El mayor templo mormón de Europa, en Roma, inicia visitas públicas

El mayor templo mormón de Europa, en Roma, inicia visitas públicas

En 2019 se acabó de construir el mayor templo mormón de toda Europa en la Ciudad Eterna, capital del catolicismo, que cuenta también con la mayor mezquita y el mayor templo de los Testigos de Jehová del continente. Ahora inicia ya visitas públicas.

 

El comienzo de la actividad pública del gigantesco templo mormón alzado en Roma en 2019, tras diez años de construcción, sirve como metáfora visual de esa ‘hermandad de las religiones’ por la que ha abogado el Santo Padre su última encíclica, Fratelli tutti, y en muchas otras alocuciones recientes, por no hablar del pacto por la paz firmado en Abu Dabi con el Gran Imán de la Mezquita de Al Azhar.

Pese a su nombre oficial de Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, la iglesia mormona no es técnicamente parte de la ‘ecumene’ cristiana, ya que no confiesa la divinidad de Cristo y, de hecho, sus creencias se alejan considerablemente del núcleo doctrinal contenido en el Credo.

La fe mormona es una religión típicamente americana. ‘Revelada’ a un neoyorquino en el siglo XIX, Joseph Smith, suma a las Escrituras un Libro de Mormón contenido en unas placas de oro enterradas que solo Smith podía leer, y en las que se describía la epopeya ‘bíblica’ de unas tribus hebreas llegadas al Nuevo Continente, que también habría visitado Jesús. Sus ritos y símbolos están fuertemente influidos por la Masonería.

Ahora se suma activamente a la mezquita de Roma y a otros enormes templos de cultos varios, que convierten la Ciudad Eterna en una especie de muestrario de religiones conviviendo en armonía.

El inicio de esta apertura al público del gigantesco templo mormón coincide con la conmemoración del martirio de los 21 mártires coptos en las playas egipcias, hombres a los que militantes de ISIS dieron la posibilidad de vivir a cambio de renunciar a su fe y abrazar el Islam. Su testimonio fue especialmente impresionante porque el grupo islamista lo grabó y difundió, con lo que hemos podido contemplar la serenidad y firmeza ultraterrenas con que aceptaron su terrible destino, ser decapitados. Se une el detalle verdaderamente glorioso, digno de figurar en las Actas de los Mártires, del subsahariano que ni siquiera era cristiano en el momento de la captura, pero eligió morir confesando al Dios de sus compañeros, un bautismo de sangre que le abrió en un instante las puertas del Cielo.

Quizá no fue el mejor ejemplo de ‘hermandad de las religiones’, por otra parte.

 

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