Mons. Mestre: "Desde Cristo, el pasado no condena a nadie"

Mons. Mestre:

En este quinto domingo de Cuaresma, monseñor Mestre comentó el Evangelio de la mujer adultera, e invitó a abandonar los errores pasados en la misericordia de Dios.

En su homilía de este quinto domingo de Cuaresma, el obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Antonio Mestre, reflexionó en tres puntitos sobre el Evangelio que medita sobre la acción misericordiosa de Jesús ante la mujer adultera. 

La perversidad de estos escribas y fariseos

En el primer punto, el obispo advirtió: “Cuántas veces podemos tener la tentación de los fariseos; poner a prueba, acusar, trampear y tener discursos aparentemente auténticos que esconden una gran oscuridad de corazón”.

Y profundizó: “Es la actitud de querer tirar la primera piedra cuando no hay sustento moral ni para pensarlo. Es tener juicios duros y cerrados sobre el corazón de los demás sin dar lugar al cambio y al arrepentimiento. Es la actitud del hermano mayor de la parábola que compartimos el domingo pasado”. 

Los dos “no” de Jesús: “No te condeno, no peques más”

“En las actitudes de Jesús con la pecadora queda de manifiesto el equilibrio de la misericordia divina”, expresó. 

En ese sentido, reflexionó: “El Señor ve a la persona por sobre la ley y por sobre el mismo pecado que pueda cometer. Por eso, no condena, sino que rescata, redime, devuelve la dignidad”. 

“Eso hace con la mujer pecadora y con cada uno de nosotros en nuestros pecados. No nos condena y nos da las fuerzas para que no pequemos más”, observó.

Tu pasado no te condena

En este punto, reparó en que “la frase tu pasado te condena, parecería estar muy presente en la vida de muchas personas, personas atadas, atormentadas, esclavizadas y encadenadas por un supuesto o real pasado de errores y pecados que no dejan ser feliz ni desplegar hoy la propia vida”.

En contrapuesto, señaló: “Desde Dios esto no es así. El pasado más truculento que pueda tener una persona puede ser realmente reconciliado por el Señor. Desde Cristo el pasado no condena a nadie”. 

Luego, concluyó: “La primera lectura nos habla de esta renovación del propio pasado porque Dios hace nuevas todas las cosas, incluso el mismo pasado”.+

Comentá la nota