El arzobispo de Mendoza, monseñor Marcelo Daniel Colombo, presidió la misa por la solemnidad del Corpus Christi en la parroquia Santísima Trinidad, de la localidad mendocina de Medrano, donde aseguró que esta fiesta hace pensar en la noche del Jueves Santo y también volver, con el corazón, a cada uno de esos episodios de la Palabra de Dios en los que Jesús da de comer a las multitudes.

Tras comentar las lecturas del día, puso el acento en el relato evangélico de Lucas, al que define como “interesante” en el que apóstol “utiliza los signos, las acciones, propias de la Eucaristía”.

“Estas referencias a las acciones de Jesús contadas por Pablo, narradas por Lucas, nos hacen pen-sar en la presencia de la Eucaristía en la vida de la primera comunidad cristiana y qué importante que es también para nosotros celebrar la Eucaristía, gozar y disfrutar de la entrega de Cristo”, des-tacó.

“Si la misa es la fuente de la vida cristiana y la cumbre de nuestro ser de creyentes; es entonces en la misa donde realizamos nuestra identidad del pueblo de Dios peregrino. Ofrecemos como Mel-quisedec pan y vino y el Padre nos regala en el Hijo el Cuerpo y la Sangre del Señor derramada por amor a nosotros”, profundizó.

El arzobispo mendocino subrayó que “celebrar Corpus Christi es un verdadero compromiso de fe” y graficó: “Nosotros celebramos en la misa lo que después el Señor nos pide que seamos en la vi-da cotidiana: personas que se entregan, personas que se reparten, personas que no tienen reparos en ser para los demás”.

“Celebrar Corpus Christi también nos invita a evocar es el memorial de la entrega del Señor, ha-cerlo presente en cada Eucaristía; pero, sobre todo, en buscar el modo que otros hermanos lo co-nozcan, lo amen y lo sigan celebrar”, sostuvo, ya gregó: “Corpus Christi es una fiesta y también una verdadera oportunidad para crecer como creyentes”.

 

“Hoy celebramos también el Día del Padre y siempre esta fiesta nos da la oportunidad de conmo-vernos de recordar; pero se trata, sobre todo, y esto es muy importante, de hacer memoria de quie-nes nos dieron la vida como padres, para valorar lo que recibimos de ellos; para agradecer a Dios y también para destacar cuánto nos han construido con sus modos de ser como personas. 

Monseñor Colombo manifestó luego: “Rezamos por nuestros padres, sobre todo, rezamos por aquellos que han fallecido y pedimos por los que viven para que honren esa paternidad, que es un don de Dios, con una entrega siempre renovada.

“Que el Señor nos bendiga y que el Cuerpo y la Sangre de Cristo, entregada de una vez y para siempre por el Señor, nos lleven a ser cristianos cada vez más activos, cada vez más sensibles, ca-da vez más respetuosos, de la voluntad de Dios”, concluyó.+