El nuevo obispo de Hong Kong, comprometido con libertad religiosa

El nuevo obispo de Hong Kong, comprometido con libertad religiosa

Stephen Chow afirmó que le recordará al gobierno que es un derecho fundamental "para que no lo olvide", pero es consciente de la necesidad de la prudencia. En China continental las religiones son controladas y en Hong Kong las comunidades están con miedo.

El nuevo obispo católico de Hong Kong se declaró el martes dispuesto a defender la libertad religiosa, aunque deberá observar prudencia en sus relaciones con Pekín, en plena represión de la oposición prodemocracia en el territorio.

El Vaticano anunció el lunes el nombramiento de Stephen Chow, un jesuita de 62 años, como obispo de Hong Kong. El puesto estuvo vacante desde la muerte de monseñor Michael Yeung en 2019.

En China continental, las religiones organizadas están estrictamente controladas y muchas congregaciones de Hong Kong temen por la libertad religiosa que reina en la antigua colonia británica retrocedida en 1997.

"La libertad religiosa es un derecho fundamental", dijo el nuevo obispo, hablando ante los medios de comunicación por primera vez después de su nombramiento. "Esperamos recordarlo en nuestras conversaciones con el gobierno para que no lo olvide", añadió monseñor Chow, antes provincial de los jesuitas para la región de China que comprende Hong Kong, Macao y Taiwán.

Se mostró cauteloso en cuestiones como el tratamiento de las religiones por Pekín o la destrucción de iglesias en China continental. "No creo que sea apropiado para mí comentar estas cuestiones (...), sobre las que no tengo suficiente conocimiento", dijo.

"No es que tenga miedo. Pero creo que la prudencia también es una virtud", afirmó. Al mismo tiempo aseguró "no sentirse bien" respecto a la destrucción de iglesias, añadiendo que "no quería utilizar la palabra 'opresión'".

Su designación se produce en un momento delicado para las relaciones entre la Santa Sede y China, después de la firma de un acuerdo histórico en septiembre de 2018, renovado en octubre pasado por dos años a pesar de las críticas de Estados Unidos, que puso fin a casi 70 años de una disputa centrada en el nombramiento de los obispos

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