Un obispo australiano confiesa que él mismo fue víctima de los abusos de un sacerdote

Un obispo australiano confiesa que él mismo fue víctima de los abusos de un sacerdote

El prelado carga contra el "clericalismo" de la institución durante su intervención ante la Real Comisión

 

 "Yo también fui víctima del abuso sexual del clero cuando llegué a Australia, siendo adulto". Vincent Long, obispo de Parramatta, revolucionó este martes la Real Comisión anti-abusos del Gobierno australiano confesando que, antes de convertirse en uno de los prelados que más ha luchado por las víctimas, él fue una de ellas.

Entre lágrimas y aplausos, el prelado dio un valiente testimonio de sus experiencias personales. Y es que Long llegó a las costas australianas en 1981, como un refugiado más, procedente de Vietnam. Allí, sufrió abusos por parte de miembros del clero del país, en una cruel acogida que no hizo mella en su vocación.

"Los abusos me impactaron profundamente, y por eso quiero meterme en la piel de otras víctimas y esforzarme para lograr para ellos justicia y dignidad", añadió el prelado. "Todos somos productos de nuestras experiencias vitales".

Tal vez por ello, Long se ha ganado una merecida fama entre los atribulados obispos australianos, que no saben cómo frenar la polémica sobre la pederastia en la Iglesia del país. Así, en los últimos 35 años, se han presentado casi 4.500 denuncias de abusos, cometidos por 1.880 clérigos (el 7% del clero), que por el momento le ha costado a la Iglesia unas indemnizaciones por valor de 276 millones de dólares.

Los informes recabados por el Gobierno australiano indican que el 78 por ciento de los denunciantes fueron varones y un 22 por ciento mujeres. También revelaron que la edad media de las víctimas fue de 11,6 años en el caso de niños y de 10,5 en el caso de niñas, y que tardaron una media de 33 años en presentar las denuncias después de que se cometieran los supuestos abusos.

"De las 1.880 personas identificadas como presuntos perpetradores, 597 eran hermanos religiosos, 572 eran sacerdotes, 543 eran laicos y 96 eran hermanas religiosas", precisa el informe.

"¿Cómo puedo mirarles a las víctimas en los ojos y decir que comparto su dolor, que comparto su sufrimiento si no hago todo lo que pueda para conseguir justicia, dignidad y sanación para ellos?", se preguntó el obispo Long en la vista.

 

 

Además de dar este valiente testimonio de sus experiencias personales, Vincent Long también cargó contra el clericalismo de la Iglesia australiana que, señaló, ha generado una sensación de impunidad y "elitismo" altamente destructiva.

¿A qué se debe esta crisis de abusos? Long fue contundente: no solo se debe a que los sacerdotes tengan demasiado poder en la Iglesia, sino también la falta de mujeres y laicos en puestos de responsabilidad, lo que ha contribuido directamente a que este tipo de crímenes han podido quedar impunes.

El obispo hizo un retrato devastador para la jerarquía de un "escalafón de inspiración casi divina" de una Iglesia "inclinada a favor de los ordenados, de tal forma que están el Papa, los cardenales, los obispos, los religiosos, los hombres y mujeres consagrados y los laicos abajo de todos en la pirámide". Han sido los títulos, privilegios y las dinámicas institucionales, precisó, las causas de que haya podido florecer en Australia "una superioridad clerical y un elitismo".

"La marginalización de las mujeres y los laicos forma parte de esta cultura de clericalismo que contribuye de modo no insignificante al abuso, a la crisis de abusos sexuales", afirmó el obispo. "Si somos serios acerca de una reforma, esta es una de las áreas a las que tenemos que mirar".

"Los laicos no tienen participación significante o directo en el nombramiento, supervisión o destitución de un párroco", añadió, una situación que sin lugar a dudas "tiene que cambiar". "Mientras un obispo tenga el apoyo del Papa, está a salvo. Mientras el cura tenga el apoyo de su obispo, está a salvo. No hay ninguna rendición de cuentas que vaya hacia abajo o hacia fuera y este es el problema central", matizando que es precisamente este modelo de Iglesia el que "tenemos que desmantelar".

El obispo Long afirmó que el Papa Francisco está "mostrando el camino" en cuanto a cómo rectificar el desequilibrio de poder en la Iglesia católica, si bien aún queda mucho trabajo por hacer. En la Iglesia australiana, hacen falta ideas acerca de "qué tenemos que hacer en términos de empoderar a la gente... qué tenemos que hacer por la participación plena de mujeres en particular en las estructuras de gobernanza de la Iglesia".

"Y yo creo que estas son cuestiones serias a las que hay que abordar para limpiarnos de esta crisis de abusos, porque no solo son los síntomas en la superficie sino todo lo que hay debajo", reiteró por último el obispo de Parramatta. "Y es más difícil solucionar lo que hay detrás del fenómeno que solucionar lo que ha salido a la superficie"

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