Menem y la Iglesia: Muy cercano al Vaticano y con frecuentes roces con el Episcopado

Menem y la Iglesia: Muy cercano al Vaticano y con frecuentes roces con el Episcopado

De la mano de su oposición al aborto construyó una férrea alianza con El Vaticano en los foros internacionales, pero la desocupación y los casos de corrupción lo enfrentaron con la Iglesia argentina, que se opuso a su intento de una segunda reelección.

Sergio Rubin

Al igual que Juan Domingo Perón durante la campaña que lo llevó a la presidencia en 1946, Carlos Saúl Menem quiso ya en su carrera hacia la Casa Rosada tejer una alianza con la Iglesia católica. Hijo de padres musulmanes -provenían de Siria-, pero que abrazó de joven el catolicismo, consideró que debía contar con el apoyo eclesiástico para llegar sin sobresaltos al sillón de Rivadavia y, sobre todo, para fortalecer su poder ante la severa crisis que vivía el país.

Muy atrás en el tiempo quedaba su compleja relación como gobernador con el obispo de su provincia, el hoy beato Enrique Angelelli, por no cumplir con la promesa de campaña de encarar una reforma agraria y expropiar un latifundio. Y por el ataque a pedradas que el obispo sufrió durante una visita a Anillaco, una protesta por sus posiciones progresistas fogoneada por un hermano y dos sobrinos de Menem.

Ya al imponerse en las elecciones internas a Antonio Cafiero -un triunfo que para muchos fue una sorpresa- contaba con una fluida relación con monseñor Antonio Quarracino, quien poco más de un año después sería designado por Juan Pablo II arzobispo de Buenos Aires, un nombramiento que había frenado durante su mandato el presidente Raúl Alfonsín por considerarlo de posiciones muy conservadoras.

En aquellos meses de campaña, cuando la relación entre Menem y su esposa, Zulema Yoma, estaba muy deteriorada, Quarracino la visitaba en su departamento del barrio de Recoleta, buscando poner paños fríos. Otro tanto procuraba el Nuncio, monseñor Ubaldo Calabresi, temiendo que el divorcio –que se concretaría con escándalo al comienzo de su presidencia- estallara en medio de la campaña.

A poco de comenzar su mandato Menem no consiguió el visto bueno de lo más empinado de la Iglesia argentina para nombrar a la ex presidenta María Estela Martínez de Perón embajadora ante la Santa Sede. En cambio, si lo obtuvo para disponer el indulto a los miembros de las juntas militares de la última dictadura y a líderes de las agrupaciones armadas como “un aporte a la reconciliación nacional”.

Así como la consolidación de la enseñanza religiosa –que en la práctica era la católica- en las escuelas públicas mediante la sanción de una ley había sido la gran zanahoria que Perón ofertó inicialmente a la Iglesia, Menem se comprometió a respaldar la posición contraria al aborto del Vaticano en los foros internacionales frente a los países que lo promovían para controlar el crecimiento demográfico..

El respaldo argentino en la Conferencia de Población de El Cairo, en 1992, fue clave para evitarle a la Santa Sede un revés. Desde entonces, se consolidó una alianza entre el Gobierno y la Santa Sede -el Observador Permanente del Vaticano en la ONU le entregó un premio a Menem- que, de paso, le sirvió al presidente para amortiguar las críticas de la Iglesia argentina por la pobreza y la corrupción.

La buena sintonía del Gobierno de Menem y El Vaticano llevó a Roma a encargarles en 1995 a dos hombres muy cercanos al presidente, Alberto Kohan y Ricardo Romano, reunirse con Fidel Castro para intentar un acercamiento con Cuba. La cita fue fructífera. Al año siguiente el líder de la revolución cubana visitó a Juan Pablo II y al otro este efectuó la histórica visita a la isla.

Pero esta relación privilegiada del Gobierno con la Santa Sede generó fuertes tensiones entre el sector más conservador del Vaticano, que encabezaba el secretario de Estado, cardenal Angelo Sodano con la mayoría de los obispos argentinos. La muerte de Quarracino, en 1997, y un cambio de timón en su conducción, selló el distanciamiento de la Iglesia argentina con el Gobierno.

No obstante, Menem siguió apelando a su posición antiabortista. Hacia fines de su mandato dispuso por decreto que el 25 de Marzo sea el “Día del Niño por Nacer”. Además, facilitó un acuerdo entre el arzobispado porteño y la Sociedad Militar Seguro de Retiro de Vida por una estafa que esta sufrió como consecuencia de que un colaborador de Quarracino le falsificó la firma.

Pero Menem no obtuvo el apoyo de la Iglesia a su intento de buscar su segunda reelección, que gestionó personalmente su canciller, Guido Di Tella, durante una visita a la sede del Episcopado. Hace un par de años obtuvo un premio consuelo: alcanzó a visitar al sucesor de Quarracino, Jorge Bergoglio, convertido en el Papa Francisco.

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