Monseñor Jorge Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo, invita a profundizar en una dimensión poco explorada pero profundamente humana de la fe cristiana: la experiencia de la duda, a la luz del testimonio de Juan el Bautista.

El prelado parte del pasaje evangélico de Mateo, que presenta a Juan encarcelado y atravesado por una pregunta decisiva. Aquel que había anunciado con claridad la llegada del Mesías y señalado a Jesús como el Cordero de Dios, desde la prisión envía a sus discípulos a interrogarlo: "¿Sos vos el que ha de venir, o debemos esperar a otro?".

Monseñor Lozano subraya que esta escena revela la hondura espiritual del Bautista. Privado de libertad por denunciar la injusticia de Herodes, aislado y en silencio, Juan enfrenta el desconcierto que nace cuando los planes de Dios no coinciden plenamente con las propias expectativas. Lejos de interpretarse como una falla, esa pregunta expresa la autenticidad de una fe que no se conforma con respuestas superficiales.

"El Evangelio nos muestra que la duda no es lo contrario de la fe, sino que puede formar parte de un camino creyente maduro y honesto", señala el arzobispo. En ese sentido, destaca que Juan no reprime su inquietud, sino que la convierte en diálogo directo con Jesús, abriendo un espacio de búsqueda sincera.

La respuesta de Cristo, recuerda el pastor, no se apoya en definiciones teóricas ni en discursos solemnes. Jesús remite a los hechos: los signos visibles del Reino que ya actúa en la historia. Los enfermos sanados, los pobres evangelizados, la vida que se abre paso allí donde parecía no haber salida. Son esas obras concretas las que confirman su identidad y revelan el rostro de un Dios cercano y misericordioso.

Dejarse interpelar

A pocos días de la Navidad, monseñor Lozano propone dejarse interpelar por este mensaje en clave personal y comunitaria. ¿Qué lugar tienen las preguntas en la vida cristiana? ¿Se animan los creyentes a presentarlas ante Dios, o las silencian por temor a ser juzgados?

Finalmente, el arzobispo sanjuanino exhorta a reconocer hoy los signos de la presencia de Jesús en la vida cotidiana, especialmente en los gestos sencillos de amor y solidaridad.

"La fe auténtica no teme atravesar la incertidumbre, porque confía en que Dios se manifiesta en lo concreto", afirma, y anima a que la espera de la Navidad se traduzca en obras que den testimonio vivo del Evangelio y hagan del Adviento un tiempo verdaderamente luminoso.