Mons. Fernández pidió que el 2023 sea un año "dedicado a la santidad"

Mons. Fernández pidió que el 2023 sea un año

El arzobispo de La Plata pidió "crecer juntos en la santidad" y "en la vida de la gracia".

El arzobispo de La Plata, monseñor Víctor Manuel Fernández, compartió durante este tiempo de Navidad una carta pastoral, mediante la cual invitó a la comunidad arquidiocesana a “a recorrer un año dedicado a la santidad, a motivarnos para el crecimiento en la vida de la gracia”.

En el inicio del documento, monseñor Fernández señaló: “En estos años intentamos aplicar las Líneas Pastorales de toda la Arquidiócesis (2018-2023) haciendo un esfuerzo misionero e intentando estar cerca de los pobres y abandonados. Pero quizás hemos prestado menor atención a la tercera línea pastoral que nos propone crecer juntos hacia la santidad. Por eso el año próximo, como arquidiócesis, nos detendremos un poco más en este propósito”.

En ese sentido, manifestó que “esto no es algo que nos aparte de la misión, porque cuando la santificación de cada uno es real, ese bien desborda en todo el Cuerpo Místico, se derrama, contagia, termina haciendo bien a todos y despertando nuevas energías evangelizadoras”.

El Señor nos llama a crecer

El arzobispo dijo que el crecimiento en la santidad “es un crecimiento en intensidad de nuestra capacidad de amar, pero también es un crecimiento ‘extensivo’. Es decir: permitir al Espíritu Santo que entre en algún aspecto de nuestra vida donde no se lo permitimos, donde queremos ser dioses de nosotros mismos”. 

En esa sintonía, manifestó que es muy importante “gastar” la vida para el crecimiento personal en el amor, porque de eso dependerá la felicidad de toda la eternidad. “Reconozcamos entonces qué importante es crecer en la santidad. Es mucho lo que está en juego”.

Partir del puro don

Asimismo, expresó: “Cuando hablamos de la santificación corremos el riesgo de sentir que es un esfuerzo más, como el que uno hace para construir una casa, seguir una carrera o desarrollarse económicamente. Pero estamos hablando de algo de otro nivel, completamente distinto, que trasciende cualquier cosa de este mundo. Para poder crecer en la santidad primero necesitamos ser infinitamente elevados, por encima de nuestra pequeña naturaleza. Necesitamos ser elevados al seno de la Trinidad, introducidos en lo íntimo del Corazón de Cristo donde arde el fuego del Espíritu”. Así elevados y transformados nos volvemos amigos del Señor y somos capacitados para el amor de caridad, imposible para las solas fuerzas humanas. Es un salto infinito que nosotros no podemos dar si el Señor mismo no nos eleva con su gracia, y así nos capacita para crecer en la santidad”.

“Volvamos entonces a la fuente, a beber del agua sobrenatural que necesitamos. Volvamos a recibirla en la oración, en la confesión frecuente, en la adoración, en la lectura serena y orante de la Palabra. Y que el año próximo nos decidamos a dedicar más tiempo al Señor, para que él haga su obra en nosotros”.

El Amigo que me promueve

El arzobispo platense dijo que “una vez recibido el regalo gratuito de la gracia, cada ser humano puede cooperar para desarrollar esa vida de la gracia, puede colaborar para el crecimiento de ese don sobrenatural. Porque el Señor, al regalarte su amistad te valora tanto que te hace cooperar con su propio crecimiento, te transforma de manera que puedas aportar algo de tu parte para crecer en la santidad”.

Y pidió entregar “todo de nuestra parte para que el año 2023 sea un año de más santidad en nuestra arquidiócesis”.

Santificarnos juntos

Como ésta es una línea pastoral de la arquidiócesis, monseñor Fernández expresó que “no se trata sólo del camino que pueda hacer cada uno solo, sino de “caminar juntos” para crecer como comunidades. “Necesitamos empezar a trabajar como parroquias, movimientos, instituciones”, y brindó algunos ejemplos de distinto nivel que surgieron en las consultas de los últimos años y en el que cada comunidad elegirá su camino:

Organizar en todas las reuniones de los distintos grupos momentos de formación espiritual, de oración, de lectio divina o breves celebraciones.

Realizar peregrinaciones dentro y fuera de la arquidiócesis.

Crear grupos de oración con la Palabra.

Organizar “patios bíblicos” en hogares para invitar a los vecinos a orar con la Biblia.

Alentar la participación en momentos comunitarios de adoración al Santísimo.

Meditar juntos “Gaudete et exsultate”.

Utilizar las redes sociales para estimular el crecimiento en la vida cristiana con mensajes, imágenes y distintos estímulos, como hacía el beato Carlo Acutis.

Abrir páginas de Facebook y otras redes para transmitir material formativo, videos e imágenes que estimulen el crecimiento en la santidad.

Reflexionar en grupos sobre las vidas de los santos y sobre los textos de los místicos y grandes autores espirituales.

Realizar frecuentemente talleres sobre distintas formas de oración, sobre el sentido de las partes de la Misa, sobre la oración con la Biblia y sobre la oración con la música y el canto.

Proponer retiros de una tarde o de un día algunos fines de semana.

Realizar encuentros de formación espiritual y de oración conjuntamente entre parroquias vecinas o movimientos.

Organizar festivales de música y oración

Acudir a María a través de los caminos marianos, rosarios meditados, etc.

Profundizar el sentido de los cantos usados en la misa o en nuestras reuniones.

Invitar a orar en ermitas del barrio.

Difundir por los hogares estampas y breves meditaciones espirituales.

Un gran secreto

Sin embargo, señaló que “no hay que caer en una trampa: creer que con la oración ya cooperamos lo suficiente para ser más santos. No. Hay que orar más pero también hay que ponerlo todo. Porque el Señor que nos ama no nos hará crecer sin que toda nuestra vida se introduzca en este camino. 

“No basta -dijo- la oración para santificarse. Hay que ofrecerle al Señor nuestros mejores esfuerzos e intentos para amar más. Nos hace falta orar pero al mismo tiempo tenemos que ofrecer nuestras energías y capacidades para que en nuestra vida haya más actos de amor a los demás”. 

“Entonces nuestro camino de santificación es una combinación de humildad agradecida por tanto amor de Cristo y de servicio generoso a los demás. Esa mezcla son los santos. Algunos pueden ser más orantes o menos, pero sin duda ninguno de ellos ha sido santo si no amó a los demás. De ahí que no podamos separar esta línea pastoral del empeño por estar cerca de los pobres y abandonados y del permanente esfuerzo misionero”.

Cerremos el círculo

Monseñor Fernández señaló que “la verdadera misericordia, que brota de un corazón amante y generoso, sólo es posible con la potencia de la gracia y necesitamos pedirla, clamar cada día para que el Espíritu la derrame en nosotros y nos abra el corazón frío, individualista e interesado. Siempre nos hará falta orar. Así se cierra el círculo de la santidad”. 

Finalmente, deseó que en 2023, para crecer de verdad, “necesitamos orar más. Necesitamos más tiempo dedicado a una oración que nos fortalezca y caliente el corazón para servir más, para vivir más unidos, para ser más misioneros. Más y más hermanos y hermanas, no nos conformemos con poco, no le demos poco al Señor. Más y más”.

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