Monseñor José de Jesús Sahagún de la Parra, mexicano y último obispo vivo nombrado por San Juan XXIII, ha conocido a seis pontífices y se prepara para recibir al séptimo. Sigue celebrando misa a diario y rezando por el próximo sucesor de Pedro.
A sus 103 años recién cumplidos, monseñor José de Jesús Sahagún de la Parra es el obispo más longevo del mundo y un testigo viviente de la historia contemporánea de la Iglesia. Nacido en 1922 en Cotija de la Paz, México —el mismo año en que Pío XI ascendía al papado—, ha conocido personalmente a seis Papas y espera ahora, con serenidad y oración, la elección del séptimo, tras el fallecimiento reciente de Francisco.
Aunque no participará en el cónclave que comenzará el próximo 7 de mayo —ni es cardenal ni tiene menos de 80 años—, su memoria y legado atraviesan generaciones. Fue el primer obispo de dos diócesis mexicanas: Tula, en 1961, por nombramiento de San Juan XXIII, y Lázaro Cárdenas, en 1982, designado por San Juan Pablo II. En ambas dejó huellas duraderas, como la creación del seminario mayor "El Huerto" y programas de vivienda para los más necesitados.
Monseñor Sahagún es también uno de los cuatro obispos vivos que participaron en el Concilio Vaticano II, acontecimiento clave en la renovación de la Iglesia en el siglo XX. Hoy reside en Michoacán, en una casa religiosa donde, según las hermanas que lo cuidan, celebra diariamente la Eucaristía, lo que consideran la fuente de su vitalidad y alegría.
"Esté cerca de los sacerdotes, trátelos con bondad, impúlselos", aconsejaba a nuevos obispos como José Antonio Fernández Hurtado, actual arzobispo de Tlalnepantla. Así, con humildad y fe, monseñor Sahagún aguarda ya al nuevo Sucesor de Pedro, como ha hecho seis veces antes, con la mirada puesta en el cielo y los pies firmes en una vida de servicio.
Comentá la nota