El pasado lunes tuvo lugar una reunión a puerta cerrada en la Pontificia Universidad Gregoriana paradebatir cuestiones relacionadas con el próximo Sínodo de la Familia. Los promotores de esta reunión, al parecer, fueron los presidentes de las conferencias episcopales de Alemania, Suiza y Francia: el cardenal Reinhard Marx, el obispo Markus Büchel y el arzobispo Georges Pontier.

En el encuentro participaron alrededor de 50 obispos, teólogos y representantes de los medios para estudiar algunos de los temas más polémicos que saldrán el Sínodo de los obispos que se celebrará el próximo mes de octubre. Entre otros, cómo puede acoger la Iglesia a las parejas homosexuales y a los divorciados que se han vuelto a casar. 

Marco Ansaldo, reportero del diario italiano La Repubblica y uno de los periodistas invitados, aseguró más tarde que los discursos allí pronunciados fueron “revolucionarios”. La sensación fue la misma en otros periodistas que elogiaron el espíritu de apertura, “reflejo de los nuevos tiempos”, de los prelados que intervinieron en la reunión.

Según informan algunos medios, al Vaticano sólo habrían llegado unas pocas invitaciones para el encuentro, en el que se propusieron varias “innovaciones pastorales” de cara al Sínodo. El diario Le Fígaro informa de que en esa reunión nadie se habría opuesto a que las uniones homosexuales sean reconocidas por la Iglesia Católica. 

También se recalcó “la importancia del deseo sexual” a la hora de elaborar una doctrina sobre la familia y si realmente había que castigar sin la comunión a los divorciados que “fallaron una vez” pero que “han encontrado la forma de rehacer su vida”.

La reunión a puerta cerrada tuvo lugar pocos días después del referéndum irlandés sobre el matrimonio homosexual y en el mismo día en que el Consejo Ordinario del Sínodo de los Obispos se reunió en Roma. La fecha elegida para el encuentro no parece ser una coincidencia.