La mezquita cuya decoración exterior recuerda al reverso de unos naipes

La mezquita cuya decoración exterior recuerda al reverso de unos naipes

En la multiétnica Macedonia del Norte, la ciudad de Tetovo cuenta con mayoría de población albanesa. Que es decir lo mismo que musulmana. Esta villa de poco más de 80.000 habitantes situada al oeste de la capital, Skopie, basa su economía en las industrias emergentes de la tecnología. Sin embargo, en su centro urbano tiene un lugar de culto que se remonta al siglo XV y que nada tiene que ver con las computadoras.

 

En el interior de un relajante parque situado junto al río Pena, la mezquita más destacada de Tetovo –y sin duda, la más singular del país– es Serena Dzamija. Para empezar, su construcción en 1495 tuvo lugar gracias al patrocinio de las hermanas Hurshide y Mensure, que están enterradas en un pabellón exclusivo para ellas, con sus correspondientes lápidas de mármol. Dos mujeres del siglo XV de las que no se sabe nada más, pero que deberían formar parte de una saga influyente, si fueron capaces de pagar la construcción del centro de oración en su propio nombre en lugar de hacerlo en el de algún hombre de la familia.

La mezquita destaca a lo lejos, aun cuando el abigarrado centro urbano de Tetovo esté repleto de carteles comerciales. Enseguida se comprueba que la arquitectura se corresponde más con el estilo civil balcánico –una casa de planta cuadrada con cubierta de teja a cuatro aguas– que con las mezquitas abrumadoramente mayoritarias, que lucen una cúpula recubierta de plomo.

El minarete indica la indudable influencia que la cultura turca ha tenido entre la comunidad musulmana balcánica. Pero ahí acaban las coincidencias. La mezquita Serena Dzamija se distingue por estar pintada tanto en sus muros exteriores como en los interiores. Hasta la extenuación, no hay ni un centímetro cuadrado de muros, columnas y techos que no haya sido decorado con las técnicas del fresco.

En un primer vistazo, la mezquita parece coloreada por cuadrados que recuerdan las alfombras individuales de oración que los fieles utilizan durante sus rezos. Pero, al acercarse, uno se da cuenta de que se asemejan más al reverso de unos naipes. La casa de oración parece abrigada por una baraja de cartas.

El pasillo porticado también es bastante singular. Una recias columnas blancas sostienen un friso del que “brotan” plantas que se van enredando en toda su anchura.

La mezquita puede rodearse por sus cuatro costados, pasando junto al delicioso cementerio también de corte turco que hay en la parte trasera. Con el debido respeto para no caminar entre las tumbas, se puede certificar que los naipes cubren todo el exterior, hasta llegar a tocar las tejas.

Una vez en el interior, el estallido de colores obliga a una sonrisa. Las mezquitas suelen distinguirse por ser espacios ascéticos, con la justa decoración para no distraer a los fieles. Si acaso, algunas frases en caligrafía árabe procedentes del Corán. Aquí también las hay, pero están rodeadas por un sinnúmero de paneles decorados. Incluso los balconcillos a los que se asoman las mujeres desde el piso superior (las personas suelen estar separadas por géneros en las mezquitas) están repletos de pintura, con exuberantes rosas y sabrosos racimos de uva que hablan de abundancia y aromas celestiales.

En la cúpula dominan los colores cobalto y mostaza. Pero llaman la atención, entre los motivos botánicos, unos medallones que reproducen edificios importantes de diferentes lugares de importancia para el islam. Junto a la alquibla y el almimbar –desde donde se pronuncian los sermones importantes–, está representada la Kaaba de La Meca.

Vuelven los medallones que rodean la base de la cúpula a reproducir edificios importantes para la comunidad islámica. E incluso algún cementerio y un puerto en el que está amarrada una fastuosa flota. Todo los demás está trufado de jarrones desde los que aparecen volutas botánicas que lo inundan todo.

La decoración de la llamada popularmente mezquita de colores se incorporó durante la restauración de 1813, sin duda muy influidos sus autores por las modas centroeuropeas. Tuvo lugar gracias a las manos de Abduhraman Pasha.

La afable comunidad de fieles está orgullosa de mostrar la mezquita, abierta a todo el mundo mientras no se celebren los rezos. Al otro lado del río, los antiguos baños públicos han sido reconvertidos en una galería de arte.

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