciencia de casi todos, pasividad y conformismo de algunos, pero bastantes ilusionados, esperanzados y dispuestos a seguir poniendo el hombro para mejorar el presente, soñando un futuro más halagüeño.

Por eso, querida Madre, no dejes que ningún argentino se suelte de tu mano y, por favor, cuida, guía y fortalece a todas las autoridades municipales, provinciales y nacionales para que pongan lo mejor de sí en bien de todos.

También te hemos suplicado para que amainen los contagios por el dengue, que nos ayudes a ser más cuidadosos de la limpieza a fin de evitar la proliferación de los mosquitos y que los que enfermaron se restablezcan bien y pronto. Recuerda que jamás se oyó decir que ninguno de los que ha recurrido a tu poderosa intercesión haya sido desoído. Gracias por estar.

Algo muy preocupante son las guerras y la violencia de todo tipo. Por eso, a Ti, Reina de la Paz, te pedimos que toques el corazón de tantos hijos tuyos y hermanos nuestros que sólo piensan en el negocio de fabricar armas y para ello promueven los conflictos y la matanza de seres humanos para poder seguir amasando fortunas y poder. Sánales el corazón, ábreles la mente para que se den cuenta que ese no es el camino. Haz que cesen las metrallas y bombas y que toda vida humana y nuestra casa común sean cuidadas y respetadas. ¡Madre, Madre amada, necesitamos paz, amor y verdadera fraternidad y auténtica amistad entre todos!”, dijo en parte de su discurso final.

"Que los enfermos y ancianos te sientan más cercana por medio de tu ternura y consuelos maternales. Que los niños experimenten tu presencia en las caricias, abrazos, rezos, juegos, conversaciones, consejos y correcciones de sus padres y abuelos. Que los jóvenes te vayan reconociendo como la imprescindible compañera de camino para acertar en las decisiones, para levantarse en las caídas, para eliminar el egoísmo y madurar en el amor que nace de Dios, para atreverse a las necesarias renuncias y a la elección de aquellos valores que ennoblecen y le dan sentido a la vida, siempre matizada con dosis de sufrimiento y fracasos", dijo Urbanc.

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