Mons. Mestre: 'Preguntarnos si estamos dando y entregando el fruto esperado'

Mons. Mestre: 'Preguntarnos si estamos dando y entregando el fruto esperado'

El arzobispo de La Plata aseguró que entregar el buen fruto significa dar a Dios, que tiene con todos y cada uno de nosotros amor y cariño".

El arzobispo de La Plata, monseñor Gabriel Mestre, reflexionó a la luz de las lecturas bíblicas del domingo pasado y propuso las siguientes tres palabras para meditar: rechazar, angustiar, fruto.

Rechazar la piedra angular

En cuanto al primer punto, señaló que, “cuando Jesús les aplica la parábola a los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo, les cita el salmo 118 ,22-23, profetizando dramáticamente que han rechazado al Mesías, al Dios verdadero. Al respecto, indicó que existe una interesante discusión con respecto a qué hacía referencia la “piedra angular” en el contexto de la época de Jesús.

Lo más probable, dijo el arquidiocesano, “es que la ‘piedra angular’ era la que se colocaba habitualmente como base en los cuatro ángulos de las grandes edificaciones cuadradas o rectangulares. Si esas piedras se quitan, se cae toda la edificación. ¡Cristo es la piedra angular! Hoy en día, aunque no lo hagamos de palabra, puede ser que ‘rechacemos’ en la práctica que Jesús sea nuestra piedra angular, nuestro cimiento firme, nuestra base segura e inamovible para llevar adelante con dignidad nuestra vida”.

En ese sentido, invitó a preguntarse “cómo están los cimientos de mi vida hoy? ¿Es realmente el Señor la solidez de mi corazón? ¿Podría, en algún momento rechazar al mismo Dios? ¿Elijo que Él sea la base de la construcción de toda mi existencia?

No dejarse angustiar por nada

Posteriormente, monseñor Mestre señaló que “la segunda lectura comienza por un ‘no se angustien por nada’. Es la invitación que hace Pablo, no en un sentido superficial sino sumamente realista, sabiendo que Dios cuida de su pueblo”.

“Este cuidado de los corazones y pensamientos se expresa también en algunos verbos que aparecen en la primera parte de la primera lectura: ‘cavó, limpió, plantó, edificó, excavó...’", señaló.

Y recordó: “Estas acciones expresan el afecto, la predilección de Dios por su pueblo que es la viña. ¡Cuánta dedicación, delicadeza y confianza! ¡Cuánto amor, ternura, bondad y misericordia! Dios está con nosotros siempre; por lo tanto y a pesar de las dificultades de la vida, podemos apartar la angustia de nuestra vida: ¡No nos dejemos angustiar por nada ni por nadie, porque Dios está siempre con nosotros!”

En ese sentido, animó a reflexionar sobre “cuáles son las realidades que me angustian hoy. ¿Qué me produce angustia? En medio de las 'angustias de la vida': ¿Experimento la predilección de Dios?”.

Entregar y dar fruto a su debido tiempo

Como último punto, el arzobispo platense señaló que “los verbos de la segunda parte de la primera lectura son muy duros. Expresan el resultado del rechazo del cuidado y acompañamiento de Dios. Este rechazo se manifiesta en el “no dar fruto bueno” de esta lectura y el de “no entregar los frutos” presente en el Evangelio”.

“Hoy nosotros, viña del Señor, Iglesia de Cristo debemos preguntarnos si estamos dando y entregando el fruto esperado. Respondiendo así a un Dios que tiene con todos y cada uno de nosotros amor y cariño”, afirmó.

Y manifestó: “A la luz de la segunda lectura, podemos pensar en el buen fruto de la comunidad cristiana: oración y súplica, acción de gracias, paz, verdad y nobleza, justicia y pureza, amabilidad y honradez, virtud y alabanza”.

“¿Estoy dando fruto en mi vida? ¿Qué tipo de fruto? ¿Qué fruto de vida nueva tal vez esté esperando el Señor en este tiempo que estamos transitando?”, animó a pensar para concluir.

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