A lomo de mula hacia los altares

A lomo de mula hacia los altares

La comisión de teólogos del Vaticano, después de los médicos, aprobó el milagro que podría convertir en santo al “Cura Gaucho”

por Alver Metalli

Luz verde de la Comisión de teólogos del Vaticano. El presunto milagro del “Cura Gaucho” cumple todos los requisitos para demostrar su santidad. La decisión se tomó “por unanimidad”, hizo saber Santiago Olivera, obispo de Cruz del Eje y vicepostulador de la causa de canonización del sacerdote José Gabriel del Rosario Brochero, más conocido en Argentina como “Cura Brochero”.

El imprimatur de los teólogos llega a poco más de un mes de distancia del veredicto de los siete médicos de la Pontificia Congregación para la Causa de los Santos, que en septiembre habían convalidado el segundo milagro necesario para elevar a Brochero a la categoría de santo: la curación de Camila Brusotti, una niña de 9 años que estuvo en coma 45 días por los golpes de su padrastro y su madre. El padre había contado que el pronóstico del médico eran pocas horas de vida, y en caso de sobrevivir probablemente quedaría en estado vegetativo. Hoy la niña lleva una vida normal.

José Gabriel del Rosario Brochero murió en 1914, a los 73 años de edad, habiendo vivido 47 como sacerdote. Consumido, enfermo de lepra y en extrema pobreza, cuando en Europa comenzaban los crujidos siniestros de la primera gran guerra. La causa de beatificación no fue rápida, a pesar de la fama de santidad que lo acompañó siempre. Un diario de Córdoba publicó su biografía espiritual cuando todavía estaba vivo, y aún antes de morir su nombre era mencionado en los textos de las escuelas primarias de la zona. Pero recién en los ’60 la causa comenzó a dar los primeros pasos. En 2004 subió el primer escalón con Juan Pablo II, que lo declaró venerable. El 20 de diciembre de 2012 fue el segundo, con Benedicto XVI que firmó el decreto de beatificación, y culminó el 14 de septiembre de 2013 en las alturas heladas de las sierras cordobesas, entre cientos de gauchos como el mismo Brochero que vestían sus ponchos tradicionales para protegerse del frío invernal. Había transcurrido medio siglo de pausas, impulsos, frenadas, aceleradas y ciertas perplejidades (sobre el lenguaje del Cura, por ejemplo, bastante colorido o tosco, como lo llamó el cardenal Angelo Amato el día de la beatificación).

El primer milagro que permitió la beatificación fue para Nicolás Flores Violino, un niñó que se recuperó inexplicablemente del coma en que se encontraba por un accidente vial. Él también lleva hoy una vida normal con su familia.

Ahora, con el segundo milagro, el camino hacia la canonización del “Cura Gaucho” está abierto de par en par. En un diálogo con la agencia argentina AICA, monseñor Santiago Olivera explicó que “en el mes de febrero la causa llegará a manos de los obispos y cardenales, y después, si Dios quiere, será firmada por el Papa”. Y ya se sabe cuánto valora él  la figura de este sacerdote con olor a oveja.

Algunas voces afirman que la canonización de Brochero será el evento que por fin llevará de vuelta a Bergoglio a su tierra natal. Antes de la resolución de la Junta médica Mons. Olivera había referido a Terre d’America el “vivo deseo” de Francisco de celebrar personalmente la ceremonia que se llevará a cabo en el Valle de Traslasierra, la región de la provincia de Córdoba que Brochero recorrió a lo largo y a lo ancho a lomo de mula realizando su gigantesca obra de evangelización. Olivera, que a principios de año estuvo personalmente con el Papa, también había destacado la especial devoción de Francisco por el Cura Brochero.

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