El obispo Miguel Esteban Hesayne, fundador y director del Instituto Cristífero, aseguró que “Navidad es esperanza porque, ante la realidad de Dios con nosotros-Jesús, no obstante las tormentas de la condición humana se disipan y nos invade la calma y la belleza del sol radiante en los momentos menos esperados”. Y sostuvo que “la Navidad vivida al encuentro con Jesús nos transforma en personas disponibles a hacer el bien sin mirar a quien”.
El obispo Miguel Esteban Hesayne, fundador y director del Instituto Cristífero, aseguró que la Navidad es “una mezcla de asombro, admiración, alegría, esperanza, gratitud y compromiso ante la maravillosa realidad de Dios que nació en un niño de una muchacha nazarena, realidad impensada en mente humana, la maravilla insuperable de un niño Dios”.
“Dios que se hace niño con la debilidad y ternura de un recién nacido para vivir todas la etapas de la existencia humana para ofrecernos el modelo acabado de un ser humano capaz de vivir de amor en amor, transformando hasta la tristeza en alegría, hasta la muerte en vida”, subrayó.
El prelado sostuvo que “Navidad es esperanza porque, ante la realidad de Dios con nosotros-Jesús, no obstante las tormentas de la condición humana se disipan y nos invade la calma y la belleza del sol radiante en los momentos menos esperados” y agregó: “La esperanza en Jesús-Dios con vosotros es a tal punto transformante que hasta el odio o la bronca y arrebatos de venganza que impulsan a devolver mal por mal, somos capaces de devolver bien por mal y nuestras debilidades con El se transforman en fortalezas increíbles”.
“La fe esperanzada en Jesús, Dios con nosotros, hace posible lo que humanamente jamás hubiéramos realizado en las diversas etapas de la vida o imposible para lo humano se posible para Dios”, indicó.
Monseñor Hesayne afirmó que “la Navidad vivida al encuentro con Jesús nos transforma en personas disponibles a hacer el bien sin mirar a quien, nos convierte en seres tan buenos como el mismo Dios” y aclaró: “Sin ser Dios, pero con Jesús Dios está con nosotros, somos familiares de Dios capaces de ir logrando las ‘costumbres divinas’ en el trato diario en todas nuestras relaciones humanas”.
Tras alentar a “seguir los pasos de Jesús en su propia vida”, añadió que “por eso Navidad es compromiso a intentar este nuevo y maravilloso camino de seguimiento a Jesús”.
“Quien lo emprende –aseguró- experimenta en forma insensible que las noches de esta vida se van haciendo día radiante en forma progresiva, sin pausa, sin prisa pero con una realidad que llena de gozo el vivir la vida humana en clave cristiana.
“Por eso la Navidad nos enciende un corazón ardientemente agradecido a Dios que tanto nos ama que deja su grandeza haciéndose uno de nosotros en la fragilidad de un niño”, concluyó.
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